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—¡Bienvenidos todos a las nuevas guerras de pelotones! ¿¡Estáis listos para mancharos!?
¡La cosa sí que ardía aquel día! Era probable que Colibritany, Freya y Keiko nunca hubiesen visto tan lleno el mundo de Paraíso de los Bromistas, si habían tenido la oportunidad de visitarlo antes. Cientos, quizás miles de personas habían acudido en masa a lo que parecía ser una feria especial que estaba siendo patrocinada por todo lo alto en los carteles a la entrada del parque: ¡la Splatoon Wars VII!
El lugar había sido especialmente seleccionado para aquella ocasión. Habían construido una pequeña islita al este del parque, tras atravesar una cueva, que separaba lo que estuviese sucediendo allí del resto del mundo, por lo que los habitantes normales no podrían imaginar que se trataba de un evento intergaláctico. Ninguna de las tres sabía lo que les esperaba, pero sí habían sido informadas con antelación de que el recinto se había construido a conciencia para la ocasión, que tendrían un gran número de espectadores en directo desde las gradas (separados de ellos por cristales inmunes a la pintura) y sobre todo, ¡de que el premio sería gordo!
—Con esa bienvenida pensarán mal de ti, Gina —comentó una segunda voz presentadora. Sus comentarios se escuchaban desde el exterior del recinto sin problema alguno, así que las tres chicas podrían aprovecharse de este detalle para conocer el máximo número posible de detalles. Aunque ellas ya estaban dentro: de hecho, no sabían dónde. Era todo oscuridad...
—¡Que piensen lo que quieran, Elsa! Este año tenemos gente muy potente entre los participantes. ¡Mira! El Rey del Paintball se ha separado como representante de los Caballeros de la Orden y se ha creado su propia representación.
—Lo cual no estoy muy segura de que sea legal...
—¡Legal o no, nos ha traído tres nuevas participantes nunca vistas antes! Míralo tú misma: son tres muchachas, las tres con Llave Espada, que vienen a darlo todo. ¡Aquí las tenemos!
Tres focos se encendieron sobre las cabezas de Colibritany, Freya y Keiko y pudieron ubicarse de inmediato mientras la plataforma sobre la que estaban descendían. ¡Se encontraban bajo tierra, o mejor dicho, bajo el mar! Veían mientras bajaban que el enorme complejo estaba rodeado por miles de espectadores, y tras ellos podían ver el mar salado y decenas de criaturas marinas atravesándolo. Si miraban justo debajo de ellas observarían que estaban bajando hacia un parque de atracciones en miniatura. Todo lo que les gustaba bajo el mar.
Cada ciertos metros a distancia, por encima de los espectadores, había pantallas de televisión que señalaban un color y un número, todos en cero en aquel momento. Quitando eso, podían ver que no eran los únicos en descender: aunque ellas lo hacían en su propia plataforma, otras nueve bajaban equipos de dos a cuatro personas de lo más variopintos.
Se detuvieron a unos metros sobre la feria y tres pistolas de pintura se materializaron en el suelo. Sólo tenían un disparo; por suerte, se podían recargar fácilmente con las botellas que hubiesen comprado antes y que debían llevar en sus mochilas.
—¡Recordemos las normas antes de empezar! Como sabéis, hay tres tipos de ganadores y, por tanto, tres tipos de premios.
—Suena a que me va a liar que lo flipas...
—¡Por un lado, el equipo que sobreviva se lleva los premios básicos! Podéis buscar una buena posición donde esconderos y esperar a que pase la tormenta. ¡Tan fácil como ser unos cobardes!
—¿Crees que las tortugas de ahí fuera me prestarían sus caparazones?
—¡En segundo lugar, el equipo que logre más puntos también ganará a su manera! Cada enemigo eliminado cuenta como 100 puntos, pero si elimináis a todos los miembros de un color, ¡ganáis un extra de 300 puntos!
—Pues va a hacer una piña tu abuela...
—¡Y en tercer lugar, y no menos importante! Hay un jugador con con nosotros muy, muy importante. Se le considera el más poderoso en el tema del paintball y no es moco de pavo: si se le elimina, su asesino recibirá un premio especial. Con vosotros el mismísimo rey del Paintball, ¡Aaaakio!
Una nueva plataforma central descendió y un niñato repelente y rubio se presentó sentado en un sillón rojo, acompañado por un impresionante bazooka. Sobre su cabeza reposaba una corona de oro, con varios rubíes incrustrados, y a su lado, como su guardaespaldas personales, se encontraba otra Maestra bien conocida de Tierra de Partida: Lyn. Nadie con quien quisieran juntarse.
—¡Diez equipos! ¡Diez colores! ¡Ay, Elsa, que me da algo de la emoción!
—Espera a ver la factura por alquilar este sitio...
—¡Elegid vuestro color! ¡Vividlo con la máxima ambición posible! ¡¡Vamos, vamos, vamos!!
Suerte la de nuestras protagonistas, porque ellas elegían primero su color: luego, Akio y Lyn, y después pasarían equipo por equipo. Así que debían preguntarse: entre las tres, ¿cuál era su color favorito y más representativo?
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