[Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

TdP: Maya - BH: Nicoxa, Sheldon y Freya

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra, Denna

[Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Nell » Mar Jul 07, 2015 2:10 am

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Nombre: El dolor de la traición.

Mundo: Paraíso de los Bromistas.

Introducción: El recién despertado Yen Sid informa a Bastión Hueco y a Tierra de Partida de que un ladrón ha robado de su biblioteca una partitura muy importante. Exige la colaboración de los dos para recuperarla y un alto el fuego momentáneo. La respuesta es negativa por parte de ambos, aunque se llevará a cabo una reunión pacífica con el ex-Maestro para llegar a una solución e ir tras el culpable, cuyas motivaciones podrían tener relación con una historia jamás contada.

NPC’s:
• ???
• Ariasu.
• Kazuki.
• Monstruo.
• El Cochero.
• Sr. Giorgio.
• Niños x3.
• Burro.

Requisitos: -

Fecha de inicio: 1 de julio.

Notas: Se aceptan mascotas.


Apuntados:
Participante 1: Sito
Participante 2: Zodiark
Participante 3: Sheldon
Participante 4: Crystal


Primero, me gustaría disculparme de nuevo por lo que he hecho.
Segundo, reconozco que no estaría escribiendo esta carta si no creyera que quizá esté a punto de morir. Es mi primera vez en la boca de una ballena galáctica.
Tercero, que esté aquí dentro es el mejor ejemplo de que los planes pueden salir terriblemente mal cuando crees que lo has conseguido. El plan B no me ha servido para nada y me estoy quedando sin tinta.
Cuarto, voy a lanzar esta carta dentro de una botella al agua de aquí. Si alguien lo encuentra, quiero que sepa que le dejo todos mis juguetes a… siempre que se deshaga del… la ópera.
Quinto…, creo que nadie va a echarme de menos.



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Era la hora de la cena cuando un Maestro les asaltó para llevarlos en una misión de última hora, Kazuki en Tierra de Partida y Ariasu en Bastión Hueco. El primero le instó a Maya a que comiera rápido y se preparara, y que la esperaría en los Jardines; la segunda, en cambio, les sacó del comedor bajo la amenaza de que se haría un nuevo sombrero con ellos si no movían el culo (entre risas, quizá fuera verdad, quizá no). A cambio, les dio un bocadillo de queso para el camino.

Ambos les explicaron que iban a ir a la Torre de los Misterios para reunirse con Yen Sid, quien acababa de despertar de su letargo después de la misión que habían llevado a cabo algunos aprendices (la propia Maya entre ellos). La Torre era un territorio neutral, por lo que los bandos tenían prohibido comenzar una pelea en el mundo, como les recordó cada uno.

Los aprendices de Bastión Hueco, junto a Ariasu, llegaron primero. Tras subir las escaleras, la Maestra les pidió que esperaran fuera mientras ella discutía con Yen Sid. A continuación, hicieron acto de presencia Maya y Kazuki. Este le hizo saber lo mismo y la dejó allí, entrando a la reunión.

Así comenzó un incómodo silencio entre los cuatro aprendices. Podían presentarse, charlar (del tiempo, de la cena, lo normal) o simplemente ignorarse, porque tardarían cerca de media hora en que les prestaran atención de nuevo.

Ariasu abrió la puerta, con su habitual sonrisa, y les invitó a pasar.

El despacho de Yen Sid era una habitación circular, con ventanas en forma de luna y estrellas y una puerta que daba a otra sala. Tenía estanterías llenas de libros y una pizarra donde alguien había escrito una disculpa. Detrás del escritorio estaba el mago Yen Sid, un hombre serio y reflexivo. Frente a él había colocado sobre la superficie una caja cerrada.

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En cada lado de la mesa, de pie, se colocaron Ariasu y Kazuki. La primera estaba tan contenta como antes, e incluso saludó a Maya como si fueran viejas conocidas. El segundo, en cambio, parecía reservado y solo miró a Nicoxa, Sheldon y Freya con cautela, aunque no por ello esperara que hicieran nada malo.

He hecho llamar a vuestros Maestros ―explicó Yen Sid, yendo al grano―, porque hace unas horas he sufrido un robo por parte de una persona procedente de otro mundo. No sé cuál es la identidad del ladrón, ni cuáles son sus motivaciones. Sí puedo deciros es que se ha llevado un objeto muy preciado, tanto para las Órdenes como para mí: una partitura que perteneció a una antigua Maestra. No es una pieza peligrosa, y por eso me preocupan las razones por las que quisieron arrebatármela. ―Dejó caer, como si la afirmación no fuera contradictoria.

»Me gustaría que ambos bandos colaboraseis en la consecución de este objetivo común. He estado dormido durante mucho tiempo y sé que las cosas han cambiado, pero quiero demostraros con esta misión que la cooperación aún es posible ―miró a Maya de reojo, puesto que debía de saberlo mejor que nadie después de lo que había ocurrido en esa misma torre―. Los Maestros han accedido a no interferir para que podáis sacar vuestras propias conclusiones de este experimento. Ambos se quedarán aquí, a la espera de vuestro regreso.

»Gracias a que dejó algo tras de sí, puedo localizar al ladrón con mi magia y llevaros al mundo donde se encuentra ahora mismo. Podéis usar dicho objeto también para rastrearlo una vez allí, si tenéis algún medio para hacerlo. Sin embargo, recordad que aparentemente puede viajar entre mundos y, de reconoceros, quizá intente escapar. Sé que puede ser una petición difícil, ya que no conocemos la identidad del ladrón, pero no cumpliréis la misión si no conseguís los dos objetivos principales: traerme la partitura y al ladrón, ilesos. Si este se resiste, podéis luchar contra él.

»¿Hay algo más que queráis saber?

Si no le importa, Maestro Yen Sid ―intervino Kazuki, abriendo la boca por primera vez―, me gustaría tener una charla privada con mi aprendiza antes de que se marchen.

Lo mismo digo ―secundó Ariasu, guiñándoles un ojo a sus chicos.

Yen Sid dio un seco asentimiento y esperó a las preguntas de los aprendices. Cuando acabaron, Kazuki señaló a Maya la puerta de la entrada para que ambos salieran a hablar a las escaleras. Ariasu, por otro lado, tomó prestada la sala de al lado e instó a sus aprendices a que la siguieran, cerrando tras de sí. La habitación estaba repleta de espejos cubiertos por sábanas. Si intentaban acercarse a alguno de ellos, la Maestra les chistaría.

Una vez a solas con sus respectivos Maestros, podían formularles también sus dudas o esperar a lo que iban a decirles.


Fecha límite: 12 de julio.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Sito » Lun Jul 13, 2015 1:29 am

Aquella noche, por fin, habían florecido los cactus que Nicoxa había plantado en la ventana de su habitación. Cogió uno y, con cuidado, cortó la parte superior para extraer el interior y rellenarlo de una crema helada muy dulce y sabrosa. Había planeado comerlo a solas pero decidió llevarse su manjar al comedor para despertar las envidias de los otros aprendices.

Una vez allí cogió una silla y se sentó en un lugar bien visible para empezar a degustar su creación. Estaba delicioso, sin lugar a dudas había hecho bien combinando esas dos cosas. Otro bocado. Y otro, ¿alguien la estaría mirando?

Pero antes de dar el cuarto, su maestra Ariasu entró y cogió a Nicoxa para llevarla con ella bajo la aparentemente amistosa amenaza de convertirla en un sombrero si no la seguía. Por lo visto hizo lo mismo con dos aprendices más a los que aún no había conocido personalmente.

Pero mi cactus... —farfulló entristecida por no poder acabarlo. Pero el deber era lo primero, supuso. Si Ariasu les necesitaba sería por algo urgente, así que fue buena chica y la acompañó.

La maestra comentó a los tres aprendices que se dirigían a un lugar llamado la Torre de los Misterios para hablar con Yen Sid, que acababa de despertar de una siesta muy larga o algo así entendió la bella Nicoxa. También les dijo que era una zona neutral para la guerra que había en la actualidad entre Bastión Hueco y Tierra de Partida.

Nico respiró aliviada al escuchar eso. La guerra había comenzado antes de que ella decidiera unirse a su orden, por lo que no sabía mucho de lo que ocurría y prefería no tener que luchar contra gente que no le había hecho nada malo. Seguramente habría gente en el bando contrario que la atacaría nada más supieran de donde procedía, juzgándola como persona simplemente por ese motivo. Pero Nico no quería rebajarse a ese nivel.

Dejó sus pensamientos sobre la integridad de cada uno y se embarcó en su hermoso glider para llegar a su nuevo destino.


* * *



Al llegar a aquel místico lugar se internaron en una torre algo deforme y subieron unas escaleras. Los aprendices se quedaron ahí, ya que Ariasu les pidió que esperaran mientras ella se reunía primero a solas con Yen Sid. Pasó una pizca de tiempo y aparecieron dos personas: un hombre acompañado de una niña que portaba un gran sombrero. El hombre dejó a la chica con los aprendices de Bastión Hueco y entró de igual forma que hizo Ariasu, debía de ser un maestro de Tierra de Partida y aquella niñita su aprendiz.

Estaban los cuatro aprendices solos y nadie decía nada. La peliazul estaba toqueteando su melena para pasar el rato, pero había un silencio tan incómodo que Nicoxa decidió romperlo.

Bueeeno —empezó a decir—, parece que vamos a encargarnos nosotros de lo que sea que nos vayan a decir. Debe ser importante para no habernos dejado terminar de cenar siquiera... ¡Yo estaba comiéndome un cactus delicioso y no he podido acabarlo! ¿Los habéis probado alguna vez...?

Podía empezar a hablar sobre eso y no dejar participar a nadie en la conversación, pero tampoco era lo que tenía pensado hacer.

Oh, casi se me olvida lo más importante, soy Nicoxa ¡seguro que lo hacemos bien, sea lo que sea! —comentó con amabilidad.

