[Sinfonía de Brujería] Esto no es otro musical Disney

[Nell]

A pesar del vergonzoso momento, Ragun guardó silencio (gracias al hechizo) y no hizo ni escribió ningún comentario que hiciera referencia a lo que acababa de pasar. Mejor. Prefería olvidarlo cuanto antes. ¡Y olvidar que él había estado presente!

En su lugar, el aprendiz se concentró en buscar un camino, señalándole a Hana un enorme tronco en mitad del paso, por dentro del cual podían pasar para llegar hasta una zona diferente. Asintió a la propuesta. Sin embargo, no pudo evitar mirar atrás un momento, despidiéndose del hermoso campo de flores que estaban a punto de dejar. Del paraíso en el que creyó despertar.

Llevada por un impulso, se agachó para arrancar un ramo de flores por el tallo, que se llevó para el camino. Como iba detrás de Ragun, podía maniobrar sin que le viera (y de paso, vigilarle). Trató de hilarlas entre sí, como había visto hacer a algunas floristas, pero los resultados acababan en desastre.

Y cada vez le iban quedando menos flores.

Entonces, estornudó a causa del polen que había entre los pétalos. Se pasó la mano por la nariz y por los ojos, que lagrimeaban un poco, antes de mirar la espalda de Ragun y abrir la boca, en un principio con la intención de pedirle un alto, aunque tuviera otros deseos.

—¿Ragun?

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—Hazme una corona de flores —le pidió, extendiendo el ramillete que le quedaba—. ¡Venga, hazla ya! ¡Ahora que estamos atrapados, y no sé muy bien cómo ha podido pasar! Éramos adversarios, y aún lo somos, ¡pero la guerra me da igual! Hazme una corona de flores. ¡O lo que sea, me da igual!

—Déjame, Hana.

—Vale, adiós… —suspiró, ¡cómo si de verdad lo sintiera!

¡Eso fue el colmo! ¡El hechizo, encantamiento, polvos o lo que fuera iba a peor! Ya ni siquiera se basaba en lo que quería decir, sino en lo que pensaba para sí misma y que nunca habría expresado en palabras. ¿Qué iba a ser lo siguiente? ¿Empezar a cantar por un suspiro? ¡Lo que le faltaba por ver!

Y es que ya le costaba demasiado ni siquiera abrir la boca. Hablar era algo demasiado natural, y ya no digamos estornudar o bostezar. Se estaba agravando.

En esta ocasión, no pintó en el suelo para desviar el tema de conversación (¿tenían alguno?) o se trató de excusarse. Dejó caer el resto de flores al suelo, como si eso respondiera a la muda pregunta del aprendiz de si iba en serio o no, y pasó por encima de ellas para continuar por donde Ragun le había indicado.

Claro que iba en serio. Se había planteado internamente pedirle ayuda, pero jamás, jamás lo habría hecho. Ni la quería. Las flores eran bonitas. No obstante, no eran nada comparado con conservar los pocos rastros de dignidad que le quedaban.

[Sombra]

Avancé por delante en total silencio hacia el árbol hueco, desde el que podíamos ver perfectamente el otro lado. Hana me seguía de cerca y yo no podía evitar mirarla de vez en cuando para ver si hacía algo sospechoso, incluso si teníamos una tregua hasta que lográramos salir de aquel mundo tenía que desconfiar si quería vivir.

—¿Ragun? —preguntó la aprendiza en ese momento. Me giré para ver como la chica me tendía un montón de flores con ojos ilusionados. Era inevitable mirarla con cara de extrañeza.



—Hazme una corona de flores —pidió alargando exageradamente la última palabra—. ¡Venga, hazla ya! ¡Ahora que estamos atrapados, y no sé muy bien cómo ha podido pasar! Éramos adversarios, y aún lo somos, ¡pero la guerra me da igual! Hazme una corona de flores. ¡O lo que sea, me da igual!

<<¿Que le haga lo que sea?>>

El problema era que no tenía ni idea de hacer coronas de flores ni nada que tuviese que ver con ese tipo de manualidades, por lo que mi respuesta era más que simple.

—Déjame, Hana.

—Vale, adiós… —y con una triste voz suspiró profundamente. Me dio algo de lástima negarme en aquel momento.

Para atravesar el tronco había que subir unos metros escalando, por suerte había entrenado lo suficiente como para poder subir algo así. En cuanto logré llegar hasta arriba le tendí una mano a Hana para ayudarla.

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—¿Confías en mí? —pregunté.

Oh, venga. Acababa de intentar matarla, ¿cómo iba a...?

—Sí... —afirmó ante mi sorpresa.

Agarré su mano y haciendo acopio de mi fuerza la subí hasta donde estaba. Al otro lado se podía ver como el árbol estaba fusionado a una montaña que tenía una cueva. Se podía ver un pequeño arrollo, aunque no era suficiente como para poder lavarse con él todo el cuerpo.

A lo lejos podía verse un precioso paisaje floral.

—Yo te quiero enseñar… Un fantástico mundo… —extendí mis brazos como si intentase abrazar el paisaje que se extendía al otro lado de la pequeña cueva—. Ven princesa y deja tu corazón soñar. Yo te puedo mostrar cosas maravillosas, ven princesa y déjate llevar a un mundo ideal. Un mundo ideal, un mundo en el que tú y yo podamos decidir cómo vivir sin nadie que lo impida.

—Un mundo ideal que nunca pude imaginar —continuó Hana contagiada por mi canción—. Donde ya comprendí que junto a ti el mundo es un lugar para soñar.

Terminada la canción me llevé ambas manos a la cara muerto de vergüenza. Joder, ¡hasta parecía que sonaba música acorde a lo que decíamos de fondo! ¿O era solo mi imaginación? ¡No tenía ni idea!

Señalé la salida al cabo de unos segundos y di un pequeño salto para franquear rápidamente el pequeño escalón que había al salir de aquella especie de cueva. Estábamos en un paso montañoso en forma de “S”, pero se veía perfectamente un enorme campo abierto de colores vivaces. Había flores de todas las clases creando un extraño contraste en el paisaje.

<<Algo me dice que si vamos por ahí podremos encontrar una manera de librarnos de esta cosa>>

[Nell]

Lo bueno del pacto de no hablar es que no comentaban las ridículas canciones que cantaban por abrir en cualquier momento la boca, que era de agradecer. Después de la corona de flores, circunstancia que al rememorarla le hacía incluso sonrojarse de vergüenza (¿¡Hana, sonrojada!?) mientras escalaba, creía que no podía empeorar más.

Se equivocaba, cuando vio a Ragun tenderle la mano para ayudarle en el último tramo de la subida.

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—¿Confías en mí?

Oh, oh...

—Sí... —¡No! ¡Hacía apenas unos minutos que acababa de intentar matarla!

La alzó hacia arriba, para ponerla a su lado e iniciaba la canción… La peor de todas las que habían cantado, sin duda.

—Yo te quiero enseñar… Un fantástico mundo… —le enseñó el paisaje que se revelaba tras la pared rocosa que habían subido. Hana tuvo que reconocer que era precioso—. Ven princesa y deja tu corazón soñar. Yo te puedo mostrar cosas maravillosas, ven princesa y déjate llevar a un mundo ideal. Un mundo ideal, un mundo en el que tú y yo podamos decidir cómo vivir sin nadie que lo impida.

¿Princesa? ¿Acababa de llamarla PRINCESA? ¿¡Qué tenía ella de eso!?

