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Llovía.
Y eso, en Ciudad de Paso, se notaba y mucho. El alcantarillado era pésimo en el Distrito uno y las calles se inundaban con facilidad, por lo que la gente se refugiaba en sus casas y cerraban la puerta a cal y canto. Antiguamente, no habría sido un problema tan grave, teniendo en cuenta que los Distritos dos y tres no se llenaban tanto de agua, salvo en el nivel más bajo del suelo.
Por eso, Hashizume, que no tenía ni techo, ni hogar, se encontraba solo en la calle, sin nadie a quien acudir, ni ningún lugar donde refugiarse. Las tiendas estaban cerradas y los dependientes habían tenido el detalle de subir el toldo y bajar las persianas (incluso del restaurante, la zona de las mesas), por lo que tampoco había ninguna protección contra la lluvia. Ni, mucho menos, el frío.
No obstante, antes que congelarse y empaparse más, tenía varias opciones. O bien podía pedir asilo en alguna casa (eso si le abrían), volver a la suya (no, no creo) o buscar un sitio vacío. Los únicos lugares vacíos, sin duda, eran los otros dos distritos. Y en ellos, seguramente habría muchos techos donde refugiarse. Sin embargo, la puerta que daba al Distrito tres estaba cerrada, y la que daba al dos, aunque abierta, tenía un cartel que decía: “Entre bajo su propio riesgo”.
Bien era conocida la amenaza de los sincorazón. Ni siquiera querían oír hablar de ellos en el Distrito uno, aunque nadie sabía realmente qué eran. Así que el joven, mientras seguía siendo mojado por la lluvia, podía decidir otra forma de ponerse a salvo o afrontar el peligro.