Entonces echó un vistazo a la brujita que debía ser del otro bando. Tan pequeña y era la única aprendiza que venía de Tierra de Partida, ¿no les daba vergüenza enviarla sola? Una idea repentina y algo absurda apareció en su cabeza, ¿y si se trataba en realidad de una anciana que había conjurado alguna magia prohibida para aparentar ser joven? La miró más de cerca pero no parecía que ocultara nada, sin embargo...

¿C-cuántos años tienes? —le preguntó Nicoxa en un tono que logró que le saliera simpático para asegurarse.

Esperaba que sus compañeros también se presentaran, tal y como había hecho ella. Tuvo que transcurrir bastante tiempo para que por fin Ariasu abriera la puerta y se asomara felizmente mientras les invitaba a todos para pasar.

La habitación de Yen Sid era pequeña, y la pared de la estancia circular. Había muchos libros y objetos con motivos de lunas y estrellas, pero lo más impactante era el propio Yen Sid: parecía la persona más seria que había visto en su vida, mejor que no le gastara ninguna broma ni nada por el estilo si quería seguir siendo bella.

A los lados del imponente mago se encontraban Ariasu y el maestro de Tierra de Partida, que observaba a los aprendices de Bastión Hueco con alerta. Y en la mesa que presidía Yen Sid había una caja cerrada bastante sospechosa.

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He hecho llamar a vuestros Maestros ―empezó a decir Yen Sid―, porque hace unas horas he sufrido un robo por parte de una persona procedente de otro mundo. No sé cuál es la identidad del ladrón, ni cuáles son sus motivaciones. Sí puedo deciros es que se ha llevado un objeto muy preciado, tanto para las Órdenes como para mí: una partitura que perteneció a una antigua Maestra. No es una pieza peligrosa, y por eso me preocupan las razones por las que quisieron arrebatármela. ―Nicoxa enarcó una ceja, convencida de que algo raro acababa de decir.

»Me gustaría que ambos bandos colaboraseis en la consecución de este objetivo común. He estado dormido durante mucho tiempo y sé que las cosas han cambiado, pero quiero demostraros con esta misión que la cooperación aún es posible ―miró a la niña mientras decía esas palabras, y Nicoxa se mostró de acuerdo con lo que decía―. Los Maestros han accedido a no interferir para que podáis sacar vuestras propias conclusiones de este experimento. Ambos se quedarán aquí, a la espera de vuestro regreso.

»Gracias a que dejó algo tras de sí, puedo localizar al ladrón con mi magia y llevaros al mundo donde se encuentra ahora mismo. Podéis usar dicho objeto también para rastrearlo una vez allí, si tenéis algún medio para hacerlo. Sin embargo, recordad que aparentemente puede viajar entre mundos y, de reconoceros, quizá intente escapar. Sé que puede ser una petición difícil, ya que no conocemos la identidad del ladrón, pero no cumpliréis la misión si no conseguís los dos objetivos principales: traerme la partitura y al ladrón, ilesos. Si este se resiste, podéis luchar contra él.

»¿Hay algo más que queráis saber?

Si no le importa, Maestro Yen Sid ―intervino el maestro de Tierra de Partida sin darles tiempo a preguntarle nada―, me gustaría tener una charla privada con mi aprendiza antes de que se marchen.

Lo mismo digo ―dijo Ariasu mientras les guiñaba el ojo.

Yen Sid parecía esperar a que alguien hiciera alguna pregunta, Nicoxa no quería ser descortés así que hizo una.

¿Cómo es posible que alguien se haya colado aquí sin que usted se diera cuenta? —se tapó la boca rápidamente, igual había sido muy descortés— Quiero decir... ¿no se le ocurre ningún sospechoso que haya podido hacer esto, de verdad? Es que este lugar parece tan místico y seguro que...

»P-pero vamos que no le acuso de nada, de verdad... ¿Y qué objeto es el que se dejó atrás el ladrón?


Después de que todos los aprendices formularan sus preguntas, cada uno se fue con su maestro respectivo. Siguieron a Ariasu hasta una habitación contigua, llena de espejos tapados que en ese estado no podían reflejar nada. Nicoxa fue hasta uno para mirarse y comprobar cómo se encontraba, pero su maestra hizo un sonido que hizo que se alejara por su seguridad.

Era el momento de preguntar más dudas, y a Nico solo le parecía rara una cosa.

¿Todo este follón es por una partitura que él mismo ha dicho que no tiene nada de especial? ¿Seguuuuro? —no le parecía muy lógico que necesitara a unos portadores de la llave espada para un simple hurto de un papel mediocre, tenía que guardar algún secreto que por alguna razón Yen Sid no había querido compartir.
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Sheldon » Mar Jul 14, 2015 6:32 pm

Enok levantó el tenedor dispuesto a llevarse un bocado de aquella comida a la boca justo antes de sentir que alguien tiraba de él. Volvió la mirada asustado y dejó caer el utensilio sobre el plato. Cuando vio a una de las Maestras que regentaba el Bastión, Ariasu, entornó los rasgos hasta mostrar el más absoluto desagrado. Vaya momento para una misión. Resopló y aceptó de buena gana los designios de la Maestra, siguiéndola junto a otras dos aprendizas.

Mientras daba un bocado al bocadillo que la Maestra le había ofrecido alzó las cejas y saludó escuetamente a Freya, compañera de varias aventuras. La otra chica, sin embargo, era totalmente desconocida. Cualquiera que la hubiese visto no se olvidaría de ella, no obstante. Era “peculiar” a su modo tanto físicamente como en toda la amalgama de movimientos y ademanes que emulaba.

Mientras tanto y antes de que el aprendiz pudiese haberse envalentonado con la nueva aprendiz a la que conocía, Ariasu ya se encontraba explicando la razón de ser de la misión a la que habían sido convocados. Si bien en un principio se alegró por volver a un mundo que conocía algunos de los detalles más específicos le resultaron huecos. Ese tal Yen Sid podría ser el mago que habían visto en la Torre de los Misterios tanto Freya como él.

Enok se reservó unas cuantas preguntas para más adelante y sin perder más tiempo despegó en su glider en último lugar, observando sin poder creerlo el conjunto con el que la peculiar muchacha peliazul desaparecía en el cielo.

* * *

El grupo aterrizó en la llanura antes de la Torre de los Misterios. El lugar se encontraba distinto a la última vez que había estado allí. Sin duda habían pasado cosas que él desconocía. Para empezar en la Torre ya se podía entrar y eso fue lo que hicieron. Subieron por unas escaleras justo antes de que Ariasu les instara a que esperasen que charlase con el mago. Poco después llegaron los aprendizes de Tierra de Partida o mejor dicho la aprendiza junto a su Maestro. Se trataba de una niña de aspecto jovial con unas hermosas trenzas pelirrojas.

Los cuatro aprendices quedaron así juntos, en un aparente silencio que fue destrozado por la chica de los cabellos azules, como no podía dejar de ser.

Bueeeno, parece que vamos a encargarnos nosotros de lo que sea que nos vayan a decir. Debe ser importante para no habernos dejado terminar de cenar siquiera... ¡Yo estaba comiéndome un cactus delicioso y no he podido acabarlo! ¿Los habéis probado alguna vez...?

Enok la miró pero no respondió ni una palabra. Cactus... ¿Quién en su sano juicio podía comer cactus?

¿Có-Cómo haces para no pincharte?—pensó en voz alta el muchacho. Cuando descubrió que se le había escapado lo que rondaba su cabeza se tapó la boca con disimulo. La chica pareció no haberle escuchado o quizás sí, quién sabe.

Oh, casi se me olvida lo más importante, soy Nicoxa ¡seguro que lo hacemos bien, sea lo que sea! —añadió la jovencita. Enok quiso sonreír ante su nombre pero antes algo se le atascó en su mente. Su nombre era extraño, sí. Pero más extraño era que ese nombre escondiese posiblemente otra palabra. Con disimulo el aprendiz tapó esa información. A lo mejor en el mundo del que provenía aquello no quería decir lo que en el suyo significaba...

¿C-cuántos años tienes? —preguntó una vez más la chica aunque esta vez a la pequeña de Tierra de Partida.

Tras esperar que respondiese, Enok se presentó lo más escuetamente posible dando solo su nombre y escondiéndose rápidamente.

Tras unos minutos Ariasu junto al Maestro del Tierra de Partida instaron al grupo a que avanzase junto al mago Yen Sid.

He hecho llamar a vuestros Maestros ―comenzó el hechicero―, porque hace unas horas he sufrido un robo por parte de una persona procedente de otro mundo. No sé cuál es la identidad del ladrón, ni cuáles son sus motivaciones. Sí puedo deciros es que se ha llevado un objeto muy preciado, tanto para las Órdenes como para mí: una partitura que perteneció a una antigua Maestra. No es una pieza peligrosa, y por eso me preocupan las razones por las que quisieron arrebatármela.

»Me gustaría que ambos bandos colaboraseis en la consecución de este objetivo común. He estado dormido durante mucho tiempo y sé que las cosas han cambiado, pero quiero demostraros con esta misión que la cooperación aún es posible. Los Maestros han accedido a no interferir para que podáis sacar vuestras propias conclusiones de este experimento. Ambos se quedarán aquí, a la espera de vuestro regreso.

»Gracias a que dejó algo tras de sí, puedo localizar al ladrón con mi magia y llevaros al mundo donde se encuentra ahora mismo. Podéis usar dicho objeto también para rastrearlo una vez allí, si tenéis algún medio para hacerlo. Sin embargo, recordad que aparentemente puede viajar entre mundos y, de reconoceros, quizá intente escapar. Sé que puede ser una petición difícil, ya que no conocemos la identidad del ladrón, pero no cumpliréis la misión si no conseguís los dos objetivos principales: traerme la partitura y al ladrón, ilesos. Si este se resiste, podéis luchar contra él.

»¿Hay algo más que queráis saber?

Si no le importa, Maestro Yen Sid, me gustaría tener una charla privada con mi aprendiza antes de que se marchen.

Lo mismo digo.

Enok asintió, había comprendido la misión y no resultaba en principio demasiado complicada. Esperó a que los demás realizasen sus preguntas y escuchó con interés. Cuando los demás hubieron terminado se dirigió directamente al mago.

