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Desde la muerte de sus padres, para Naxid la vida había ido de mal en peor. Había tenido que delinquir, que robar, que añorar el calor de un hogar... Pero, finalmente, se había reincorporado a la sociedad legal y había comenzado a trabajar en una tienda del Distrito uno. Y a mejor hora, imposible, puesto que los sincorazón habían ocupado el resto de Distritos y los clientes habían aumentado, al congregarse todos en la única zona segura de la ciudad. Hacían buena caja todas las semanas.
Sin embargo, el pasado siempre acaba persiguiéndote, y eso estaba a punto de comprobarlo Naxid aunque, obviamente, no podía saberlo aquel día al despertarse por la mañana, muy temprano, debido a que debía abrir la tienda (fuera de lo que fuese) y ponerse a trabajar, para tener contento al jefe.