[Libre] Jardines de Tierra de Partida

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Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra, Denna

Be light to burn

Notapor EspeYuna » Dom Nov 15, 2015 3:05 am

Había pasado un mes desde que Tierra de Partida volvió a la normalidad y Nadhia y sus amigos regresaron a su presente. Pensaban que tras aquello, todo sería más fácil. Pero no fue así.

Recordaba con gran angustia los primeros días de luto a Villa Crepúsculo. Su ciudad, su hogar... la oscuridad se lo había tragado. Aún no había tenido el valor de ir a comprobarlo por sí misma, pero Light le había dejado claro que se ahorrara el sufrimiento. No quedaba nada. Donde antes crecía una ciudad bañada por el atardecer, ahora sólo había rocas desperdigadas y una sensación desagradable con tan sólo acercarse a los restos del desastre.

Gracias a la Federación algunos ciudadanos consiguieron sobrevivir, pero no todos. Era un auténtico milagro que sus padres y su hermano siguieran vivos. Recordaba caer redonda al suelo cuando Montblanc le confirmó que estaban refugiados en Ciudad de Paso esperando atención. Sin embargo, no había rastro alguno de Sendh.

Nadhia tuvo que aceptar la terrible realidad. Dada su edad y su estado, iniciando una demencia, era muy poco probable que hubiera sobrevivido.

Su madre se echó a sus brazos, pero tras el emotivo encuentro todo fue de mal en peor. Nadhia tuvo que acarrear con las consecuencias de haber mentido y ocultado a su familia el secreto de los mundos y los Caballeros. Las noticias en los periódicos tampoco ayudaban demasiado, culpando a la Orden de no haber evitado la masacre de Villa Crepúsculo, un mundo que, hasta la fecha, no había tenido que preocuparse por los sincorazón.

En todo caso, sus padres no se tomaron demasiado bien que ella estuviera involucrada en ese nuevo mundo que estaban descubriendo a cuenta gotas. Su madre, al borde de un ataque de nervios, le rogó que se quedara con ellos. Su padre, aun en silencio, mostraba cierta preocupación y no parecía la misma persona. Para sorpresa de Nadhia, había vuelto a fumar a escondidas de su madre cuando tenía la oportunidad. Y su hermano... estaba empeñado en que lo convirtiera en aprendiz. Pero lo único que le motivaba era la sed de venganza por todos sus amigos y compañeros de Struggle caídos. Nadhia, aun si fuera maestra, no le concedería el privilegio de ser Caballero en aquellas condiciones.

Tuvo varias discusiones, hasta el punto de no querer ver a su familia por una temporada. Le pidió a Montblanc que, por favor, intentaran cuidar de ellos. El patriarca de los moguris le dijo que procuraría hacerlo, pero que entendiera que su familia no había sido la única perjudicada. Nadhia asintió en silencio la última vez que pisó la Orfebrería, seguida de Tandy, quien estaba sufriendo por las circunstancias y la preocupación de su protegida.

Aquellos días, Nadhia estuvo evadiendo a su familia y ayudando a Sam con los heridos y algunos de los refugiados. Pocas eran las víctimas que habían logrado sobrevivir, y a Nadhia se le partía el alma sólo de pensar en los niños a quienes instruía su hermano Dan. El impacto era demasiado grande para ellos, pero ella, a causa de la presión como consecuencia de su posición, no era capaz de entender los propósitos homicidas de su hermano a escaparse de cuando en cuando a los distritos no seguros.

No tuvo más remedio que pedirle a Tandy que lo vigilara y le protegiera. El pequeño, siendo su guardián, dudó en un principio por separarse de su amiga. Sin embargo, si Nadhia así se encontraba más tranquila y él podía ayudarla, aunque fuera sólo con velar por la seguridad de su familia, aceptó. La aprendiz, al borde del llanto, lo abrazó la noche que decidió regresar a Tierra de Partida, prometiendo que sólo sería por un tiempo, hasta que su familia consiguiera superar el duelo.