Yen-Yen Sid... No sé si me recordará... Ha-hace mucho nos vimos... O le vi ―tartamudeó Enok intentando buscar las palabras―. ¿Có-cómo consiguió ser liberado? A-Antes solo era una figura... Si recuerda...

El chico finalizó sin saber si se había expresado bien. No obstante esperó una respuesta.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Zodiark » Mié Jul 15, 2015 4:03 pm

Tras tragar el último bocado de la cena, me levanté a toda prisa y me dirigí hacia el jardín, a paso ligero, sin llegar a correr. Ni siquiera había apilado los platos como solía hacer antes de marcharme del comedor, pero Kazuki dijo que me diera prisa en cenar e ir a los jardines, y conociéndole, si no iba en seguida, posiblemente me lo encontraría roncando.

Al llegar al sitio de la cita, me percaté de que estaba vacío, a excepción del maestro. Miré a los lados y después hacia la puerta que acababa de atravesar, y volví a explorar todo el lugar con la mirada. Nada. Una misión en solitario...

Por suerte, la misión iba a tener lugar en la torre de Yen Sid, según dijo Kazuki, así que por suerte incluso no era siquiera una misión, sino alguna sesión de entrenamiendo mágico con el maestro hechicero, o algo por el estilo, y aquello sí que me interesaba. Sobre todo si Alec no volvía a intentar entrometerse.

Sin más dilación, nos dirigimos a la torre, y comenzamos a subir las escaleras que nos llevarían al desván del hechicero, lugar familiar para mí y donde se encontraba el despacho de Yen Sid. Al llegar a la puerta que debíamos cruzar para acceder a dicha sala, vi que allí ya había alguien que había llegado antes que nosotros. Dos chicas bastante lindas y un hombre que parecía bastante tímido. Los tres parecían ser unos cuantos años mayores que yo.

¿Hola...?

Kazuki me ordenó que me quedase allí esperando mientras él entraba en el desván, así que me quedé a solas con los otros tres. Me acerqué un poco para presentarme, pero antes de tener tiempo de ello, la chica peliazul habló:

Bueeeno —empezó a decir—, parece que vamos a encargarnos nosotros de lo que sea que nos vayan a decir. Debe ser importante para no habernos dejado terminar de cenar siquiera... ¡Yo estaba comiéndome un cactus delicioso y no he podido acabarlo! ¿Los habéis probado alguna vez...?

Arqueé una ceja y la miré extrañada. ¿Iba a comerse un cactus para cenar? Bueno, de comidas más raras había oído hablar, pero me sorprendió la naturalidad con la que aquella chica hablaba de su peculiar manjar.

Oh, casi se me olvida lo más importante, soy Nicoxa ¡seguro que lo hacemos bien, sea lo que sea! —A continuación, me observó extrañada, y le devolví la mirada al ver que me estaba mirando muy de cerca, como analizándome—. ¿C-cuántos años tienes?

Doce... —respondí un poco avergonzada, pues los tres parecían mucho más mayores que yo.

El chico se presentó como Enok, aunque parecía ser de pocas palabras, y no dijo nada más. Era un grupo de lo más pintoresco, sin duda.

Yo soy Maya, encantada.

Antes de poder siquiera preguntarles de dónde eran, la puerta del desván se abrió. Pensaba que de ella saldrían Kazuki y/o Yen Sid, pero cuál fue mi sorpresa al ver que era una persona totalmente distinta, y de hecho una persona conocida.

"Bastión Hueco..."

Ni más ni menos que Ariasu, de la cual no guardaba buenos recuerdos. Bueno, en realidad no eran mis recuerdos, sino los de mi yo digital, pero en cualquier caso compartir estancia con aquella mujer no era la mayor de mis alegrías. Así que aquéllos eran sus aprendices...

De todas formas la torre era territorio neutral, como bien se había encargado de recordarme Kazuki (menos mal, para una vez que no tiene la cabeza en las nubes...) así que lo más probable era que no habría conflictos entre nosotros, al menos por mi parte, y dudaba que por la suya tampoco, siendo que en esta ocasión Yen Sid estaba en sus plenas facultades para detenernos si rompíamos la neutralidad de su hogar.

Sin más, entramos en el despacho de Yen Sid. Los dos maestros se colocaron a los lados de la mesa, de cara a nosotros, y Ariasu, con una sonrisa en la cara, me saludó como si tal cosa. Arqueé una ceja, extrañada por su saludo, y levanté un poco la mano derecha para devolvérselo.

El hechicero nos contó entonces la razón por las que estábamos allí: un robo. ¡Qué rollo! Y yo que esperaba que me enseñase nuevas magias... Pero al menos parecía una misión sencilla así que debíamos acabarla cuanto antes mejor y olvidarnos de ello. No me importaba compartir misión con los de Bastión Hueco, pero había algo que me preocupaba: no estaríamos en la torre, y por tanto, estaríamos fuera del territorio neutral. Yo estaba dispuesta a colaborar, pero ellos... Bueno, no parecían muy peligrosos. Un chico tímido, una comecactus simpática y una chica que parecía tener la cabeza en las nubes. A lo mejor me llevaba una grata sorpresa y eran mejores compañeros de lo que me esperaba.

Si no le importa, Maestro Yen Sid, me gustaría tener una charla privada con mi aprendiza antes de que se marchen.

Lo mismo digo.

Antes de irnos para hablar en privado con nuestros aprendices, Nico y Enok hablaron el maestro hechicero. Yo también tenía una pregunta para él.

Creo que debería plantearse aumentar la seguridad de la torre —comenté antes de formular mi pregunta—. La gente se dedica a pasearse por aquí como Pedro por su casa —añadí pensando específicamente en Kuja.

»¿Cree que el ladrón iba tras la partitura que yo toqué aquella vez y se llevó la otra por error? En ese caso, ¿para qué la querría? Para nada bueno, imagino —dije, recordando el monstruo alado gigante que encontré en aquel lugar—. Ah, ¿y a qué mundo vamos?
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Crystal » Jue Jul 16, 2015 12:16 am

A Freya no le hizo ni pizca de gracia que Ariasu le fastidiase la cena. Aferrada a su bocata de queso, salió del comedor a regañadientes bajo la amenaza de su maestra; no, la idea de ser un nuevo sombrero no le gustaba.

Al seguir a Ariasu, se encontró con dos aprendices los cuales probablemente la acompañarían en la misión. El primero, Enok, la saludó bastante escuetamente, a lo que ella le devolvió el saludo con una pequeña sonrisa. La otra, sin embargo, era una desconocida para la pelirrosa. Aquellos ropajes que llevaba le parecían de lo más raro, pero no dijo nada. Se limitó a callar y comerse su cena rápida.

Ariasu enseguida empezó a explicar que se dirigían a la Torre de los Misterios para reunirse con un tal Yen Sid. Freya recordó vagamente el aspecto del mago que Enok y ella vieron durante su primera misión a Villa Crepúsculo. También pensó en qué pasaría si se encontraban con alguien de Tierra de Partida, pero aquella duda quedó solucionada en el momento en que su maestra aclaró que era un territorio neutral. Menos problemas para todos.

Se acabó lo que le quedaba de bocadillo, el cual le había encantado pero no había saciado del todo su hambre, y subió a su glider para llegar a la primera parada de aquella misión.

* * *


Tras llegar, subieron unas escaleras, y esperaron a que su maestra conversarse con Yen Sid. Tras unos minutos, llegaron dos personas nuevas. Freya dedujo que se trataban de los de Tierra de Partida: maestro y aprendiza. Aunque aquella aprendiza... ¿No era demasiado pequeña?

Hubo un silencio algo incómodo que la peliazul no tardó en romper.

Bueeeno, parece que vamos a encargarnos nosotros de lo que sea que nos vayan a decir. Debe ser importante para no habernos dejado terminar de cenar siquiera... ¡Yo estaba comiéndome un cactus delicioso y no he podido acabarlo! ¿Los habéis probado alguna vez...?

¿Có-Cómo haces para no pincharte?—Al ver que Enok se tapó la boca, comprendió que había pensado en voz alta.

No, no lo he probado, ni tengo intención de hacerlo. —contestó, con toda sinceridad.

Oh, casi se me olvida lo más importante, soy Nicoxa ¡seguro que lo hacemos bien, sea lo que sea! —Miró a la niña—. ¿C-cuántos años tienes?

Doce...

Enok se presentó. Realmente, aquel grupo que se había formado era demasiado extraño.

Yo soy Maya, encantada.

Freya —Finalizó la pelirrosa. Ahora todos se conocían formalmente, aunque por la cabeza de la aprendiz, solo rondaba el nombre de la tal Nicoxa, puesto que le parecía un tanto misterioso.

Ariasu abrió la puerta, y les invitó a pasar a la sala.

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He hecho llamar a vuestros Maestros ―explicó Yen Sid—, porque hace unas horas he sufrido un robo por parte de una persona procedente de otro mundo. No sé cuál es la identidad del ladrón, ni cuáles son sus motivaciones. Sí puedo deciros es que se ha llevado un objeto muy preciado, tanto para las Órdenes como para mí: una partitura que perteneció a una antigua Maestra. No es una pieza peligrosa, y por eso me preocupan las razones por las que quisieron arrebatármela. ―Dejó caer, como si la afirmación no fuera contradictoria.

»Me gustaría que ambos bandos colaboraseis en la consecución de este objetivo común. He estado dormido durante mucho tiempo y sé que las cosas han cambiado, pero quiero demostraros con esta misión que la cooperación aún es posible ―miró a Maya―. Los Maestros han accedido a no interferir para que podáis sacar vuestras propias conclusiones de este experimento. Ambos se quedarán aquí, a la espera de vuestro regreso.

»Gracias a que dejó algo tras de sí, puedo localizar al ladrón con mi magia y llevaros al mundo donde se encuentra ahora mismo. Podéis usar dicho objeto también para rastrearlo una vez allí, si tenéis algún medio para hacerlo. Sin embargo, recordad que aparentemente puede viajar entre mundos y, de reconoceros, quizá intente escapar. Sé que puede ser una petición difícil, ya que no conocemos la identidad del ladrón, pero no cumpliréis la misión si no conseguís los dos objetivos principales: traerme la partitura y al ladrón, ilesos. Si este se resiste, podéis luchar contra él.