Quitando esa parte bochornosa, estaba de acuerdo. Si Hana una de esas personas soñadoras y con una clara meta en la vida, esta sería con total franqueza la de poder vivir sin límites ni ataduras, como única responsable de su destino. Quizá por eso su parte brotó con tanta naturalidad:

—Un mundo ideal que nunca pude imaginar —continuó—. Donde ya comprendí que junto a ti el mundo es un lugar para soñar.

Espera… ¿No era eso…? ¡Mierda! ¡Una canción romántica! Cuando el efecto acabó, Hana dio un paso a un lado (de hacerlo atrás se caería) para poner distancia entre Ragun y ella. Ah no, eso sí que no. Las melodías de amor eran insufribles, y no pensaba arriesgarse a que cantaran otra.

Al menos a Ragun también le desagradaban, porque se tapó las manos con la cara. Las dos últimas canciones habían sido de lo peorcito, entre la corona de flores y el tono romántico.

Como seguían sin poder hablarse, y ni aun así ninguno de los dos quería comentarse nada de lo que acababa de ocurrir, continuaron su camino. Hana volvió a ponerse detrás, para dejar a Ragun que la guiara. Se le pasó por la cabeza que quizá el aprendiz la conducía a una trampa, pero descartó la idea rápidamente porque de haber querido matarla, ya lo habría hecho (¡si incluso lo intentó!

Volvieron a un maravilloso campo de flores. Hana se adelantó para caminar entre ellas, esta vez sin ninguna pretensión de hacerse una corona de flores. Simplemente, quería admirar el paisaje desde dentro. Y como ese, tantísimos más que había visto a lo largo de los años, desde que se convirtiera en aprendiz. Algo bueno tenía que tener el cargo.

Y por primera vez, no fue un error o un despiste que se pusiera a cantar.

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—Tantos días, sola en los mares. Tantos años, sin poder ver nada más. Sin saber cómo eran los mundos, lo que me perdí… Desde aquí, sobre las flores. Desde aquí, ahora puedo ver. De pronto hoy, siento que estoy, allí donde soñé. Y por fin ya veo la luz, ya la niebla se ha marchado. Y por fin ya veo la luz, y ahora el cielo es más azul. Es tan bello y tan real, para mí el mundo ha cambiado.

»Esta vez todo es tan distinto, al mirarte a ti…

Ragun también tenía algo que decir:

—Tantos días persiguiendo un sueño. Tantos años en la oscuridad. Sin poder ver cómo las cosas son en realidad. Ella es —y alzó su Llave Espada para dedicarle los versos— la más negra estrella. Ella es, corrupta claridad. Si ella está se cumplirá, lo que siempre soñé.

—Y por fin ya veo la luz.

Finalmente, callaron. Aquello se estaba volviendo un hábito. Y uno muy incómodo, porque una no cantaba todos los días frente a alguien para quedarse después en el más absoluto silencio.

[Sombra]

Descendimos hasta el campo de flores. Era enorme y desde cerca era incluso más impresionante que antes. Hana me adelantó caminando mucho más rápido. Se la veía contenta de ver semejante lugar. Quizás que su nombre significase “flor” influía de alguna manera a que le gustasen esas cosas… O solo era una chorrada de las mías, a saber.

En ese momento, la joven de cabello azulado miró el panorama frente a ella alegre. Quizás ella se había olvidado que todavía no sabíamos como escapar de aquella partitura o lo que fuese, pero a mí no.



—Tantos días, sola en los mares Tantos años, sin poder ver nada más. Sin saber cómo eran los mundos, lo que me perdí… Desde aquí, sobre las flores. Desde aquí, ahora puedo ver. De pronto hoy, siento que estoy, allí donde soñé. Y por fin ya veo la luz, ya la niebla se ha marchado. Y por fin ya veo la luz, y ahora el cielo es más azul. Es tan bello y tan real, para mí el mundo ha cambiado. —cantó.

»Esta vez todo es tan distinto, al mirarte a ti… —la chica me observó como si esperase a que contestase en un dueto.

Mi labio tembló ligeramente mientras trataba de evitar caer ante el poder de la música, pero al final no pude contenerme, el “hechizo” o lo que fuese era demasiado potente como para contenerse a él.

—Tantos días persiguiendo un sueño. Tantos años en la oscuridad. Sin poder ver cómo las cosas son en realidad. Ella es —invoqué mi llave espada y la alcé apuntando con ella hacia el cielo azul — la más negra estrella. Ella es, corrupta claridad. Si ella está se cumplirá, lo que siempre soñé.

—Y por fin ya veo la luz.

Nuevamente, un horrible y nuevo silencio nos invadió a ambos. La verdad, esperaba que cuando saliéramos de aquí ninguno de los dos hablásemos del tema nunca más. Prefería que todo se quedase sepultado bajo una montaña de olvido.

Abrí la boca para decir algo, sin embargo volví a callarme viendo lo que podría pasar de soltar cualquier palabra. Si a la más mínima “provocación” aquel extraño “efecto” nos hacía cantar lo mejor era tratar de mantenernos con la boca bien cerrada.

Empecé a caminar por una especie de sendero que atravesaba el camino floral dejando atrás a Hana nuevamente. No sabía muy bien ni qué pensar de una situación tan ridícula como aquella. Se suponía que tenía que patear el culo de la aprendiza, sin embargo estaba colaborando con ella. ¿Qué pensaría la Maestra Nanashi de algo así? Tendría que haberla matado en cuanto tuve la oportunidad, no haberme detenido incluso en aquel momento. Tierra de Partida estaba llena de incompetencia.

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—Ya sé que en Tierra de Partida no son muy despiertos, no pueden razonar sin error —me di la vuelta y me acerqué a Hana lentamente, con una sonrisa amenazadora dibujada en el rostro—. Oye mi canción muy atenta, no hay un momento mejor. Tenéis el instinto atrofiado, no oléis a carroña real. Vuestro Maestro Ronin está condenado y si fallamos será nuestro final.

>>¡Prepararé nuestras armas de guerra! Pronto habrá novedades aquí. Se acaba una era, la nueva nos espera… Si no sabéis qué papel es el vuestro, ¡oíd al Maestro! —me señalé a mí mismo como si me autoproclamase Maestro y finalmente extendí ambas manos, dejándome llevar completamente por la canción.

—Seré el Maestro absoluto, amado y astuto. Temido, glorioso y audaz. Ese trono es mi gran ambición. ¡Preparaos!

Y aquel era otro de esos momentos vergonzosos de los que prefería no decir nada. Bajé la cabeza al volver en mí y volví sobre mis pasos caminando nuevamente por el pequeño sendero. Teníamos que estar muy cerca de “algo”, aunque no podía decir si era de lo que nos quitaría estas molestas esporas o la salida. De todas formas, no podríamos abandonar el mundo sin quitarnos antes el “Polen musical”, no quería ponerme en ridículo nada más salir salir de este sitio.

[Nell]

Agradeciendo de nuevo que ninguno pudiera hablar, echó a andar detrás de Ragun, manteniéndose a unos cuantos metros. Necesitaba un rato libre de la presión a que cualquier suspiro o pensamiento la hiciera cantar.

Sin embargo, fue Ragun quien se adelantó, dándose la vuelta para enfrentarse a ella mientras comenzaba la canción:

—Ya sé que en Tierra de Partida no son muy despiertos, no pueden razonar sin error. —Bien hacía en no incluir a Hana, porque nunca había probado a pelear cantando, y no pretendía estrenarse—. Oye mi canción muy atenta, no hay un momento mejor. Tenéis el instinto atrofiado, no oléis a carroña real. Vuestro Maestro Ronin está condenado y si fallamos será nuestro final.