Otra persona se opuso a que regresara, y le echó en cara todo lo que había sucedido. No era ni más ni menos que Will, aquel chico arrogante que la había protegido una vez en Villa Crepúsculo junto a Ragun, y que había repudiado a ambos por su legado. También se enteró que era el hermano mayor de Sam, cuando éste intervino para separarlos. Nadhia se había encarado, furiosa.

Ver a su familia en aquel estado, Villa Crepúsculo destruida, las noticias de la prensa de Ciudad de Paso... todo se mostraba fuera de su alcance y le estallaba la cabeza, incapaz de retener el impulso de romperle la nariz a aquel imbécil que desconocía todo por lo que los Caballeros habían sufrido.

Clío logró intervenir, calmándola y consolando su situación. Pero también le advirtió que debía mantener la calma con aquella clase de actos, en especial comenzar una pelea callejera, y guardarse el rencor y el odio. Si no, no resolvería nada. Ella eso ya lo sabía, pero quizás había retenido por mucho, demasiado tiempo, su enojo.

A la semana tras volver de Ciudad de Paso, Nadhia siguió ayudando en todo lo posible en Tierra de Partida, aceptando misiones y pequeños encargos de sus maestros sin rechistar. Echaba de menos a Tandy, pero sabía que había hecho lo correcto. Con él, Nadhia no temería por la seguridad de su familia. Sin embargo, aquel no fue el único problema que tuvo que resolver de cara al futuro.

*****


Un día, llegó a sus manos una carta de puño y letra de Saron. En un principio, no supo si era buena idea volver a encontrarse a solas con él, sobre todo tras todo lo sucedido la última vez. Es más, quería olvidarse del tema del broche. ¡Bastantes problemas tenía, como para tener que preocuparse por almas pegadas a ella de por vida!

Sin embargo, algo le dijo que debía ir. Se preparó una noche y llegó al mundo y a la hora acordadas. Saron le esperaba en una casa propia de un conde adinerado, a las afueras de Castillo de los Sueños.

Le narró la historia de la nephilim Evangeline, la de sus hermanos Arthur y Clara, de aquel quien se hacía llamar Amo y de su siervo Xinjat, que tan sólo era el cascarón vacío de un inocente que se involucró demasiado, de nombre Janit. A ojos de Nadhia, tenía toda la pinta de tratarse de un incorpóreo esclavizado. Recordó el de Andrei a manos de Aaron y se le revolvió el estómago.

Nadhia escuchó, interesada, la historia. De principio a fin, no pudo evitar hacer preguntas. Saron le respondía y extendía más de la cuenta la historia de las almas perdidas en el broche de Nadhia, cosa que a ella, en aquel momento, no le molestaba. No tenía ninguna misión pendiente, no tenía que volver por Tandy y sus amigos estaban bastante ocupados. Light, por un lado, entrenando con sus nuevas alas de nephilim, algo que no pensaba contarle a Saron por si se interesaba demasiado por él. Y por otro lado, Fátima estaba demasiado encerrada en sus entrenamientos con ayuda de Malik, pues en nada tendría su examen.

Tras terminar la historia de Saron, el hombre le aseguró que no debía preocuparse más por el Amo y sus esbirros, ni por Arthur ni Clara. Nadhia enarcó una ceja, incrédula. ¿Qué les habría hecho cambiar de parecer para no seguir persiguiéndola cuando tenían la oportunidad? El conde le explicó que, efectivamente, se había encargado de Xinjat. Por otro lado, Arthur y Clara habían sido como unos hijos para él y parecía que habían entrado en razones tras tenderle él mismo una emboscada. Como era de suponer, estaban confusos y habían sido manipulados de tal manera que habían perdido completamente el rumbo de sus acciones. Ahora vivían en paz junto a él, en aquella mansión. Todavía se estaban recuperando de la hipnosis del Amo, y deseaban no encontrarse con Nadhia hasta que volvieran a controlar sus emociones y aceptar el duelo de su hermana Evangeline de la mejor manera posible. Y esta vez sin rencor a quien fue, sin duda, el amor de su vida y quien la liberó de sus responsabilidades por un tiempo.