»¿Hay algo más que queráis saber?

Si no le importa, Maestro Yen Sid ―intervino el otro maestro―, me gustaría tener una charla privada con mi aprendiza antes de que se marchen.

Lo mismo digo.

Freya miró algo perpleja a su maestra.

¿Por qué tanto rollo por una partitura? ¿Nadie se ha dignado a hacer una copia ni nada? ―se encogió de hombros, algo decepcionada. Ella nunca perdería una cosa así―. ¿Cuál es el nombre de la Maestra a la que le perteneció? Es solo curiosidad.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Nell » Dom Jul 19, 2015 3:07 am

¿Cómo es posible que alguien se haya colado aquí sin que usted se diera cuenta? Quiero decir... ¿no se le ocurre ningún sospechoso que haya podido hacer esto, de verdad? Es que este lugar parece tan místico y seguro que... P-pero vamos que no le acuso de nada, de verdad... ¿Y qué objeto es el que se dejó atrás el ladrón?

En el momento del robo, me hallaba fuera, visitando a un viejo amigo. No tenía nada que temer: la Torre siempre ha sido un mundo neutral, donde vivo mis días de retiro en paz. Y no hay muchas personas que conozcan su ubicación ni que sean capaces de llegar. Por ello, no se me ocurre nadie en concreto que quisiera robarme. ―Hizo una pequeña pausa―. Sí es verdad que guardo muchas más cosas, algunas de ellas incluso peligrosas, pero están protegidas bajo potentes hechizos. El ladrón no se acercó a ellas. Si lo hubiera hecho, no habría necesitado llamaros.

»En cuanto a ese objeto, os lo enseñaré después de que habléis con vuestros Maestros.

Yen-Yen Sid... No sé si me recordará... Ha-hace mucho nos vimos... O le vi ―El Maestro puso su atención en el aprendiz, haciendo memoria―. ¿Có-cómo consiguió ser liberado? A-Antes solo era una figura... Si recuerda...

¡Ah, sí! Tienes mi agradecimiento por reportar el mensaje. Mas esa es una larga historia, y ahora mismo hay otro asunto que resolver. Quizás tu compañera ―extendió un brazo hacia Maya― quiera explicártelo más tarde.

Creo que debería plantearse aumentar la seguridad de la torre. La gente se dedica a pasearse por aquí como Pedro por su casa. —Yen Sid enarcó una ceja ante la expresión. Seguramente no solían dirigirse así a él— ¿Cree que el ladrón iba tras la partitura que yo toqué aquella vez y se llevó la otra por error? En ese caso, ¿para qué la querría? Para nada bueno, imagino. Ah, ¿y a qué mundo vamos?[/quote]

Tomaré medidas, desde luego ―aseguró, acariciándose la barba―. No lo creo. Escogió esta entre otras muchas, también inofensivas. Sabía perfectamente lo que estaba buscando. Y la última vez que lo rastreé, se hallaba en un mundo llamado «Paraíso de los Bromistas». ―Ariasu tosió.

¿Por qué tanto rollo por una partitura? ¿Nadie se ha dignado a hacer una copia ni nada? ¿Cuál es el nombre de la Maestra a la que le perteneció? Es solo curiosidad.

Como he dicho antes, la partitura no es peligrosa. Sin embargo, no puede ser copiada, ya que es uno de los portales que lleva a un mundo muy especial. Este portal, en concreto, conduce a una parte de él al que no podré acceder de ningún otro modo si no la recupero. Perteneció a la Maestra Awyr ―Hizo otra pausa―, que murió hace algunos años.

En cuanto se acabaron las preguntas, los Maestros dirigieron a sus aprendices hacia zonas separadas. Yen Sid no dijo nada, simplemente se levantó de la silla y se giró para contemplar el paisaje estrellado que mostraban sus ventanales, pensativo.


Maya


Kazuki cerró la puerta después de que Maya entrara, suspiró y se dirigió hacia ella.

Siento mucho todo esto ―se disculpó de inmediato, rascándose la nuca como si no supiera muy bien qué decir―. En cuanto Yen Sid nos dijo que quería que los aprendices hicierais una misión conjunta, solicité llamar a alguno más de Tierra de Partida, pero se negó. Te traje sola porque pensaba que iba a pedirnos algo referente a su despertar, ya sabes, a lo que ocurrió ese día… no sabía… Cree que eres capaz de valerte por ti misma… quiero decir, yo también lo creo, pero… Bastión Hueco… ―Hizo una mueca, incómodo, y cogió aire―. Tenemos una guerra abierta contra ellos, quiera o no. No sé si respetarán el acuerdo. Me gustaría que tú lo hicieras, todo lo que puedas, hasta el final. Confío en ti. ―Esbozó una sonrisa torcida.

Probablemente estaba pensando en lo que había ocurrido la última vez que llevó allí a Maya, a la Torre. Eran hechos aún muy recientes, en los que varios aprendices de ambos bandos habían intentado colaborar para despertar a Yen Sid. La cosa no salió muy bien, y ahora tenía que volver a pedirla que no se peleara con los otros. No sabía cuál sería la opinión de su aprendiza sobre todo aquello.

Si quieres ayuda, puedo ponerme en contacto con algún aprendiz... Yen Sid no dirá nada por alguien que casualmente estaba por allí y quiera echar una mano... Me parece que Derhe está hoy libre...

De dar una respuesta afirmativa, Kazuki pensaría en el modo de que ambos pudieran encontrarse en el mundo. ya que apenas sabía nada sobre él. Por lo tanto, la ayuda llegaría, pero puede que con algo de retraso.

De todas formas, hay algo más que quiero pedirte. Es sobre el ladrón. Ya sé que una de las condiciones de Yen Sid es que lo traigáis, junto con la partitura, pero… Estoy bastante seguro de que, sea quien sea, el Maestro se limitará a regañarle y a dejarle ir. Eso no podemos permitirlo. Alguien que viaja entre los mundos y no tiene reparos en robar en la Torre puede ser un peligro, y tenemos que tratar el asunto a fondo. En la medida que puedas, captúralo y llévalo a Tierra de Partida o retenlo en algún sitio. Luego, cuando regreséis, intercederé por ti ante Yen Sid. Supongo que no estará muy contento… aunque habrá recuperado la partitura…

»Sé que es algo difícil de cumplir. Si eso te pone en dificultades o tu corazón te dice que es incorrecto… está bien. No pasa nada. Lo entenderé ―aseguró, dándole un par de palmadas en el hombro (se notaba que no tenía la costumbre de Ronin en un gesto tan confiado como ese).

Kazuki no tenía nada más que decirle. Sin embargo, aquella actitud tan reservada y enigmática podía haber despertado dudas en Maya. Era obvio que se estaba guardando algo, pero sería cosa de la aprendiza intentar sonsacárselo o dejarlo estar. Al fin y al cabo, lo averiguaría durante la misión.


Nicoxa, Sheldon y Freya


Ariasu chistó a Nicoxa al verla acercarse a uno de los espejos. Cerró la puerta tras de sí, echándole el pestillo, y se puso frente a los tres en jarras. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, Nicoxa intervino:

¿Todo este follón es por una partitura que él mismo ha dicho que no tiene nada de especial? ¿Seguuuuro?

¿Se ha notado mucho que estaba intentando contener la risa? Ese viejo no sabía disimular muy bien ―sonrió―. ¡Claro que tiene algo especial! Es uno de los portales que lleva a «Sinfonía de Brujería», un mundo de yupi donde todo es felicidad, arcoíris, bla, bla, bla. Tiene muchos más, pero este fue el lugar de nacimiento de Awyr, mi Maestra. Sí es cierto que no tiene nada de peligrosa. Solo es uno de esos trastos que guardan los abueletes para recordar buenos tiempos.

»Olvidaos de todo eso y hablemos del ladrón. A ver, chicos, pregunta sorpresa ―Rebuscó un momento en sus bolsillos y sacó un caramelo de limón que agitó en el aire―. Quien acierte correctamente, gana un premio. ¿Qué sospecha ese viejo Maestro sobre el ladrón?

Volvió a agitar en el aire el caramelo, como si la recompensa fuera lo suficiente jugosa como para que los tres aprendices compitieran desesperadamente por ella. Tras varios segundos, comenzó a dar pistas.

Repasemos los hechos… El ladrón es una persona que, obviamente, viaja por los mundos. Eso reduce mucho la lista de sospechosos, creedme. Además, es alguien que conoce cuál es la condición de Yen Sid, quiero decir, el ataque se ha producido ahora, justo cuando ha despertado y tiene sus poderes a mínimos. Ni antes, ni después. Por no hablar de que habrá estado controlando sus movimientos para asegurarse de que estaba fuera de la Torre cuando cometiera el robo. Cualquier otra conclusión sería demasiada casualidad. Y por último, la partitura. El ladrón conoce su existencia y tiene un buen motivo para quererla. Diría que uno muy bueno, para meterse con Yen Sid. ¿Qué se os ocurre con eso?

Miró a los tres, esperando que se formaran sus propias conclusiones. Dieran o no una respuesta, Ariasu no se contuvo durante mucho tiempo y lo aclaró ella misma:

El ladrón solo puede ser de Tierra de Partida o de Bastión Hueco. Tan simple como eso. ¿Quién si no puede oír hablar de una Maestra muerta hace una década e interesarse por su partitura? ―Awyr sacó otros dos caramelos de su bolsillo y los repartió entre los aprendices, hubieran respondido correctamente o no―. Aunque no me imagino cuáles pueden ser sus objetivos.

»Puede que Yen Sid fuera sincero cuando dijo que quería que ambos bandos colaborasen, pero no me cabe duda de que otra de sus razones para llamarnos ha sido esta. Al fin y al cabo, tenemos que controlarnos entre nosotros, entre los Caballeros, quiero decir. Puede que aún seáis demasiado jóvenes para ser conscientes del poder que tenéis a vuestro alcance, de la Llave, los mundos... Da igual, ese es otro tema. Tengo curiosidad por saber en qué estará pensando el viejo, porque el bando al cual pertenezca el responsable va a quedar mal, muy mal, sobre todo frente al otro.