>>¡Prepararé nuestras armas de guerra! Pronto habrá novedades aquí. Se acaba una era, la nueva nos espera… Si no sabéis qué papel es el vuestro, ¡oíd al Maestro! —Extendió las manos, como si la invitara a participar también, aunque esta fuera canción de un solo.

—Seré el Maestro absoluto, amado y astuto. Temido, glorioso y audaz. Ese trono es mi gran ambición. ¡Preparaos!

Agachó la cabeza, se dio otra vez media vuelta y continuó caminando. Hana, por el contrario, se quedó estática un momento, recordando la canción. Tuvo que hacer esfuerzos por no reírse.

Y no de cachondeo, pues ella había cantado canciones igual o más ridículas, por lo que la canción en sí no le hacía gracia. La situación, sí. Ragun no parecía el tipo de chico que fuera contando sus ambiciones por ahí tanto como lo estaba haciendo ahora, sospecha confirmada por la vergüenza a reconocerlo. Hana, tampoco. Fuera mediante palabras o música, jamás habría dicho en voz alta muchas de las cosas que había soltado aquel día.

Por lo que, ya puestos a ir al infierno, ¿por qué no hacerlo por la puerta grande?

Echó a correr hacia él, para superar los metros que les distanciaban y se adaptó a su ritmo de paseo. Sin error, sin dudas.... comenzó:

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0:16

—Me ves ignorante y enclenque. —Le puso la mano en el hombro para llamar su atención—. Y conoces mil lugares, quizás tengas razón. ¿Por qué, si es así, soy tan ajena para ti? ¿No puedes abrir más tu corazón?

»Co-ra-zón…

Se adelantó unos pasos, para caminar entre el campo, y fue recogiendo algunas flores, arrancándolas del tallo. Todavía no había terminado, pero la canción le pedía tiempo hasta volver a dirigirse a él unos segundos después, cuando se puso en pie de cara hacia él.

—Te crees que es tuyo todo lo que pisas. Te adueñas de todo lo que tú ves. Mas cada mundo, flor y criatura tiene vida, tiene esto —señaló en el pecho de Ragun—, es un ser.

»Parece que no existen más personas que aquellas que son igual que tú. Si sigues las pisadas de un extraño, verás cosas que jamás soñaste ver.

»¿Has oído a Ronin reírse de un tonto aprendiz? ¿O has visto a Kazuki sonreír? ¿Has cantado a viva voz con Yami? Y colores en el viento descubrir. ¡Y colores en el viento descubrir! —Le entregó el ramo que había recogido para regalárselo. Y extendió los brazos, imitando la anterior postura de Ragun, y animándole a continuar y añadir más.

¡Aquello era absurdo! ¡La maldición no hacía distinción entre canciones de amor, hippies, bélicas o casi cachondas! Al final, se había acostumbrado. Y llegados a ese punto… no negaría que había empezado a disfrutarlo.

[Sombra]

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=A8x8kvjaetU#t=16[/youtube]

—Me ves ignorante y enclenque —cantó nuevamente recordando lo que había dicho sobre Tierra de Partida antes. La chica colocó sobre mi hombro una de sus manos haciendo que me parase a mirarla—. Y conoces mil lugares, quizás tengas razón. ¿Por qué, si es así, soy tan ajena para ti? ¿No puedes abrir más tu corazón?

»Co-ra-zón…

<<¿Me acaba de llamar “corazón” con eso último?>>

Hana se salió del sendero que atravesaba el campo de flores para internarse entre las gamas de colores que danzaban con el viento, casi siguiendo el ritmo de una canción que tan solo resonaba en nuestras mentes. La chica se agachó arrancando un puñado de flores con delicadeza. Volvió a levantarse mirándome de frente.

—Te crees que es tuyo todo lo que pisas. Te adueñas de todo lo que tú ves. Mas cada mundo, flor y criatura tiene vida, tiene esto —señaló el lugar donde debería estar mi corazón—, es un ser.

<<Já, se nota que no me conoce…>>

»Parece que no existen más personas que aquellas que son igual que tú.
Si sigues las pisadas de un extraño, verás cosas que jamás soñaste ver.

»¿Has oído a Ronin reírse de un tonto aprendiz? ¿O has visto a Kazuki sonreír? ¿Has cantado a viva voz con Yami? Y colores en el viento descubrir. ¡Y colores en el viento descubrir!

Finalizada la canción, Hana se aproximó hacia donde yo estaba tendiéndome el ramo de flores improvisado que acababa de hacer. Lo cogí con ambas manos delicadamente como si se tratase de un copo de nieve que no quería que se rompiese y animado por la chica canté también:



—Soy la pregunta del millón. Siempre la interrogación, no respondas que sí porque si. ¿Y qué? ¿Qué podrías tú decir si yo no te voy a oír? No me entiendes y nunca seré lo que esperas de mí —bajé la mirada hacia las flores que Hana acababa de regalarme y las acerqué a mi cara oliéndolas—. Jamás ya me vas a conocer. Sincorazón y hombre puedo ser, no me uses y apartes de ti. Y vi como alguien aprendió lo que nadie le enseñó. No me entienden, no estoy aquí.

>>Y yo solo quiero ser real y sentir el mundo igual que los otros, seguir siempre así. ¿Por qué yo tendría que cambiar? Nadie más lo va a intentar y no entienden que sigo aquí.
Mi apariencia cambió en ese momento súbitamente casi por completo, toda mi piel se volvió de un tono oscuro y mis orejas de alargaron como si fuesen dos antenas. Mis ojos se tiñeron de un brillante amarillo mostrando mi verdadera forma como sincorazón para acto seguido señalar a Hana.

>>Y tú, ves lo que ellos nunca ven. Te daría el cien por cien, me conoces y ya no hay temor. Yo mostraría lo que soy si tu vienes donde voy. No me alcanzan, si eres mi amiga mejor. ¿Qué sabrán del mal y el bien? Yo no soy lo que ven. Todo un mundo durmiendo y yo sigo soñando, ¿por qué? Sus palabras susurran mentiras que nunca creeré. Y yo, solo quiero ser real y sentir el mundo igual. Que los otros por ellos por mí. ¿Por qué yo tendría que cambiar? Nadie más lo va a intentar. Estoy solo, y sigo aquí. ¡Solo yo, estoy aquí! ¡Sigo aquí!

>>Sigo aquí…

Volví a mi forma humana al cabo de unos instantes. Me tambaleé mareado tras haberme transformado voluntariamente, todavía no podía mantener la forma ni utilizarla para luchar o algo así. Pero sabía que podría en algún momento. Probablemente el que ella descubriese mi verdadero aspecto la asustaría al igual que cuando había visto mi brazo, supuse que ver que en realidad aquello era parte de mí la asustaría. Suspiré y volví a empezar a caminar colina arriba siguiendo el caminito de tierra que atravesaba el campo de flores.

Parecía que estábamos cerca, puesto que el camino desembocaba frente a un acantilado y lo vi. Una puesta de sol que incluso Villa Crepúsculo podría llegar a envidiar y un paisaje que se podía ver hasta el infinito. A nuestros pies se veía un gran lago rodeado de montañas y una amplia pradera que había más allá. Se podía respirar la paz en aquel lugar y una tranquilidad reconfortante. Respiré una gran bocanada de aire con los ojos cerrados disfrutando del momento. Ahora que nos habíamos encontrado un lago podríamos quitarnos aquella substancia y probablemente dejar atrás la “Maldición Musical”. No era desagradable, pero las canciones que salían de nuestras bocas contaban cosas demasiado enterradas obligándonos a contar nuestros secretos, a decir todos nuestros sentimientos sin mentir.