Por otro lado, Saron le dio una buena noticia, y es que, tras entrar por la puerta, no pudo evitar sonreír de puro alivio y decir que "Por fin se ha ido". En efecto, el broche de Nadhia había perdido su poder, lo que significaba que el alma de Evangeline ya no pertenecía atada a ella. Ambos estuvieron sentados cerca del fuego, tratando de descubrir el por qué de aquella repentina desaparición del poder del broche. Ella tenía una teoría, y es que había permanecido dormida cerca de mil años para regresar a su tiempo. ¿Y si, por el camino, las almas del broche habían logrado hallar la paz? Era una posibilidad. Otra de ellas era de suponer que, quizás, Assur o la misteriosa Catrina hubieran hecho algo mientras ella soñaba ajena al mundo. Si aquello fuera cierto, no podía estarles más agradecidos. Pero era, como tal, otra supuesta teoría. Todavía no estaba muy claro el motivo. Y Saron confirmó que, en efecto, el sincorazón que la había arrullado en sus primeras pesadillas pudo ser el sincorazón de Janit.

Sin embargo, no todo eran buenas noticias. Nadhia había estado investigando sobre las almas de las Llave-Espada, y no había encontrado un mísero informe que redactara sobre ello. Pensar que era la única ya no sólo se le hacía raro, sino... sospechoso. Y más cuando, tras mil años de descanso convertida en cristal, Ángel Forjado no volvió a aparecer.

Saron le contó, entonces, la terrible verdad. Ese alma, conectada a su Llave-Espada, se hacía llamar Lucifer, encarando un nombre prohibido en los mundos habitados por los nephilim, ahora perdidos en el intersticio y convertidos en polvo de estrellas. Según las leyendas, Lucifer fue el primer nephilim que decidió encararse a la bondad y al sistema de su mundo, perdiendo sus alas y convirtiéndose en el mismo reflejo del diablo.

Nadhia conocía las historias de los demonios, fríos, manipuladores y sin escrúpulos. Lucifer había intentado reencarnarse una vez en Evangeline gracias a los pecados instaurados por su fuga con Cédric. Al segundo intento, fue con Nadhia, aunque ésta se trataba de un recipiente mucho más frágil al tratarse de una humana. Saron dijo, sincero, que estaba aliviado de no haber tenido que intervenir. Le aseguró que encargarse de ella por el método rápido le hubiera ahorrado un sufrimiento atroz, y que había tenido mucha suerte en que, fuera el paso del tiempo, el silencio de un alma dormida o unos magos poderosos de otra época... hubiera intervenido.

La joven se sentía traicionada. La supuesta prueba del descenso de su Llave-Espada había sido una trola. Y su Llave-Espada había estado corrompida desde incluso después de quebrarse por su propio dolor. Era cruel pensar que, quizás, el llavero con el que se mostraba su Llave-Espada eran los restos de una sucia mentira. Tendría que hacer una visita, tarde o temprano, a la Orfebrería.

Saliendo el sol, Nadhia se despidió de Saron a la entrada de su propiedad. Y decidieron, por el bien de ambos, no volver a verse jamás.

*****


En una pequeña misión, tuvo la oportunidad de visitar al hermano de Ragun y el campamento de Siraj y Bahira. Fátima le había pedido que, por favor, fuera a ver a Bahira por si necesitaba algo en concreto. La mujer estaba ya a pocos meses de convertirse en madre y las altas temperaturas del desierto podían ser fatales para una embarazada. Sin embargo, Bahira era de hierro, y se encontraba perfectamente, no tanto como su marido, quien a pesar de seguir viendo a Nadhia como una niña a la que hacer de rabiar con sus bromas, estaba bastante preocupado por su mujer y su futuro hijo, tratando también de terminar los preparativos para su siguiente viaje a las montañas.