»¡Y por eso tengo una misión más para vosotros! Olvidaos de ese rollo de traer al ladrón a la Torre. Atrapadlo y llevadlo a Bastión Hueco. Sois tres, os será fácil esquivar a la otra niña para que no se entere de lo que hacéis. Yen Sid se tendrá que conformar solo con su partitura, porque del culpable nos encargaremos nosotros. Si es de Bastión Hueco, Tierra de Partida no se enterará; si por el contrario, es de los suyos… bueno, estamos en guerra y… ―Ariasu hizo una mueca de disgusto―. ¡Vale, vale, como caso excepcional, lo soltaremos sin más! Después de preguntarle por qué robó la partitura y qué quería de ella. Por una vez, todos salimos ganando.

En conclusión, parecía que a Ariasu no le hacía mucha gracia que Yen Sid quisiera inmiscuirse tanto en los asuntos de los dos bandos. No quería que descubriera la identidad del ladrón, incluso si pertenecía al enemigo. Podían darle su opinión, quejarse o preguntar, porque Ariasu no tenía nada más que decir y aquella sería la última oportunidad que tendrían de hablar con ella.


Todos


Después de que terminaran sus respectivas charlas (con lo que los aprendices hubiesen querido añadir), los dos Maestros volvieron a la sala y se posicionaron en el mismo lugar. Yen Sid estaba de nuevo frente a su escritorio, aunque de pie, y había abierto la caja que había encima de la mesa.

Esto es lo que dejó tirado atrás ―dijo, dirigiéndose especialmente a Nicoxa, puesto que lo había preguntado antes. Sacó de dentro de la caja una capa negra, atada a un cordel que se había usado para ceñirla a la espalda―. De los nervios, no se daría cuenta que se le había caído o no regresó a propósito para poder marcharse cuanto antes. Cogedla.

Uno de los cuatro tendría que obedecer y custodiar la capa. No tenía nada de especial, pero como había dicho anteriormente el Maestro, podían usarla para rastrear (si tenían algún medio para hacerlo) o localizar el ladrón. Podía ser un arma de doble filo, puesto que este podía reconocer su prenda e intentar recuperarla o huir.

Tened cuidado. No sé mucho sobre el mundo al que partís, y vuestros Maestros tampoco ―Ariasu volvió a toser―. Pase lo que pase, confiad en vuestro corazón.

Yen Sid levantó ceremoniosamente los brazos, murmuró unas palabras ininteligibles y una deslumbrante luz los envolvió, enviándolos a otro lugar.


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El portal, situado en la pared de una cabina, los condujo hasta un barco. La transición fue muy rápida, salieron los cuatro casi al mismo tiempo y se apretujaron y golpearon unos con otros, porque la distancia hasta la barandilla que les haría caer al mar estaba demasiado cerca.

Y más importante que eso, verían que estaban rodeados de niños (que rondaban la edad de Maya). Aparte de los inconfundibles y chirriantes gritos que se escuchaban por doquier, estos correteaban por todo el casco sin parar, como si estuviesen tan emocionados que no podían parar quietos. Algunos se habían puesto a hacer el tonto con las cuerdas, las velas e incluso había uno que estaba rompiendo la madera con un martillo. Otros, jugaban: a cuánto podían colgarse sobre el mar sin caerse, a golpear a uno con los ojos tapados hasta que te pillara, a apedrear gaviotas... Vamos, que se lo estaban pasando muy bien.

Una niña se detuvo a su lado, con los ojos como platos, y señaló la pared, que tras el cierre del portal había vuelto a la normalidad.

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¿De dónde habéis venido? ―les preguntó, sonriente.

Al parecer, nadie más que ella había notado su repentina aparición. De hecho, en ese preciso momento, el barco encalló junto a unas rocas. Acababan de arribar en el interior de una isla, a la que habían accedido por una caverna que podrían apreciar desde allí. Entre las rocas había un breve caminito que llevaba a una puerta doble de madera.

Un hombre gordo colocó una tabla para que todos pudieran bajar bien del barco. Acto seguido, se colocó a un lado de las puertas y accionó una palanca, que activó el mecanismo para que estas se abrieran.

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Al otro lado, los cuatro aprendices verían sorprendidos que les esperaba ni más ni menos que una especie de parque de atracciones, en aquel momento vacío, a la espera de sus nuevos inquilinos. Los niños gritaron más, alterados.

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Bienvenidos a la Isla de los Juegos, niños…

Fue el pistoletazo de salida. Todos los niños saltaron del barco en tropel, pisándose unos a otros, para entrar cuanto antes a ese lugar de ensueño, que debía de ser muy tentador incluso para los rectos aprendices de la Llave Espada. Para cuando quisieron darse cuenta, el hombre gordo había desaparecido y no había quedado ni rastro de él. Si no habían entretenido a la niña con alguna pregunta, ella también se habría ido, risueña.

Por el momento, podían ponerse de acuerdo e idear un plan. Parecía haber un tablero con un mapa del recinto cerca de las puertas, pero para verlo tendrían que entrar…


Fecha límite: 23 de julio.
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Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Sito » Mié Jul 29, 2015 1:01 pm

El resto de aprendices se presentó. El chico y la chica que pertenecían a su bando se llamaban Enok y Freya respectivamente. La niña de Tierra de Partida era Maya, que parecía bastante madura para su edad. Ninguno había probado antes los cactus y parecía como si Nicoxa hubiera dicho una locura, así que les sacó la lengua antes de entrar con mucha dignidad en la habitación donde estaba Yen Sid.

* * *


En el momento del robo, me hallaba fuera, visitando a un viejo amigo. No tenía nada que temer: la Torre siempre ha sido un mundo neutral, donde vivo mis días de retiro en paz. Y no hay muchas personas que conozcan su ubicación ni que sean capaces de llegar. Por ello, no se me ocurre nadie en concreto que quisiera robarme. ―Hizo una pausa para pensar―. Sí es verdad que guardo muchas más cosas, algunas de ellas incluso peligrosas, pero están protegidas bajo potentes hechizos. El ladrón no se acercó a ellas. Si lo hubiera hecho, no habría necesitado llamaros.

»En cuanto a ese objeto, os lo enseñaré después de que habléis con vuestros Maestros.

Nico asintió y escucho con paciencia las preguntas que hicieron los demás.



Cuando los aprendices de Bastión Hueco estuvieron a solas con la maestra Ariasu, sólo Nicoxa le hizo una pregunta, a la que respondió con el peculiar carácter que encantaba a la peliazul.

¿Se ha notado mucho que estaba intentando contener la risa? Ese viejo no sabía disimular muy bien ―sonrió―. ¡Claro que tiene algo especial! Es uno de los portales que lleva a «Sinfonía de Brujería», un mundo de yupi donde todo es felicidad, arcoíris, bla, bla, bla. Tiene muchos más, pero este fue el lugar de nacimiento de Awyr, mi Maestra. Sí es cierto que no tiene nada de peligrosa. Solo es uno de esos trastos que guardan los abueletes para recordar buenos tiempos.

»Olvidaos de todo eso y hablemos del ladrón. A ver, chicos, pregunta sorpresa ―Nico estaba pensando cómo sería vivir en ese idílico mundo que había descrito, ojalá pudieran visitarlo en algún momento. Ariasu sacó un caramelo con una pinta muy sabrosa que atrajo la atención de la aprendiza―. Quien acierte correctamente, gana un premio. ¿Qué sospecha ese viejo Maestro sobre el ladrón?

«Ay, no se...», le habría gustado responder correctamente y llevárselo pero no tenía ni idea de a qué se refería con la pregunta. Estaba tan dubitativa que no sabría ni decir si era más sencillo pedir permiso o pedir perdón.

Repasemos los hechos… El ladrón es una persona que, obviamente, viaja por los mundos. Eso reduce mucho la lista de sospechosos, creedme. Además, es alguien que conoce cuál es la condición de Yen Sid, quiero decir, el ataque se ha producido ahora, justo cuando ha despertado y tiene sus poderes a mínimos. Ni antes, ni después. Por no hablar de que habrá estado controlando sus movimientos para asegurarse de que estaba fuera de la Torre cuando cometiera el robo. Cualquier otra conclusión sería demasiada casualidad. Y por último, la partitura. El ladrón conoce su existencia y tiene un buen motivo para quererla. Diría que uno muy bueno, para meterse con Yen Sid. ¿Qué se os ocurre con eso?

Nicoxa abrió mucho los ojos, pensando en una absurda posibilidad: ¿se estaba refiriendo a sí misma? Ella parecía conocer a Yen Sid, y cumplía con todos los requisitos. Aunque bien pensado probablemente casi todos los maestros seguro que también coincidían con esa descripción, así que no podía limitar tanto el número de sospechosos.

Suspiró y prefirió esperar a ver si alguien lo adivinaba o no.

El ladrón solo puede ser de Tierra de Partida o de Bastión Hueco. Tan simple como eso. ¿Quién si no puede oír hablar de una Maestra muerta hace una década e interesarse por su partitura? ―Nico se llevó la mano a la boca, sorprendida. No había estado muy desencaminada... Por suerte Ariasu tenía dos caramelos más y le dio uno a cada aprendiz. Ella se lo guardó por el momento, reservándolo para un momento especial―. Aunque no me imagino cuáles pueden ser sus objetivos.

»Puede que Yen Sid fuera sincero cuando dijo que quería que ambos bandos colaborasen, pero no me cabe duda de que otra de sus razones para llamarnos ha sido esta. Al fin y al cabo, tenemos que controlarnos entre nosotros, entre los Caballeros, quiero decir. Puede que aún seáis demasiado jóvenes para ser conscientes del poder que tenéis a vuestro alcance, de la Llave, los mundos... Da igual, ese es otro tema. Tengo curiosidad por saber en qué estará pensando el viejo, porque el bando al cual pertenezca el responsable va a quedar mal, muy mal, sobre todo frente al otro.