Pero ahí estaba, nuestro objetivo. Casi parecía como si aquel mundo nos hubiese guiado hacia aquel lugar con aquel sendero, algo que resultaba extraño ya que no habíamos visto ningún otro ser vivo además de nosotros. Señalé hacia el lago e hice un gesto indicando que iba a descender, por suerte había una zona por la que podíamos bajar sin tener que tener miedo de matarnos por una mala caída.

[Nell]

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Le cogió las flores, una pequeña sorpresa para Hana, puesto que una parte de ella esperaba que las tirara al suelo o la ignorara.

—Soy la pregunta del millón. Siempre la interrogación, no respondas que sí porque si. ¿Y qué? ¿Qué podrías tú decir si yo no te voy a oír? No me entiendes y nunca seré lo que esperas de mí. Jamás ya me vas a conocer. Sincorazón y hombre puedo ser, no me uses y apartes de ti. Y vi como alguien aprendió lo que nadie le enseñó. No me entienden, no estoy aquí.

>>Y yo solo quiero ser real y sentir el mundo igual que los otros, seguir siempre así. ¿Por qué yo tendría que cambiar? Nadie más lo va a intentar y no entienden que sigo aquí.

Oh, así que incluso ese tipo duro de Bastión Hueco tenía su corazoncito. Era lo que pensaba Hana mientras le veía oler las flores, como si de verdad disfrutara con el aroma. En parte, era bonito ver a un chico hacer ese tipo de gestos, porque por lo general preferían despreciar las flores o achacarlo solo a lo femenino.

Sin embargo, estos pensamientos desaparecieron de golpe cuando Ragun adoptó ese aspecto de sincorazón que él mismo describía en su canción. Hana retrocedió instintivamente un paso, atónita por la transformación monstruosa que acababa de tener lugar. Lo peor eran los ojos, que no la perdían de vista. Si no hubiese sido porque continuó la canción, la aprendiza habría pensado con seriedad el salir corriendo o el enfrentarse a tan aborrecible bestia.

—Y tú, ves lo que ellos nunca ven. Te daría el cien por cien, me conoces y ya no hay temor. Yo mostraría lo que soy si tu vienes donde voy. No me alcanzan, si eres mi amiga mejor. ¿Qué sabrán del mal y el bien? Yo no soy lo que ven. Todo un mundo durmiendo y yo sigo soñando, ¿por qué? Sus palabras susurran mentiras que nunca creeré. Y yo, solo quiero ser real y sentir el mundo igual. Que los otros por ellos por mí. ¿Por qué yo tendría que cambiar? Nadie más lo va a intentar. Estoy solo, y sigo aquí. ¡Solo yo, estoy aquí! ¡Sigo aquí!

>>Sigo aquí…

Volvió a recobrar su aspecto humano, e incluso pareció algo debilitado. Se hizo el silencio entre los dos, y aunque la “Maldición Musical” no existiese, probablemente Hana tampoco hubiera encontrado palabras para expresar todas las cosas que le pasaban por la cabeza. ¿Cómo alguien tan aparentemente normal escondía la identidad de un monstruo? ¿Por qué no hacía más que pasarle aquello? El caso le recordaba demasiado a uno que prefería olvidar… el de Zande.

Ragun se dio la vuelta y continuó por el camino. Tras unos momentos de duda, Hana decidió seguirle, aunque continuó manteniendo las distancias. Solo se detuvo un momento para recoger otra flor para ella y ponérsela detrás de la oreja, enredada en el pelo.

Finalmente, llegaron a lo alto de la colina, desde el que se apreciaba a sus pies un lago lejano y un horizonte con una encantadora puesta de sol. Se quedó contemplándola, hasta darse cuenta de que se había situado al lado de Ragun. Cerca del monstruo.

Pero, ¿qué era un monstruo y qué no lo era? También había considerado monstruos a las sirenas. Y ahora…

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—No sé si quedan amigos, ni si existe el amor. Si puedo contar contigo para hablar de dolor. Si existe alguien que escuche cuando alzo la voz, y no sentirme sola —le cantó, de algún modo, para responderle—. Puede ser que la vida me guíe hasta el sol. Puede ser que el mar ahogue el llanto, o que toda la risa le gane ese pulso al dolor. Puede ser que la mala sea hoy yo...

»Naces y vives solo. Naces y vives solo. Naces y vives solo hoy.

—Voy haciendo mis planes, voy sabiendo quien soy. Voy buscando mi parte, voy logrando el control. Van jugando conmigo, van rompiendo mi razón. Van dejándome solo.

»Naces y vives solo. Naces y vives solo. Naces y vives solo hoy.

Hacía tiempo que no le importaba cantar. Los dos habían pasado suficientes momentos vergonzosos para que unos cuantos más no influyeran. Y el lago que les liberaría estaba a plena vista.

[Sombra]

Hana se colocó a mi lado disfrutando el paisaje unos segundos seguido de un silencio largo, sin embargo la aprendiza de Tierra de Partida rompió el hielo con una nueva canción.

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—No sé si quedan amigos, ni si existe el amor. Si puedo contar contigo para hablar de dolor. Si existe alguien que escuche cuando alzo la voz, y no sentirme sola —asentí al comprender lo que trataba de decir con su canción—. Puede ser que la vida me guíe hasta el sol. Puede ser que el mar ahogue el llanto, o que toda la risa le gane ese pulso al dolor. Puede ser que la mala sea hoy yo...

»Naces y vives solo. Naces y vives solo. Naces y vives solo hoy.

No pude evitarlo, inducido una vez más por la "Maldición Musical" abrí la boca como si un diablo me hubiese poseído para obligarme a cantar. No podía acostumbrarme a aquella sensación, era una fuerza demasiado fuerte la que me impulsaba a desahogar todo lo que mantenía dentro con música.

—Voy haciendo mis planes, voy sabiendo quien soy. Voy buscando mi parte, voy logrando el control. Van jugando conmigo, van rompiendo mi razón. Van dejándome solo.

»Naces y vives solo. Naces y vives solo. Naces y vives solo hoy.

Por fin, ambos acabamos descendiendo la colina. El lago estaba allí, frente a nosotros. ¡Ya podíamos librarnos de aquella maldición! No podía negarlo, a pesar de toda la vergüenza que habíamos pasado no era tan malo como había creíado al principio. Sin embargo, aunque tuviese su gracia la Maldición Musical no podíamos volver así al mundo real. Nos tacharían de locos como mínimo. Solo esperaba que nuestra teoría fuese cierta y que con agua aquellas esporas se despegasen de nuestro cuerpo y por tanto dejásemos de cantar.

Me quité rápidamente las botas y el pantalón y me metí en el agua hasta la cintura. ¡Estaba congelada la condenada! Sin embargo... Ahora que estábamos a unos instantes para librarnos de aquella maldición... ¿Por qué no una última canción mientras mi cuerpo se habituaba al agua de aquel frío lago? Quizás si pensaba en fuego mi cuerpo se caldeaba por sugestión.

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—Salimos hacia Sinfonía de Brujería, al litoral de lago azul. Para hacer una gira con nuestra maldición, no teníamos mucho tiempo. Gárland y Mateus estaban en el mejor lugar alrededor. Pero los muy estúpidos con un piro quemaron todo el lugar. Humo sobre el agua, fuego en el cielo. Cuando terminó el incendio tuvimos que buscar otro lugar. Pero el tiempo en Mundo Inexistente terminó. Parecía que perdíamos la carrera. Humo sobre el agua, fuego en el cielo.