Nadhia también aprovechó para visitar al hermano de Ragun, quien siempre la recibía con los brazos abiertos. Al parecer, habían logrado librarse por un tiempo de los Cats, lo cual era un alivio. Tenían ya bastantes problemas en la Orden como para preocuparse por una organización de chiflados.

Lo cual, hizo que se acordara de Kit y una punzada de dolor le atravesara el pecho. ¿Hacía cuánto había pasado ya...?

*****


No pudo evitar visitar la Necrópolis aquel día, antes de volver a casa. Había dejado pendientes muchas cosas, entre ellas, visitar el Templo de la Reminiscencia y buscar una Llave-Espada en concreto.

Sin embargo, lo primero era lo primero. Visitó las tumbas de Kazuki y de Kit, dejando a cada uno una flor bastante rara que Bahira le había obsequiado antes de despedirse de ellos. Tras aquello, buscó durante horas la tumba de Cornelia.

Pero no encontró nada. Pensó que podría hallar, al menos, su Llave-Espada, hablar con ella, despedirse con más calma. Sin embargo, una duda asaltó su cabeza, ¿por qué?

Estaba segura que había sentido algo muy intenso por Cornelia aquellos dos días en el pasado. Pero era una mezcla de exagerada admiración y cierta atracción por una mujer que había considerado, hasta ahora, lo más hermoso que habían visto sus ojos. ¿Por qué estaba tan empeñada en seguir su fantasma? ¿Acaso tenía una relación tan especial con ella?

La respuesta era clara: no.

Había vivido una experiencia muy bonita en un milenio de descanso. Su mente había jugado con todos aquellos sentimientos y había construido una fantasía que, si bien tenía claro que se había tratado de una jugarreta retorcida de su subconsciente, estaba agradecida por la felicidad que le brindó. Pero tarde o temprano había tenido que despertar, y enfrentarse a la realidad.

Y la realidad era que...

Hola

Algún día, tendría que encontrarse con él.

*****


Estaba muy cambiado. Más alto, más adulto... no era el muchacho que conoció un año atrás. Sus ojos marrones permanecían ocultos bajo una mirada inyectada en sangre. Sin embargo, parecía más serena que meses antes de su desaparición. Su cabello había crecido, hasta tal punto de que se lo había recogido un poco hacia atrás, aunque con ambos mechones cayendo por sus mejillas. También vestía completamente diferente, con una gabardina que le llegaba hasta los tobillos.

Se sentaron en una roca cercana a la Llave-Espada de Kazuki, que permanecía intacta, aunque completamente sin vida.

Hablaron de muchas cosas. En esencial, de por qué desapareció. La bruja, fue su motivo. Nadhia se encogió, no muy segura de qué esperaba de aquella conversación. Sin embargo, siguió allí, escuchándole. Luego, ella no tuvo tapujos en echarle en cara todo. Él calló, aceptando las culpas, y observando con tristeza la espada de su segundo maestro.

Había estado preocupado por la Orden de Tierra de Partida, sobre todo los últimos días tras la caída de Villa Crepúsculo. Dijo que quería buscarla, pero que temía que hubiera muerto. Nadhia no contestó a esa suposición. Igualmente, a pesar del miedo, ¿de verdad quería buscarla?

Y entonces, él dijo que la seguía queriendo. Que no había dejado de pensar en ella tras haberla dejado atrás, pero que tras comenzar a experimentar un descontrol atroz con los poderes del ente que adormitaba dentro de él, temía hacer daño a sus amigos, y especialmente a ella.

La tomó de una mejilla, y le hizo una propuesta, si realmente seguía sintiendo algo por él.

Ven conmigo.

La idea fue tentadora. Fugarse con esa persona especial que la trataba como algo muy preciado. Buscar su propia felicidad, olvidarse de los problemas. Cuidarlo, tratar de eliminar aquellos tormentos causados por la bruja. Vivir su vida, ser libres.

Pero... aquello no estaba bien.

Nadhia rechazó los labios de Xefil, y éste, aún así, le besó en la frente. Admitió que sabía que la posibilidad de que se fuera con él estaba entre una de un millón. Porque la conocía.