La imagen que proyecta la gente a los demás es algo que afecta a Nicoxa, que en más de una ocasión le ha producido problemas, por lo que esperaba que fuera quien fuese no perteneciera al suyo.

»¡Y por eso tengo una misión más para vosotros! Olvidaos de ese rollo de traer al ladrón a la Torre. Atrapadlo y llevadlo a Bastión Hueco. Sois tres, os será fácil esquivar a la otra niña para que no se entere de lo que hacéis. Yen Sid se tendrá que conformar solo con su partitura, porque del culpable nos encargaremos nosotros. Si es de Bastión Hueco, Tierra de Partida no se enterará; si por el contrario, es de los suyos… bueno, estamos en guerra y… ―El rostro de Ariasu daba a entender que las palabras que iba a decir a continuación iban a costarle―. ¡Vale, vale, como caso excepcional, lo soltaremos sin más! Después de preguntarle por qué robó la partitura y qué quería de ella. Por una vez, todos salimos ganando.

Por lo que ella había entendido, Yen Sid quería que los dos bandos colaboraran, y eso a Nicoxa le parecía perfecto. El plan final de Ariasu tampoco le parecía mal, ya que no iban a hacerle nada malo —según la Maestra, claro—, y además iban a devolverle el objeto robado a su legítimo dueño después por lo que tampoco iban a desobedecer al mago en el sentido más estricto de la palabra...

A mi me parece bien, pero como haya sido alguno de nosotros como mínimo se merece comerse un cactus sin quitarle las espinas antes...

* * *


Tras terminar la charla con Ariasu, todos se volvieron a reunir con Yen Sid, incluidos Maya y su maestro. En esta ocasión la misteriosa caja que había en el escritorio del mago estaba abierta. Nico se puso de puntillas para ver qué había dentro desde donde estaba.

Esto es lo que dejó tirado atrás ―se dirigió en concreto a Nicoxa, que fue la que preguntó por el objeto. El hecho de que la mirara directamente hizo que volviera a poner sus pies normal―. De los nervios, no se daría cuenta que se le había caído o no regresó a propósito para poder marcharse cuanto antes. Cogedla.

Se trataba de una capa negra. Aunque les podía servir para encontrar al ladrón eso no significaba que debieran exhibirla a los cuatro vientos.

Nico miró a los otros aprendices, preguntándose quién podría custodiar el objeto. Le dio un codazo flojo a Maya para llamar su atención.

Oye, ¿y si la guardas debajo de ese sombrero que tienes ahí? —le dedicó una sonrisa inocente y pícara al mismo tiempo mientras la miraba levantando las cejas repetidas veces— Es el único sitio donde podríamos llevarla sin que se vea...

Tened cuidado. No sé mucho sobre el mundo al que partís, y vuestros Maestros tampoco ―Ariasu tosió, parecía que algo relacionado con ese mundo le producía alergia...―. Pase lo que pase, confiad en vuestro corazón.

Sin darles tiempo a despedirse siquiera, Yen Sid hizo algo mágico y los mandó a otro lugar de un conjuro.

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Habían aparecido en el que Nicoxa supuso que sería el Paraíso de los Bromistas. Estaban en una zona peligrosa de un barco puesto que podían caerse al agua si calculaban mal sus pasos, así que Nicoxa se posicionó como pudo en un lugar seguro.

¡Espero que ninguno de vosotros sea de los que se marean con estas cosas!

Si miraban a su alrededor comprobarían que estaban rodeados de niños, ¿qué clase de barco era ese? Al menos se les veía emocionados mientras jugaban a múltiples cosas, por lo que no parecía que estuvieran en contra de su voluntad.

Una de las niñas que había a bordo se acercó a ellos y señaló la pared por la que habían salido, aunque afortunadamente el portal ya no estaba ahí.

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¿De dónde habéis venido? ―preguntó amablemente.

Nico miró a sus compañeros con cautela, aunque por la respuesta que dio no parecía haberlo pensado mucho.

Pues... venimos del mismo sitio que ese de ahí —señaló a un niño al azar al que no conocían de nada—. Y tú de dónde vienes ¿eh? —le preguntó rápidamente, sin darle tiempo siquiera para que se girara y viera a qué niño había señalado.

Por suerte nadie más se había dado cuenta de que habían aparecido mágicamente, y eso que al menos los de Bastión Hueco destacaban claramente en un barco así.

En aquel preciso instante llegaron a su destino, fuera cual fuera. Un adulto obeso colocó una tabla para que pudieran salir del barco y aventurarse en la isla a la que acababan de llegar.

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Bienvenidos a la Isla de los Juegos, niños…

Tras esas palabras, aquel hombre pareció desaparecer del barco poco después. Nicoxa miró con la boca abierta de par en par y los ojos brillantes de emoción lo que se extendía ante ellos. Parecía un parque de atracciones y Nico dio saltitos de la emoción sin querer.

Vislumbró lo que podía ser un mapa en el interior del recinto, así que Nico lo señaló y se giró para hablar a los otros aprendices.

Uh, qué pena... —levantó los hombros y después esbozó una sonrisa— Parece que vamos a tener que entrar para situarnos mejor. No es que quiera pero no parece haber otra opción...
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Crystal » Mié Jul 29, 2015 2:46 pm

Como he dicho antes, la partitura no es peligrosa. Sin embargo, no puede ser copiada, ya que es uno de los portales que lleva a un mundo muy especial. Este portal, en concreto, conduce a una parte de él al que no podré acceder de ningún otro modo si no la recupero. Perteneció a la Maestra Awyr ―Hizo una pausa―, que murió hace algunos años.

Una partitura a modo de portal. Era la primera vez que Freya escuchó algo así, y le encantó la idea. Asintió con la cabeza a la explicación de Yen Sid, y se dejó guiar por su Maestra.

**


¿Todo este follón es por una partitura que él mismo ha dicho que no tiene nada de especial? ¿Seguuuuro?

¿Se ha notado mucho que estaba intentando contener la risa? Ese viejo no sabía disimular muy bien ―Miró atónita a Ariasu, que sonreía―. ¡Claro que tiene algo especial! Es uno de los portales que lleva a «Sinfonía de Brujería», un mundo de yupi donde todo es felicidad, arcoíris, bla, bla, bla. Tiene muchos más, pero este fue el lugar de nacimiento de Awyr, mi Maestra. Sí es cierto que no tiene nada de peligrosa. Solo es uno de esos trastos que guardan los abueletes para recordar buenos tiempos.

''Un mundo de yupi donde todo es felicidad, arcoíris, bla, bla, bla.'' El mundo perfecto para la pelirrosa, a la cual los ojos le brillaban. Parecía que la misión mejoraba por momentos.

»Olvidaos de todo eso y hablemos del ladrón. A ver, chicos, pregunta sorpresa ―Rebuscó en sus bolsillos y sacó un caramelo. Freya tuvo que contener las ganas de lanzarse a por él―. Quien acierte correctamente, gana un premio. ¿Qué sospecha ese viejo Maestro sobre el ladrón?

«Huh... Necesito ese caramelo...»

Repasemos los hechos… El ladrón es una persona que, obviamente, viaja por los mundos. Eso reduce mucho la lista de sospechosos, creedme. Además, es alguien que conoce cuál es la condición de Yen Sid, quiero decir, el ataque se ha producido ahora, justo cuando ha despertado y tiene sus poderes a mínimos. Ni antes, ni después. Por no hablar de que habrá estado controlando sus movimientos para asegurarse de que estaba fuera de la Torre cuando cometiera el robo. Cualquier otra conclusión sería demasiada casualidad. Y por último, la partitura. El ladrón conoce su existencia y tiene un buen motivo para quererla. Diría que uno muy bueno, para meterse con Yen Sid. ¿Qué se os ocurre con eso?

Eso quiere decir que...

El ladrón solo puede ser de Tierra de Partida o de Bastión Hueco. Tan simple como eso ―La Maestra se adelantó a Freya, la cual se ofuscó y puso pucheros―. ¿Quién si no puede oír hablar de una Maestra muerta hace una década e interesarse por su partitura? ―La Maestra repartió entre los tres aprendices los caramelos que tenía―. Aunque no me imagino cuáles pueden ser sus objetivos.

»Puede que Yen Sid fuera sincero cuando dijo que quería que ambos bandos colaborasen, pero no me cabe duda de que otra de sus razones para llamarnos ha sido esta. Al fin y al cabo, tenemos que controlarnos entre nosotros, entre los Caballeros, quiero decir. Puede que aún seáis demasiado jóvenes para ser conscientes del poder que tenéis a vuestro alcance, de la Llave, los mundos... Da igual, ese es otro tema. Tengo curiosidad por saber en qué estará pensando el viejo, porque el bando al cual pertenezca el responsable va a quedar mal, muy mal, sobre todo frente al otro.

»¡Y por eso tengo una misión más para vosotros! Olvidaos de ese rollo de traer al ladrón a la Torre. Atrapadlo y llevadlo a Bastión Hueco. Sois tres, os será fácil esquivar a la otra niña para que no se entere de lo que hacéis. Yen Sid se tendrá que conformar solo con su partitura, porque del culpable nos encargaremos nosotros. Si es de Bastión Hueco, Tierra de Partida no se enterará; si por el contrario, es de los suyos… bueno, estamos en guerra y… ―La cara de la Maestra cambió radicalmente―. ¡Vale, vale, como caso excepcional, lo soltaremos sin más! Después de preguntarle por qué robó la partitura y qué quería de ella. Por una vez, todos salimos ganando.

Freya temió por un momento que fuese alguien de Bastión; ya que si alguien de Tierra de Partida se enterase, se liaría gorda. Tenían que esforzarse por ganar a aquella niña y adelantarse en la captura del ladrón.

A mi me parece bien, pero como haya sido alguno de nosotros como mínimo se merece comerse un cactus sin quitarle las espinas antes...

Mejor que sean dos.

* * *


Una vez terminadas las charlas, los aprendices y los Maestros volvieron a la sala. Esta vez Yen Sid tenía una caja abierta encima de la mesa.