>>Terminamos en el Bastión Hueco. Estaba frío y vacío, pero con la nave gumi de los de Tierra de Partida afuera. Hicimos nuestra música, con algunas luces rojas y camas viejas. Hicimos un lugar para sudar, no importa lo que haya salido de esto. Sé que nunca lo olvidaremos. Humo sobre el agua, fuego en el cielo.


Con eso dicho, di un salto de cabeza al interior del agua para zambullirme completamente. Saqué la cabeza hacia fuera una vez estuve completamente mojado. Sí... Lo notaba, ¡ya no tenía ganas de cantar a cada rato!

—¡¡¡Funciona!!! —Grité eufórico haciendo gestos con la mano a Hana para que también se metiese.

[Nell]

Después de la última canción a dúo, divisaron el lago. Ragun prácticamente voló hasta la orilla, desvistiéndose para empezar a sumergirse en las aguas. Hana se quitó la camiseta y los pantalones para quedarse con el bikini que siempre llevaba debajo (había que estar prevenida y no era muy diferente a un sujetador). Luego, dejó a propósito la mochila cerca del borde, porque tenía intención de transformarse, ya que se daba un chapuzón, y necesitaría vestirse después.

Mientras tanto, Ragun había dejado de avanzar y, en vez de terminar de cubrirse con el agua, soltó una última canción:

—Salimos hacia Sinfonía de Brujería, al litoral de lago azul. Para hacer una gira con nuestra maldición, no teníamos mucho tiempo. Gárland y Mateus estaban en el mejor lugar alrededor. Pero los muy estúpidos con un piro quemaron todo el lugar. Humo sobre el agua, fuego en el cielo. Cuando terminó el incendio tuvimos que buscar otro lugar. Pero el tiempo en Mundo Inexistente terminó. Parecía que perdíamos la carrera. Humo sobre el agua, fuego en el cielo.

>>Terminamos en el Bastión Hueco. Estaba frío y vacío, pero con la nave gumi de los de Tierra de Partida afuera. Hicimos nuestra música, con algunas luces rojas y camas viejas. Hicimos un lugar para sudar, no importa lo que haya salido de esto. Sé que nunca lo olvidaremos. Humo sobre el agua, fuego en el cielo.

No lo pudo evitar: Hana se rio, dándose cuenta de que contaba una anecdótica historia que no tenía ningún sentido para ella (¡puede que tampoco para él!). Iba a preguntarle, a modo de coña, qué había de verdad, si de verdad Gárland y Mateus habían provocado un incendio o si les había robado una nave gumi a algún pringado de Tierra de Partida. Sin embargo, a tiempo, calló. Ya había tenido suficientes equivocaciones como para cometer una más, justo en el último momento.

Sumergió los pies en la orilla del lago, meditándolo. Al igual que Ragun, ella también quería finalizar aquella rara maldición con algo. Nada de reproches al chico por su cancioncilla. Pensaba en una canción que también se refiriera a ellos, a los bandos. Y le salió algo muy extraño:

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―Desde que el mundo cambio-ó estamos mucho más unidos. Con las Llaves, luchamos juntos contra el maaaal. Algo extraño pasaba, se compraban. En tamaño y color, ellas son las Llaves. Y ahora todas oh, oh, oh, están fuera de control. Junto a las Llaves, conseguiremos vencer al Ryota finaal. Junto a nuestras Llaves, lucharemos por el mundo. Con fuerza y luces, hasta librar a Tierra de Derhe Yeno. Y descubrir la verdad. El poder del corazón. No vayas al mundo digital. Llaaaa-veees Esss-paaa-daaaa.

Calló y se rio de sí misma. Luego, imitó a Ragun y se zambulló. En cuando estuvo lo suficiente profundo, se convirtió en sirena, para pasar a regar sus escamas e hizo varias acrobacias bajo el agua para estirarse. Volvió a la superficie cuando escuchó al chico gritar:

—¡¡¡Funciona!!!

―¡Por fin! ―sonrió.

Sí, por fin. Por fin iban a poder matarse el uno al otro.

Cómo no, se le cayó la sonrisa. Hasta entonces, habían estado colaborando debido a que ambos padecían del mismo mal y tenían que ponerle una solución. Ahora nada impedía que continuaran con su lucha y sus intentos de asesinato. Hana no sabía cómo de poderoso sería Ragun, pero una cosa era segura: no quería enfrentarse a él. No por amistad, ni compañerismo, sino porque sospechaba la respuesta. Ya le había hecho una demostración antes.

Por el momento, estaban en su terreno. En el agua sería más rápida, más letal. Pero estaba decidida a no ser la que diera el primer paso, salvo que él mostrara intenciones. Quizá ni siquiera se había dado cuenta de la situación.

―Ah, sí, qué bien. ¿Y alguna idea para salir de aquí…? ―Se hizo la distraída y trató de distraerle a él también de la cuestión importante.

De hecho, era una buena pregunta. Se habían librado de la maldición, pero no habían encontrado el camino a casa

[Sombra]

Mientras me daba un chapuzón (sin alejarme a zonas donde no hiciese pie ya que mis habilidades en el agua no eran mi fuerte) Hana hizo lo mismo que yo momentos antes con una canción propia que serviría de despedida a aquella maldición.

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―Desde que el mundo cambio-ó estamos mucho más unidos. Con las Llaves, luchamos juntos contra el maaaal. Algo extraño pasaba, se compraban. En tamaño y color, ellas son las Llaves. Y ahora todas oh, oh, oh, están fuera de control. Junto a las Llaves, conseguiremos vencer al Ryota finaal. Junto a nuestras Llaves, lucharemos por el mundo. Con fuerza y luces, hasta librar a Tierra de Derhe Yeno. Y descubrir la verdad. El poder del corazón. No vayas al mundo digital. Llaaaa-veees Esss-paaa-daaaa.

―Bonita canción ―comenté con un tono de voz normal, sin canciones, sin timbres de voz cambiados ni entonaciones melódicas.

Hana se metió de lleno en el agua desapareciendo durante unos instantes bajo las aguas cristalinas. Creí ver una cola, pero no estuve del todo seguro si era mi imaginación o no.

—¡¡¡Funciona!!! —exclamé informando de la buena noticia.

―¡Por fin! ―respondió sonriente. Sin embargo...

Aquello quería decir que se acababa aquello de colaborar, ¿no?

Hana pareció darse cuenta de ello también, puesto que su sonrisa se borró en un abrir y cerrar de ojos. Toda la felicidad que el momento pudiese tener se marchó como el último tren de la estación. Ahora la tensión rodeaba el ambiente, e incluso parecía que afectaba al propio mundo, ya que dentro de mi cabeza creía poder escuchar una melodía.

―Ah, sí, qué bien. ¿Y alguna idea para salir de aquí…? ―preguntó rompiendo el hielo tras unos mortificantes segundos.

Ahora que lo pensaba... ¿Cómo narices íbamos a salir del mundo?

—Quizás... ¿En Glider? —ladeé la cabeza tratando por un instante de olvidar la guerra. Debíamos de colaborar, al menos por el momento—. Podemos subir hacia arriba hasta atravesar el cielo, quizás sea la forma más eficaz —Hice un gesto de desconcierto con las manos.

>>¿O una puerta de salida? Entramos por una partitura y recorrimos el mundo como si siguiésemos esa sinfonía, quizás al llegar al final encontremos esa puerta. Algo como... ¿El Bosque de los 100 Acres?

Torcí una mueca de desagrado por un instante, sabía que me arrepentiría de lo que iba a decir, pero por ahora tendríamos que hacer eso.

—Hagamos un tratado de no agresión —sugerí tras unos momentos de silencio—. Colaboraremos, y una vez fuera de este sitio cada uno se irá por su lado. No tiene que haber derramamientos de sangre, no hoy ¿Te parece bien?