Porque sabía que no podría abandonar Tierra de Partida. Porque él había visto cuánto amaba su nuevo hogar. Él, sin embargo, no había hallado esa felicidad. No hasta que acabara con la bruja. O se encontrara a sí mismo.

Nadhia lo acompañó hasta donde tenía escondida a su voluminosa mascota, quien reconoció a la joven al instante y se acercó para que ella le acariciara. Xefil le preguntó por Tandy, y ella le contó lo sucedido. Asintió y dijo que había hecho lo correcto.

Antes de subir a su medio de transporte, pues volaría y exploraría la Necrópolis un rato más encima de su fiel amiga, se acercó a Nadhia, le cogió de la mano y se la besó, como el caballero que siempre había mostrado ser.

Gracias por todo, Nadhia.

*****


Aquella noche, Nadhia no paró de llorar.

Había perdido muchas cosas por el camino. Su familia renegaba de su legado, al igual que muchos nativos de Ciudad de Paso, quienes antes siempre la habían tratado bien. Temía por la seguridad de su hermano, la de su familia, encontrándose cerca de distritos hostiles. Había dejado atrás a Tandy, quien había sido un compañero del día a día desde hacía mucho, acostumbrándose a su compañía. Ahora, la habitación se le hacía enorme, vacía y triste.

Xefil también se había ido, y nunca sabría si Cornelia pudo ser o no algo especial para ella.

La traición de su supuesta Llave-Espada también había sido un auténtico chasco para ella. Sentía que todos sus progresos, sus flechas mágicas, sus habilidades angelicales... eran producto de una mentira.

La vida de sus compañeros continuaba. Fátima pronto sería maestra, Light también le llevaba ventaja. Pero... ¿ella? ¿Quién demonios era ella?

Salió de la habitación a que le diera el aire. No se encontraba del todo bien.

Tenía la sensación de estar acumulando algo dentro de su ser, algo que quería salir, explotar. Llegó a los jardines, recordando todo lo que había sufrido aquellas semanas. Todo lo que había rechazado por la felicidad de los demás, y también por su legado. No, por su orgullo.

Y entonces, cerca del lago de Tierra de Partida, su cuerpo estalló en llamas.

Cuando recobró parte de su cordura y se tranquilizó, Nadhia estaba rodeada de cenizas. Se concentró en aquel sentimiento, y una llama rodeó su muñeca derecha. Observó el hechizo que estaba conjurando.

No, la afinidad que había nacido dentro de ella.

Tras unos largos minutos que se hicieron horas, Nadhia permaneció cerca del lago, observando su reflejo en el agua. Recordó los motivos que la movieron a convertirse en aprendiz, y comenzó a reírse sola al darse cuenta de lo mucho que había cambiado.

¿Qué era lo que quería realmente?

Amaba Tierra de Partida, a sus amigos, a todas las experiencias que había vivido, fueran o no malas. Había amado a Xefil, había enloquecido por Cornelia, había sacrificado por Tandy. Había consolado a Fátima, había protegido a Light.

No podía arrepentirse de las decisiones que había tomado, y de todas y cada una de las vivencias pasadas.

A partir de aquella noche, sabía que no sería fácil. Puesto que tenía que volver a encontrarse a sí misma. Por un momento, comprendió las palabras de Xefil antes de decir adiós.

Tarde o temprano, hallaría su nuevo destino.

Porque siempre hay un camino

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Be light to burn ha sido como una especie de epílogo de transición de Nadhia. Estaba cansada de tener tantas tramas secundarias pendientes y carentes de interés para mi personaje a estas alturas, puesto que con ellas no conseguía avanzar en su crecimiento como persona, y he decidido hacer ciertos cambios y cortar por lo sano, de aquí este texto que ha salido, iniciando así una nueva etapa con Nadhia, aprendiendo a valerse por sí misma y no depender de los demás y hallar sus propias metas.

Gracias a los que se hayan interesado por leerlo. <3
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