Esto es lo que dejó tirado atrás ―dijo. Sacó de la caja una capa negra, atada a un cordel―. De los nervios, no se daría cuenta que se le había caído o no regresó a propósito para poder marcharse cuanto antes. Cogedla.

Oye, ¿y si la guardas debajo de ese sombrero que tienes ahí? Es el único sitio donde podríamos llevarla sin que se vea...

Freya calló, puesto que no quería llevar más peso en su mochila.

Tened cuidado. No sé mucho sobre el mundo al que partís, y vuestros Maestros tampoco ―Ariasu tosió. ¿Estaba la Maestra resfriada?―. Pase lo que pase, confiad en vuestro corazón.

Seguidamente, Yen Sid se levantó y se dispuso a enviarlos a otro mundo.

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El lugar en el que aterrizaron probablemente fue el Paraíso de los Bromistas del que habían hablado antes. Se apretujaron los unos contra los otros, puesto que si pisaban mal, caerían al mar.

¡Espero que ninguno de vosotros sea de los que se marean con estas cosas!

Descuida... —susurró Freya, pensando en aquella misión en Nunca Jamás.

La aprendiza miró a su alrededor para darse cuenta de que estaban rodeados de niños de la edad de la tal Maya. Aquellos gritos eran insoportables, pero al menos parecía que se lo estaban pasando en grande.

Una de las niñas que corretaba por allí, se acercó a ellos, señalando la pared.

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¿De dónde habéis venido?

Pues... venimos del mismo sitio que ese de ahí —señaló a un niño al azar. Freya no pudo evitar poner los ojos en blanco—. Y tú de dónde vienes ¿eh?

Muy recurrente, Nicoxa.

Nadie más pareció haber notado su aparición. Echó un rápido vistazo a su compañera de bando, la cual llamaba más la atención que ella misma, y se preguntó si a veces la gente estaba ciega.

Llegaron al destino y un hombre gordo puso una tabla para que pudiesen bajar todos. Después, accionó una palanca para abrir unas puertas.

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Freya se quedó embobada mirando aquello. ¡Un parque de atracciones! Se giró para mirar a Enok, buscando en él alguna mirada de complicidad.

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Bienvenidos a la Isla de los Juegos, niños…

Todos los niños salieron disparados para adentrarse en aquel lugar. El hombre gordo desapareció, y la niña fisgona de antes también. Volvían a estar solos.

Uh, qué pena... —sonrió— Parece que vamos a tener que entrar para situarnos mejor. No es que quiera pero no parece haber otra opción...

Parece lo más sensato, ¿no? —No pudo ocultar la emoción—. Eso sí, nada de separarse. Al menos de momento —miró a Maya—. Hay que evitar perderse.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Zodiark » Vie Jul 31, 2015 4:16 am

No te preocupes por mí, respeté la tregua la otra vez y lo haré hoy también —respondí al Maestro—. Si intentan hacerme algo simplemente me escabulliré y les daré esquinazo. No seré yo quien se lleve bronca.

Posiblemente si se ponían agresivos conmigo mi acto reflejo sería defenderme, pero el Maestro confiaba en que no me saltase el acuerdo y debía dejarlo tranquilo. Aunque si podía evitar una pelea con ellos lo haría, después de todo sería un uno contra tres.

Si quieres ayuda, puedo ponerme en contacto con algún aprendiz... Yen Sid no dirá nada por alguien que casualmente estaba por allí y quiera echar una mano... Me parece que Derhe está hoy libre...

¡No! —me apresuré a contestar, casi interrumpiendo a Kazuki—. ¡N-No te preocupes, podré hacerlo!

No me importaba tener algún aliado durante la misión, pero no precisamente ÉL. Cualquiera, incluso alguien de Bastión Hueco, me sería de más ayuda que Derhe.

De todas formas, hay algo más que quiero pedirte. Es sobre el ladrón. Ya sé que una de las condiciones de Yen Sid es que lo traigáis, junto con la partitura, pero…

Hice una mueca de pereza en ese momento. Sabía que la misión sonaba demasiado fácil, y debería haberme esperado que no se quedase sólo en eso. De cualquier forma, ya estaba allí, tampoco podía negarme, sobre todo teniendo en cuenta que si no lo hacía yo, el Maestro tendría la brillante idea de mandar a Derhe a completar la misión. Y el resultado sería cuanto menos nefasto.

Estoy bastante seguro de que, sea quien sea, el Maestro se limitará a regañarle y a dejarle ir. Eso no podemos permitirlo. Alguien que viaja entre los mundos y no tiene reparos en robar en la Torre puede ser un peligro, y tenemos que tratar el asunto a fondo. En la medida que puedas, captúralo y llévalo a Tierra de Partida o retenlo en algún sitio. Luego, cuando regreséis, intercederé por ti ante Yen Sid. Supongo que no estará muy contento… aunque habrá recuperado la partitura…

Miré al Maestro extrañada. ¿De veras quería que yo sola capturara al ladrón, y no solo eso, sino que además tenía que hacerlo a escondidas de Bastión Hueco? Porque, obviamente, ellos también tenían la misión de llevarlo ante Yen Sid, y no creía que tuvieran intención de dejarme llevármelo como si nada y quedarse de brazos cruzados con la misión a medias. Y mucho menos con la tarada de Ariasu a cargo. A saber qué castigo les tendrían preparado en Bastión Hueco si no cumplían la misión...

Sé que es algo difícil de cumplir. Si eso te pone en dificultades o tu corazón te dice que es incorrecto… está bien. No pasa nada. Lo entenderé

No, no, está bien, aunque no sé si seré capaz de hacerlo sola... —De pronto, la imagen de la ridícula cara de idiota de Derhe Yeno atravesó mi mente, dibujando una mueca de asco en mi rostro no muy disimulada—. P-Pero me las arreglaré, sí.

»De todas formas, a pesar de que sólo ha robado esa partitura parece preocuparte mucho que ese tipo ande suelto, ¿no? ¿Tienes alguna idea de quién puede ser?

Tras preguntarle si tenía alguna pista sobre la identidad del ladrón, volvimos al interior del despacho del Maestro Yen Sid, donde seguía el hechicero, esta vez con una caja cuyo contenido parecía querer mostrarnos.

Esto es lo que dejó tirado atrás ―El hechicero abrió la caja, sacando de ella una capa negra bastante simple―. De los nervios, no se daría cuenta que se le había caído o no regresó a propósito para poder marcharse cuanto antes. Cogedla.

Oye, ¿y si la guardas debajo de ese sombrero que tienes ahí? Es el único sitio donde podríamos llevarla sin que se vea... —propuso Nicoxa.

Miré a la chica de reojo, arqueando una ceja, confusa. Después de lo de comer cactus me había dado cuenta de que era tan rara que no sabía si estaba hablando en serio o no. En cualquier caso, ninguno de ellos cogió la capa, así que me acerqué y la tomé yo misma y la plegué hasta que fuese de un tamaño menor al de mi cabeza y di un par de pasos hacia atrás disimuladamente. Sin que nadie se diese cuenta, me quité el sombrero y puse rápidamente la capa plegada sobre mi cabeza, y volví a ponerme el sombrero, siguiendo el ¿consejo? de Nicoxa. Aunque sonara ridículo, la chica me había dado una buena idea para llevar la capa disimuladamente, pues tampoco quería que el ladrón me viese llevándola y se percatara de que estaba en su búsqueda, y era más cómodo que llevarla en la mano o haciendo bulto en un bolsillo.

Tened cuidado. No sé mucho sobre el mundo al que partís, y vuestros Maestros tampoco. Pase lo que pase, confiad en vuestro corazón.

Sin más dilación, el Maestro hechicero nos teletransportó hacia nuestro destino utilizando un simple conjuro.

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Al llegar, no tardé tiempo en darme cuenta de dónde nos encontrábamos: un barco de vela. Además, no estábamos solos. Estábamos rodeados de escandalosos e hiperactivos niños que tendrían mi edad, más o menos. Eran un poco molestos, teniendo en cuenta que estábamos en plena misión, pero posiblemente fuese simple envidia. Hacía tiempo que no me divertía haciendo cosas que haría una niña de mi edad...

¿De dónde habéis venido? —preguntó curiosa una sonriente niña que se acercó y señaló la pared que acabábamos de atravesar, al parecer fue la única que se dio cuenta de nuestra presencia y de nuestra no muy usual llegada.

Aunque no era raro, después de todo allí sólo había niños y los tres que iban conmigo eran bastante mayores que yo, por lo que destacaban entre las cabezas de los chicos jóvenes que había yo. Aquello me facilitaba la tarea que me había pedido Kazuki: si conseguía infiltrarme entre los niños que correteaban y armaban jaleo como locos por ahí, podría dar esquinazo a los de Bastión Hueco tarde o temprano. Claro que con tal gentío también sería más complicado localizar al ladrón...

Pues... venimos del mismo sitio que ese de ahí —se apresuró a responder la peliazul, señalando a un chico aleatorio que había por allí—. Y tú de dónde vienes ¿eh?

Muy recurrente, Nicoxa.

"Vaya, qué forma más sutil y eficiente de escurrir el bulto..."

Fue entonces cuando el barco frenó, y vi que estaba encallado en unas rocas. Un hombre con unos cuantos kilos de más y cara de mala uva se acercó a la borda y colocó una madera para permitir bajar del navío. Acto seguido se colocó junto a una puerta de madera, que se abrió cuando el hombre accionó una palanca.

De pronto, me hallé cegada por los colores y las luces que surgieron de la puerta. No me esperaba tal espectáculo arcoíris para nada. Cuando recobré el sentido de la vista, mis ojos se iluminaron. Era increíble. ¡Un parque de atracciones!

Contuve mis ganas de ponerme a dar saltitos y aplausos como pude. Quería mantener la compostura antes los aprendices de Bastión Hueco, pero era difícil. Estábamos de misión, sí, pero un parque de atracciones era un lugar al que siempre había querido ir. Oí hablar mucho de ellos, y vi muchas fotos y dibujos de aquellos lugares tan peculiares. Sin duda parecían lugares muy divertidos. ¡Y ahora estábamos en uno! ¡Era incluso más colorido y animado que Ciudad Disney!

