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Perfecto».
Finalmente, habían dado con el cazarrecompensas que buscaban. No le vio porque quería mantenerse oculto, pero pudo deducirlo perfectamente por su conversación.
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¡Tienes que marcharte, Layle! —Light les escucharía perfectamente desde su posición, a escasos metros de ambos individuos. Sus oídos no le engañaban: el jorobado estaba advirtiendo al tal Layle—.
¡Están poniendo carteles por París! ¡Ya no estás seguro aquí!—
Vamos, vamos, no creo que sea para tanto —expresó despreocupado—.
Te preocupas demasiado Quasi. —
Creo… Creo que deberías ir dejando de hacer trucos por la calle. Al menos durante un tiempo…Aquella era su oportunidad perfecta. Estaban en la zona superior de la torre y acorralarle sería sumamente fácil. A menos que pudiera volar, que lo dudaba bastante, estaba atrapado.
Sin embargo, el problema seguía siendo el tal Quasi. Tampoco quería hacer daño a ningún inocente, pero si no quedaba otra estaba dispuesto a noquearle para que no les molestara.
Dirigió la vista hacia su compañera e interpretó leyendo sus labios que todavía no era el momento. Estaba claro que no estaba dispuesta a actuar delante de Quasi.
Asintió y esperó al momento oportuno, que vendría dado por Fátima. Vio que estaba cogiendo un cuenco y se preguntó qué estaba tramando.
Empezó a hacerse una idea del plan cuando inició la cuenta atrás. Preparado para moverse e iniciar la captura, esperó a que Fátima contara hasta cinco.
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A… A mí no me importa…La cuenta atrás finalizó.
Y entonces, Fátima lanzó el cuenco, provocando un ruido lo suficientemente fuerte para llamar la atención de los individuos. En cuanto vio que el jorobado se dirigía hacia el origen del ruido —afortunadamente no se dio cuenta de su presencia en la espaciosa sala—, Light aprovechó el momento para salir al exterior por el ventanal.
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Es él, sin duda», verificó tras ver su rostro.
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¿Qué pasa, Quasi? —El chico rubio se volvió inmediatamente hacia Light, quien había materializado ya su Llave Espada y se acercaba a él lentamente. El cazarrecompensas adivinó sus intenciones y retrocedió escasos pasos para mantener la distancia—.
¡Eh, tranquilo! —
Entrégate y no saldrás herido. No te resistas —le advirtió Light, serio.
—
¡Ja! Como que me voy a dejar capturar. En cuanto Fátima se reunió con él, supo que se encontraba en desventaja. Pero aun así no se iba a rendir tan fácilmente.
Una especie de cristal adherido en su mejilla comenzó a resplandecer por alguna razón. Después, dos burbujas creadas con magia envolvieron a Light y a Fátima y estos empezaron a elevarse en el aire sin que lo pudieran evitar.
El aprendiz soltó una exclamación e intercambió miradas incrédulas con su compañera.
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¿¡Qué…!? Cuando se dieron cuenta, ya no se encontraban sobre la torre. El muchacho rubio agitó rápidamente el brazo y sus cuerpos salieron despedidos, superando los límites de los balcones.
Las burbujas mágicas desaparecieron y a partir de ahí notaron que la magia no les mantenía en el aire; por ende, la fuerza de la gravedad les haría mucho daño si no hacían algo. Por suerte no se precipitaban hacia el suelo, sino hacia los tejados inclinados de unos edificios cercanos a la catedral.
Horrorizado, y con el corazón en la garganta, Light reaccionó a tiempo reduciendo la velocidad de la caída utilizando
Planeador para aterrizar de una pieza sobre la parte superior de la casa.
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¡Fátima! ¿Estás bien? —le preguntó a su compañera mientras se mantenía sujeto al tejado a duras penas.
—
¡Pilladme si podéis!Sobre sus cabezas se encontraba aquel sujeto, que parecía manejarse perfectamente por el aire. Aterrizó en un tejado cercano y comenzó a correr.
La persecución no había hecho más que comenzar.