>>En fin, no es tiempo para quedarnos a bañarnos aquí (bueno, eso y que no quiero meterme en una parte más profunda) así que sequémonos y vamos a buscar esa salida... No vaya a ser que acabemos cantando alguna cosa peor.

[Nell]

Tal y como Hana sospechaba, Ragun aún no se había dado cuenta de cómo había cambiado la situación al haberse librado de la maldición. Nada les impedía empezar a sacarse los ojos, como dictaban las leyes de su estúpida guerra.

—Quizás... ¿En Glider? —propuso—. Podemos subir hacia arriba hasta atravesar el cielo, quizás sea la forma más eficaz.

»¿O una puerta de salida? Entramos por una partitura y recorrimos el mundo como si siguiésemos esa sinfonía, quizás al llegar al final encontremos esa puerta. Algo como... ¿El Bosque de los 100 Acres?

―No sé qué es el Bosque de los 100 Acres, pero vale, probemos.

A ella no se le ocurría ninguna idea mejor. No recordaba que en el punto de inicio hubiera ninguna puerta que fuera de entrada y salida. Ni siquiera recordaba que hubiera llegado por ninguna puerta. Y esa maldita planta les había hecho perder más tiempo buscando una forma de escapar de aquel lugar tan bonito y, al mismo tiempo, terrorífico.

Estaba oteando un lugar donde secarse cuando, demostrando que en realidad no se le había pasado por alto, Ragun incidió en el tema que Hana habría querido evitar a toda costa:

—Hagamos un tratado de no agresión. Colaboraremos, y una vez fuera de este sitio cada uno se irá por su lado. No tiene que haber derramamientos de sangre, no hoy ¿Te parece bien?

―Me parece bien ―respondió de inmediato―. Hoy no tengo ganas de seguirles el juego.

De hecho, como había revelado cantando, no apoyaba la guerra y ningún día tenía ganas de obedecer a los Maestros. Se le ocurrió que algo bueno había sacado de las dichosas canciones: que sabiendo su opinión, quizá Ragun no la viera tanto como un objetivo a batir, ya que su muerte no supondría ni una pequeña victoria.

Aun así, seguiría vigilando su espalda y no se relajaría. Tan tonta no era.

―En fin, no es tiempo para quedarnos a bañarnos aquí (bueno, eso y que no quiero meterme en una parte más profunda) así que sequémonos y vamos a buscar esa salida... No vaya a ser que acabemos cantando alguna cosa peor.

Le hizo caso y, tras unas rocas, volvió a su apariencia humana y se vistió con el recambio que traía en la mochila. En cuanto estuvo lista, invocó su Llave, la transformó en glider y voló hacia el cielo, con Ragun detrás. Esperaba atravesarlo en cualquier momento, como era lo habitual, y salir al espacio exterior. Sin embargo, se llevó una desagradable sorpresa…

… en forma de golpe. Chocó contra una especie de barrera, como si el mundo completo estuviera dentro de una esfera, aunque por suerte no voló por los aires, ni cayó del glider. Pero le hizo muchísimo daño en la nariz, aún con el casco protegiéndola. Soltó un par de palabrotas antes de volverse hacia Ragun, frotándose la zona afectada.

―¿Y ahora qué?

Tanteó la barrera (daba la impresión de ser un cielo falso), en busca de algún agujero, sin éxito. Hasta entonces no había estado nunca en un mundo del que no pudiera salir al espacio, y aquello la asustaba un poco.

―¿Cómo decías que era la salida de ese Bosque? Miremos por el campo, desde el glider, puede que se nos haya pasado algo.

Cruzó los dedos para que vieran algo, porque no le apetecía quedarse encerrada con Ragun. Estaba bien eso del alto el fuego, pero seguía siendo un tipo raro con un brazo enfermo (¿lepra?).

[Sombra]

Ambos "firmamos la paz", al menos por ahora. Hana fue tras unas rocas (¿creí ver una cola de pez otra vez?)para cambiarse, mientras que yo simplemente me quité todo y activé la armadura de portador, aunque sin el casco.

Esperé por Hana, que acabó por salir tras un rato de detrás de aquellas rocas ya vestida con un recambio y se colocó a mi lado. Ambos hicimos lo mismo: Invocamos nuestras Llaves Espada y las transformamos en el Glider. La aprendiza de Tierra de Partida llevó la delantera subiendo en picado algo que tampoco dudé en hacer... Ya que no nos esperábamos lo que ocurrió a continuación.

¡BAM!

Hana fue la primera en estamparse contra el cielo falso, era casi imposible de distinguir que no era real y yo tampoco pude frenar a tiempo por lo que yo también me vi chocando contra aquella barrera dándome un golpetazo en la cara. Tendría que haberme puesto el casco.

―¿Y ahora qué?

Me acerqué al cielo y lo acaricié con la palma de mi mano, no era como tocar una pared o un cristal, más bien era como si algo invisible estuviese allí en medio, simplemente no se podía pasar de allí.

―¿Cómo decías que era la salida de ese Bosque? Miremos por el campo, desde el glider, puede que se nos haya pasado algo.

―Por lo que sé el mundo te permite caminar por una especie de "mapamundi" y al caminar sobre ciertas zonas apareces teletransportado sobre otras... Incluyendo la salida ―torcí un gesto de incomodidaz―. No sé las "reglas" de este mundo, pero creo que debemos encontrar algo que... "Destaque", algo que parezca fuera de lugar. Sí, eso es.

Observé el paisaje bajo nosotros, había montañas, bosques, ríos, lagos, sobre el acantilado que acababamos de bajar había una partitura brillante, el campo de flores... Espera, ¿una partitura?

―Oye, ¿estaba esa partitura antes ahí? ―señalé. ¿Quizás había aparecido por habernos "curado"?

>>Creo que merece la pena intentarlo.

Con eso dicho descendí a toda velocidad del vehículo aterrizando bruscamente sobre la hierba de manera que casi me rompo la crisma. Corrí hacia el extraño objeto y lo cogí con las manos.

―Es esto... ―susurré.

Notaba claramente magia salir de aquel objeto, en cierto sentido parecía la misma magia que los portales de luz y oscuridad.

Esperé a que Hana estuviese también abajo y me aproximé a ella.

―Tócalo tú también, creo que hemos llegado al final. Puede ser que la condición para salir haya sido curarnos y... Estar juntos.

Esperé a que la aprendiza tocase también el objeto. ¿Qué ocurriría a continuación?

[Nell]

El único consuelo de Hana fue que Ragun también se estampó contra el cielo falso. Sonrió y, en cualquier otra situación, se habría mofado de él, pero no estaba la situación como para amiguismos. Y por suerte, el casco le ocultaba el gesto.

Además, aún tenían que resolver el problema de la salida.

―Por lo que sé el mundo te permite caminar por una especie de "mapamundi" y al caminar sobre ciertas zonas apareces teletransportado sobre otras... Incluyendo la salida. ―Pero qué cosa tan absurdamente rara. ¿Quién querría ir a un sitio así?―. No sé las "reglas" de este mundo, pero creo que debemos encontrar algo que... "Destaque", algo que parezca fuera de lugar. Sí, eso es.

Y por lo tanto, tenían que sobrevolar el mundo, como Hana había propuesto. Sin embargo, apenas les bastó una ojeada para que Ragun detectara algo.

―Oye, ¿estaba esa partitura antes ahí? ―señaló.

―No sé, estaba más preocupada por dejar de cantar.

―Creo que merece la pena intentarlo.

