Chip al final resultó ser de una ayuda más bien escasa contra el armatoste que tenía delante.
—¡No lo sé! ¡No he creado eso! —se le iluminó la mirada—. ¡Ya sé! Si consigues abrir ese compartimento, podré colarme y destruirlo desde dentro.
Arriesgado como poco. Si aquel cañón o aquella motosierra se acercaban a mí, no iba a salir entero de aquel lío... afortunadamente el robot parecía limitarse simplemente al jardín e ignoraba nuestra existencia. Una vía de ataque libre, pues podría intentar abrir la carcasa y que no me atacase mientras fuese lo suficientemente rápido y Chip actuase de modo correcto con los circuitos.
Sería más simple reventar aquel trozo de chatarra, pero creo que eso no era precisamente lo mejor que podía hacer para ganarme el favor de Chip, Chop y la reina.
—No, no, no… Esto no tenía que salir así… —murmuró el grandullón desde su esquina.
—¡Pete! ¡Eres un cobarde! —¿Pete? El mismo nombre que el documento sobre castigos que había en el despacho. Por lo visto el tipo no aprendía...
O sea, que por lo visto era él quien había formado todo este alboroto.
—¡Eh, tú! — exclamé — ¡Deja de lloriquear y haz algo útil! Si fuiste tú el responsable de esto, lo mínimo que puedes hacer es ayudar o explicarte.
No, aquello no iba a resultar para nada.
— Aunque bueno... — cambié el tono y me encogí de hombros — Siempre puedes seguir escondido como una cucaracha y esperar a que te encuentre. Seguramente acabarás como esas plantas si te quedas ahí. — dejé caer, intentando que al menos se moviese para hacer algo.
Una vez dicho esto, corrí hasta el robot y me colé con cuidado entre ambos brazos, sudando de puros nervios ante la idea de aquella motosierra y el cañón estando tan cerca de mí.
La carcasa estaba delante, pero no cedía un ápice con simplemente tirar. Estaba cerrada a cal y canto... ¡Eso era!
Alcé la Llave Espada apuntando a lo que parecía ser el sistema de cierre del compartimento. Era lógico que pudiese abrirse desde el exterior para mantenimiento y modificaciones, así que sin duda debía tener una cerradura, y apunté a lo que parecía ser. Un pequeño rayo de luz salió de la cadena del reino e impactó allí.
Si se había abierto con éxito o no, no lo sé. Toqué el metal con la llave como quien hace para abrir un cofre y me encomendé a que hiciese efecto.
— Ábrete, ábrete... por favor, funciona — pensé, con el pulso acelerado al escuchar el trabajo de la sierra tan cerca.
Acto seguido, agarré la puerta listo para tirar y abrirla.
—¡Chip, entra en cuanto se abra!— exclamé — ¡Si veo que la cosa empeora, no tendré más remedio que destruirlo, así que sal en cuanto te avise!
Tiré del metal para abrir el compartimento, y me preparé para salir corriendo por debajo de él usando el hueco entre sus piernas en cuanto me fuese posible.