Siguió a Ragun hacia la partitura que ahora flotaba a ras de suelo, en mitad del campo de flores. Parecía tener prisa por llegar hasta el objeto, y Hana temió por un momento que, al cogerlo, desapareciera de allí y la dejara sola. Quizá esa era su intención.

No obstante, Ragun permaneció encerrada con ella, aunque a juzgar por su expresión había dado con la clave que andaban buscando. Se acercó a ella para mostrárselo.

―Es esto...

Hana ni siquiera le echó un vistazo. Lo único que quería era salir de allí cuanto antes.

―Tócalo tú también, creo que hemos llegado al final. Puede ser que la condición para salir haya sido curarnos y... Estar juntos.

―¿Qué? ―Eso sonaba estúpidamente romántico. Por suerte, el casco volvió a salvarla de verse delatada. Dedujo que Ragun se refería simplemente a colaborar o salir a la vez―. Sí, lo que sea, mejor intentarlo que quedarnos a hacer coronas de flores.

Lo agarró del lado que Ragun le ofrecía, esperando sentir de nuevo ese teletransporte, de regreso al mundo real. Sin embargo, nada sucedió. Hana dejó pasar unos cuantos segundos, por si se hacía la luz de repente, como había ocurrido la última vez. Pero ya tenía probado que aquel no era su día de suerte.

―¡Mierda! ¿Qué se supone que tenemos que hacer? ―protestó.

Entonces, se le desvió la mirada hacia la partitura, que brillaba con una luz tenue, sin llevarles a casa, pero a la espera de algo. Un vistazo fue suficiente para darse cuenta de que había letra escrita en ella. A Ragun tampoco le pasó desapercibido.

―Este mundo nos odia ―murmuró, sin querer mirarle―. De acuerdo. Esta será la última vez.

Como si la partitura supiera que habían encontrado la solución, empezó a entonar la melodía, que pronto Hana y Ragun acompañaron con su canto, leyendo la letra que había escrita…



Un sincorazon
buscando el reino de los corazones.
Un lugar que no existe
Un corazón recluso, atrapado, que quiere salir fuera.
Mis sentimientos qué son de ellos, no lo sé.
Pensé y pienso en un mañana, en un ayer.
No sé si podré ya querer como antes.
Hace tiempo que mi corazón no late.
Se muere lentamente aunque no quiera.
Quiero ir a un lugar donde nada me hiera.
Quisiera alejar ya todo el dolor, pesar las cargas.
Veo todo de otro color, algo más gris o más oscuro.
Disimular las lágrimas es duro, cruda es la realidad
que percibimos y nos escondemos lejos de la que vivimos.
Mantengo prisionero al sufrimiento.
Miento, digo que vivo el momento,
lo siento por querer abandonar… (¡Lo siento!).
Quiero desaparecer, irme a otro lugar.
Sigo arrastrando mis penas y alegrías.
Luz y oscuridad mis días.
Quizás sigo siendo aquel crio distinto a los otros, lo noto.
Mi corazón porque está roto.
Olvidé mi pasado pa hacer un futuro sin ti.
Por duro que fuese, quiero ser ese que era antes de morir.
Quiero un lugar en el que no vuelva sufrir.
Resurgir de mis cenizas.
Estoy muerto por dentro de soportar tantas palizas.
Las caricias se desvanecieron,
con lágrimas que en este cuento se perdieron.
Soy un sin sombra.
Soy un sincorazon.
Sigo en busca de un porqué, de una razón de mi existencia.
Engañan las apariencias, en poco tiempo muchas malas experiencias.
Demasiadas pa mi gusto.
La vida te da sustos y no es justo.
La oportunidad se agota,
noto una fuerte presión.
Será lo último que sentirá mi corazón.
Lejos de todo y todos quiero irme,
gritar alto y que nadie pueda oírme,
Palabras pa ti vacías,
que me hacen eco y se repiten en mi corazón sigue hueco.
Ojos abiertos, pero parpados cerrados.
Diste un paso hacia un lugar equivocado.
Quieres arrepentirte y no te atreves.
Quieres ver el mundo del revés, no crees en dios.
Bajo mis pies está el adiós a un mundo que nunca existió.
La oscuridad reina sobre la luz las penas del día
que se encierran tu ataúd.
Una luz de sentimientos recuerdos desordenados
del olvido no has borrado un cero obsesionado con
solo un tesoro que no es de bronce ni de plata ni de oro.
El último rayo de luz jamás se extingue.
Te distingues por tu personalidad (¡finge!).
Para hallar la felicidad eterna en el baúl de los recuerdos que conservas.
Pese a todo sigo solo con dudas a avanzar.
No tengo pruebas de que existo,
mi corazón sigue muerto por lo visto.
Escribo por épocas, mis letras, se siente mi llanto, mi pena en forma de gota.
Y siento que ya no puedo.
Poco a poco voy sintiendo como me muero.
No estoy en ninguna parte,
solo con un corazón roto que ya no controlo.
Lo que no mata dicen que hace más fuerte.
La suerte no existe.
Pido por mí la muerte.
Vendo mi alma por un corazón que sirva.
Estoy harto de ver las cosas siempre del mismo prisma.
Mi corazón lo consumió el olvido
por negarme a recordar lo vivido.
No tengo alma, soy un incorpóreo
que plasma sentimientos en folios.
Me convertí en una sombra.
Busco el reino de los corazones.
Pa no estar a solas…

Y se hizo la luz.

[Sombra]

―¿Qué? ―Se extrañó Hana aparentemente―. Sí, lo que sea, mejor intentarlo que quedarnos a hacer coronas de flores.

Recordé con algo de gracia la canción que ambos habíamos entonado antes en el campo floral. En el fondo no había estado tan mal...

Hana agarró la partitura por el otro lado, pero no hubo teletransporte, ni luces, ni señales... Nada. La decepción se hizo patente en nosotros, y con razón. ¿Cómo íbamos a abandonar el mundo entonces? Debíamos volver al mundo real.

―¡Mierda! ¿Qué se supone que tenemos que hacer? ―Se quejó.

―Debemos haber pasado algo por alto... ―susurré pensativo.

Por suerte, Hana no tardó en descubrir lo que necesitábamos hacer. No hizo falta intercambio de palabras, pues lo que debíamos hacer... Estaba escrito en aquel pergamino. Debíamos hacer lo que habíamos estado haciendo todo el tiempo... Cantar una vez más.

―Este mundo nos odia. ―No tardó en protestar una vez más―. De acuerdo. Esta será la última vez.

De pronto, una melodía empezó a sonar desde la propia partitura, casi como guiándonos por las musicales notas de aquel piano inexistente, esperando que siguiésemos el ritmo de la música mientras leíamos aquella canción.



Un sincorazon
buscando el reino de los corazones.
Un lugar que no existe
Un corazón recluso, atrapado, que quiere salir fuera.
Mis sentimientos qué son de ellos, no lo sé.
Pensé y pienso en un mañana, en un ayer.
No sé si podré ya querer como antes.
Hace tiempo que mi corazón no late.
Se muere lentamente aunque no quiera.
Quiero ir a un lugar donde nada me hiera.
Quisiera alejar ya todo el dolor, pesar las cargas.
Veo todo de otro color, algo más gris o más oscuro.
Disimular las lágrimas es duro, cruda es la realidad
que percibimos y nos escondemos lejos de la que vivimos.
Mantengo prisionero al sufrimiento.
Miento, digo que vivo el momento,
lo siento por querer abandonar… (¡Lo siento!).
Quiero desaparecer, irme a otro lugar.
Sigo arrastrando mis penas y alegrías.
Luz y oscuridad mis días.
Quizás sigo siendo aquel crio distinto a los otros, lo noto.
Mi corazón porque está roto.
Olvidé mi pasado pa hacer un futuro sin ti.
Por duro que fuese, quiero ser ese que era antes de morir.
Quiero un lugar en el que no vuelva sufrir.
Resurgir de mis cenizas.
Estoy muerto por dentro de soportar tantas palizas.
Las caricias se desvanecieron,
con lágrimas que en este cuento se perdieron.
Soy un sin sombra.
Soy un sincorazon.
Sigo en busca de un porqué, de una razón de mi existencia.
Engañan las apariencias, en poco tiempo muchas malas experiencias.
Demasiadas pa mi gusto.
La vida te da sustos y no es justo.
La oportunidad se agota,
noto una fuerte presión.
Será lo último que sentirá mi corazón.
Lejos de todo y todos quiero irme,
gritar alto y que nadie pueda oírme,
Palabras pa ti vacías,
que me hacen eco y se repiten en mi corazón sigue hueco.
Ojos abiertos, pero parpados cerrados.
Diste un paso hacia un lugar equivocado.
Quieres arrepentirte y no te atreves.
Quieres ver el mundo del revés, no crees en dios.
Bajo mis pies está el adiós a un mundo que nunca existió.
La oscuridad reina sobre la luz las penas del día
que se encierran tu ataúd.
Una luz de sentimientos recuerdos desordenados
del olvido no has borrado un cero obsesionado con
solo un tesoro que no es de bronce ni de plata ni de oro.
El último rayo de luz jamás se extingue.
Te distingues por tu personalidad (¡finge!).
Para hallar la felicidad eterna en el baúl de los recuerdos que conservas.
Pese a todo sigo solo con dudas a avanzar.
No tengo pruebas de que existo,
mi corazón sigue muerto por lo visto.
Escribo por épocas, mis letras, se siente mi llanto, mi pena en forma de gota.
Y siento que ya no puedo.
Poco a poco voy sintiendo como me muero.
No estoy en ninguna parte,
solo con un corazón roto que ya no controlo.
Lo que no mata dicen que hace más fuerte.
La suerte no existe.
Pido por mí la muerte.
Vendo mi alma por un corazón que sirva.
Estoy harto de ver las cosas siempre del mismo prisma.
Mi corazón lo consumió el olvido
por negarme a recordar lo vivido.
No tengo alma, soy un incorpóreo
que plasma sentimientos en folios.
Me convertí en una sombra.
Busco el reino de los corazones.
Pa no estar a solas…

Una potente luz nos envolvió a ambos en cuanto acabamos de entonar la última letra y tras unos instantes... Los dos fuimos sacados de allí al fin.

***

Jamás pensé que echaría tanto de menos pisar mi nave gumi, pero no me importó estar a punto de romperme la crisma contra el suelo, no. Me importaba haber vuelto entero... Casi me tentó besar el suelo de la nave.

Pero no estaba solo. Hana había aparecido también, ya nada impedía que uno de los dos atacase al otro... Pero no merecía la pena, no contra ella... Quizás estaba siendo demasiado blando, o estaba demasiado cansado, pero lo cierto es que en aquel momento habría sido incapaz de atacarla.

―Ha sido una experiencia horrible ―admití―. Pero... Supongo que no has estado tan mal.

Me aproximé a la nevera de la nave y cogí una lata de cerveza importada desde Port Royal que lancé hacia Hana para que la cogiese al vuelo, cogí una más para mí y la abrí sin miramientos dando un generoso trago tratando de aliviar tensiones.

En el suelo de la nave estaba aquella maldita partitura, aunque aquella vez no iba a volver a caer dentro de ella. La recogí del lugar donde había caído y la tiré en el cubo de basura sin más... Y dicha basura acabaría perdida en el intersticio. ¿Quién sabe? Alomejor alguien más acababa pasando la misma aventura que nosotros.

―Por nuestra huida de ese "mundo". ―Alcé la lata en el aire.

Me di cuenta demasiado tarde que el brindis debería de haberlo hecho antes de haber empezado a beber, pero esperaba que Hana no se diese cuenta de aquel detalle insignificante.

―Ah, y por cierto... Espero que todo lo que ha ocurrido sea... Ya sabes... Confidencial. No creo que fuese bueno para nuestra imagen que la gente descubriese... ―Hice el gesto de unas comillas con los dedos―. Nuestra "habilidad" para cantar.

Al menos mi imágen de aprendiz implacable y letal acabaría yéndose al traste de descubrirse todo lo que habíamos vivido por culpa de la maldición de la flor musical.

[Nell]

Los dos aprendices reaparecieron en la nave de Ragun. Hana soltó un largo suspiro e incluso se dejó caer al suelo, como si estuviera agotada por un esfuerzo sobrehumano. ¡Y para no estarlo! ¡Ese dichoso mundo les había hecho cantar hasta el último segundo! Tendrían que vivir con ese recuerdo lo que les quedaba de vida; que la de Ragun, no sabía, pero la suya era un pelín larga.

―Ha sido una experiencia horrible. Pero... Supongo que no has estado tan mal.

―Aun así no cuentes conmigo para repetirla ―replicó, haciéndose la dura. No iba a reconocer que en determinados momentos lo había disfrutado.

Se puso en pie, dándose cuenta de que sobraba. Había allanado la nave de Ragun, al fin y al cabo (y así había dado con la dichosa partitura), y aun en tregua, seguían perteneciendo a bandos distintos. No había ninguna razón para que Hana siguiera allí, incluso podía ser incómodo.

Sin embargo, con paso decidido, Ragun se dirigió a su nevera, sacó algo de ella y se lo lanzó a Hana, que cogió al vuelo.

―Tú sí que sabes cómo celebrarlo ―alabó, al comprobar que era una cerveza.

―Por nuestra huida de ese "mundo".

Alzó la lata para brindar (no estaba familiarizada con los formalismos y no le dio importancia a que Ragun ya hubiera echado un trago) y bebió largo y tendido. Tenía la garganta seca después de tanto cantar.

―Ah, y por cierto... Espero que todo lo que ha ocurrido sea... Ya sabes... Confidencial. No creo que fuese bueno para nuestra imagen que la gente descubriese... Nuestra "habilidad" para cantar.

―Descuida, no se lo pienso contar a nadie. Y esperaba que tú hicieras lo mismo. ―Ella también tenía una reputación que mantener―. Será nuestro secreto.

Y cuanto menos hablaran de ello, ¡mejor!

No obstante, los ojos de Hana se desviaron irremediablemente hacia el cubo de la basura donde Ragun había echado la partitura. No tenía ni idea de qué pensaba hacer el aprendiz con el objeto, si simplemente se desharía de él o lo usaría para algo. De hecho, eso último no sonaba nada mal. A Hana se le estaba ocurriendo una idea.

―Creo que esta bonita experiencia merece ser vivida por muchísima gente más, ¿no crees? ¿Qué vas a hacer con la partitura? ―preguntó, antes de proponer―. Seguro que se te ocurre alguien a quien quisieras proponer que la tocara… A mí unos cuantos. No la quiero, pero tengo curiosidad.

En efecto, no le insinuaba que se la diera (él la había encontrado y ella no pensaba robársela), aunque sí quería saber cuál sería su destino. Podía ser una broma bastante graciosa de hacer, y en caso de conocer al objeto de burla, querría a toda costa estar presente.

Aquello no los hacía amigos, ni compinches, ni compañeros. Simplemente quiso darle conversación mientras se terminaba la cerveza, sabiendo que a continuación se marcharía. Nada era más aburrido que beber en silencio.