Los niños del barco también parecían estar más y más emocionados cada vez, y sus gritos eran más estridentes y animados que nunca. Estaban ansiosos por entrar.

Bienvenidos a la Isla de los Juegos, niños…

Sólo bastaron aquellas palabras para que los niños salieron escopeteados, a empujones y pisotones, hacia el parque. Parecía como si, al decir eso, el hombre hubiese activado un interruptor en las nucas de los chicos, que les activaron de pronto para salir pitando de donde estaban.

¡C-Cuidado! —exclamó pegando la espalda a la pared más cercana, intentando evitar la estampida que había frente a mí.

Uh, qué pena... —dijo Nicoxa, sonriente—. Parece que vamos a tener que entrar para situarnos mejor. No es que quiera pero no parece haber otra opción...

Parece lo más sensato, ¿no? —contestó la otra chica—. Eso sí, nada de separarse. Al menos de momento —añadió, mirándome a mí en concreto—. Hay que evitar perderse.

Sí, sí, tranquilos.

"Total, en cuanto os despistéis me voy a escaquear para dar una vuelta por el parque. Y-Y para buscar al ladrón, cl-claro..."

Entremos entonces —dije, iniciando la marcha y liderando al grupo cuando la estampida de niños hubo terminado, intentando contener mis ganas de entrar, pero era muy difícil, incluso mi paso era acelerado pero por más que intentaba frenarlo era imposible, quería entrar cuanto antes.

Vi que cerca de las puertas había un mapa del parque así que me acerqué para echar un vistazo y preguntar a los otros tres adónde querían dirigirse primero. Si no nos poníamos de acuerdo, iría directa a la noria. Era una de las atracciones que más destacaban y sin duda me apetecía mucho montar. Me preguntaba cómo serían las vistas desde lo más alto. Y, quién sabía, quizá encontrara algo sospechoso desde allí...
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Nell » Lun Ago 24, 2015 9:48 pm

La niña miró con ojos como platos a Nicoxa, como si no esperara aquella respuesta, y le hizo un mohín antes de responder:

¡Pues de mi casa!

Le sacó la lengua a la aprendiza, palpó disimuladamente la pared desde la que habían venido (para comprobar si se lo había imaginado o no) y se marchó dando tumbos, en dirección al niño que había señalado Nicoxa.

Más tarde, después de que pasara la estampida de niños, los cuatro aprendices se quedaron a solas. Maya y Nicoxa se adelantaron para ver el cartel del parque. Este mostraba que era un recinto cerrado, que ocupaba toda la isla y que estaba al aire libre, salvo por un edificio retirado donde se alojaba el circo. Encontrarían lo útil debajo de él: una lista de atracciones y espacios accesibles, con las oportunas indicaciones sobre dónde se encontraba cada uno.

- Bar 8. ¡Come, bebe, fuma y juega al billar! Nadie te lo impedirá.
- Circo. ¡Observa nuestros espectáculos o participa en ellos! Todos podéis ser artistas.
- La Casa de las Riñas. ¡Peleas, solo peleas! Hay un jugoso premio esperando un ganador.
- La Casa de la Vidente. ¡Leerá tu porvenir! Y a un módico precio.
- La Zona de los Destrozos. ¡Destruye todo lo que quieras! Muebles, arte, juguetes de hermanas…
- Mak quing. ¡La peor comida basura que puedas encontrar! No volverás a probar el brócoli.
- Montaña rusa. ¡Súbete a dar una vuelta por todo el parque! Puedes incluso arrojarte desde el asiento.
- Noria. ¡La atracción más divertida del mundo! Los vómitos no se limpian.
- Tiovivo. ¡Nuestros inanimados caballos te esperan! No se detiene, dará vueltas durante toda la noche.


Además, a un lado del mapa se habían dibujado varias señales. Generalmente, se ponían para indicar varias prohibiciones dentro del parque, pero estas en concreto daban permiso para beber, fumar, jugar, romper, divertirse…

El parque no había tardado mucho en animarse. Los mismos niños con los que habían viajado deambulaban ahora de aquí para allá, montándose en atracciones o estrenando los locales. Ninguno se había detenido a mirar el plano. Además, podían darse cuenta de que no había ningún adulto a la vista y los niños no se molestaban en organizarse. Las atracciones apenas paraban unos segundos hasta que alguien las reactivaba (cuando terminaban su recorrido), no había colas y cada uno se servía la comida y bebida por sí mismo.

El único adulto a la vista estaba al lado de la Casa de la Vidente y era un hombre trajeado de negro, salvo por un abrigo morado que llevaba encima. Tenía el cabello largo, suelto y bajo un sombrero de copa. Sin embargo, lo que más destacaba de él era su expresión sombría, que hacía juego con las ropas lúgubres.

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Y se dirigía hacia ellos.

Bienvenidos. Os veo muy poco animados. ¿Hay algún problema? ―les preguntó, cuando estuvo lo suficiente cerca. Tenía un tufillo extraño, dulzón y desagradable, que ninguno de los aprendices habría olido antes―. Mi nombre es Sr. Giorgio y soy uno de los encargados de la Isla de los Juegos. Si hay algo en lo que os pueda ayudar, podéis confiar en mí.

Recorrió la vista entre los cuatro aprendices, como si esperara que se presentaran o que les hiciera partícipe de sus dudas o recelos para demorar tanto la diversión. Maya se daría cuenta de que el Sr. Giorgio la miraba especialmente a ella, como si tuviera curiosidad por algo.

Veréis, de hecho, estaba buscando ayudantes. ¿Os interesaría trabajar para mí? No sería nada difícil ni peligroso, y os obsequiaría con algunos... beneficios en este parque ―les propuso. Hablaba de una manera pausada, como si pensara mucho en cada palabra―. Tomad estas invitaciones. Tengo mi oficina en el Circo, por si os interesa la oferta. Lo siento, pero no puedo explicaros nada sobre el encargo hasta que lo aceptéis. Es un asunto interno y algo delicado.

Los cuatro recibieron una tarjeta donde se habían escrito, con letra pomposa y curvada, el nombre del Sr. Giorgio en purpurina morada. Se describía como un científico y un coleccionista inigualable, ubicado en el Circo. Lo único que tenían que hacer era posicionar el pase frente a la cerradura de la oficina (que encontrarían fácilmente cuando fueran) y la puerta se abriría para ellos, tal y como les explicó él mismo.

El Sr. Giorgio solo se quedaría a contestar a las posibles preguntas que les surgieran a los aprendices, aunque como había dicho, no diría nada sobre el trabajo (podían aceptar allí mismo y acompañarle, dejarlo para después u olvidarse). Si no, se despediría y marcharía hacia el Circo.

Ciao.

A continuación, volvieron a quedarse solos, aunque no por mucho tiempo. Desde detrás de unos arbustos cercanos, como si hubiese estado esperando aquel momento, surgió un burro cabizbajo y claramente deprimido. Alguien debía de haberle vestido con un peto azul, unos zapatos en las patas traseras y un gracioso sombrero.

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Se acercó a Freya y empezó a rebuznar, de un modo que parecían sollozos. Golpeó suavemente a la aprendiza en la pierna con la cabeza, como si intentara transmitirle algo, en vano. Le llamaría la atención un tintineo desde su collar, que le revelaría dos cosas: que alguien había escrito Bianca con rotulador a lo largo de este, y que se le había añadido un cascabel, para que el burro hiciera ruido.

El animal parecía dispuesto a seguir a Freya, allá donde fuera, salvo que la aprendiza hiciera algo para impedirlo.

Por otro lado, desde antes de entrar Maya tenía claro cuál sería su primer destino: la noria. Se encaminó hacia ella, sin ninguna pista en su misión por el momento. Cuando le había preguntado a Kazuki sobre sus sospechas, este aseguró que había sido sincero y que no tenía ni idea de quién era el culpable; en realidad, solo le preocupaba que perteneciera a Tierra de Partida y fuera descubierto ante los de Bastión Hueco, haciéndoles quedar en una posición incómoda. No llamaría a Derhe Yeno, aunque el Maestro se quedó inquieto después de ver la reacción de Maya (creyendo que se estaba haciendo la valiente al rechazar el ofrecimiento).

La noria era una de las atracciones menos pobladas, porque era lenta y aburrida para muchos de los niños. Cuando Maya llegó, solo había otro chaval, unos tres años mayor que ella, esperando a que la siguiente cabina bajara para poder subir.

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Hola ―saludó, con un tono chulesco, mientras inflaba un chicle morado en la boca y lo explotaba―. ¿Te apetece que subamos ambos o prefieres ir sola?

Le estaba ofreciendo que le acompañara en el siguiente turno. Podía aceptar la oferta o rehusarse. A juzgar por la rapidez de la noria, iba a tardar en dar la vuelta y quizá no fuera tan importante echar un vistazo a la totalidad del parque, como se había planteado al principio. Es decir, que aún podía cambiar de opinión y marcharse a otra atracción o a hacer algo diferente.

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Si Maya quiere seguir con el grupo y tal, sin ir a la noria, ignora la última parte.

Fecha límite: 28 de agosto.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Zodiark » Vie Sep 04, 2015 8:58 pm

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Tras leer las señales y observar el interior del parque, me di cuenta de que no había organización alguna ni normas. Los propios niños eran los que accionaban las atracciones y se servían la comida y las bebidas. Además de aquel hombre que nos había permitido bajar del barco y que ya se había esfumado, no había rastro de ningún otro adulto. Y aquellos niños parecían muy gamberros, si no iba con cuidado a saber lo que podía pasarme.

Avancé por el parque, con la intención de dirigirme a la noria, pero la voz de un hombre me alertó.

Bienvenidos. Os veo muy poco animados. ¿Hay algún problema?

Era el único adulto a la vista, y parecía haber venido desde una atracción llamada Casa de la Vidente. Lo que más me llamó la atención de él fue su vestimenta, pues parecía una especie de prestidigitador, además de que llevaba, a modo de capa, un abrigo morado. ¿A qué me recordaba eso...? Además, su aroma dulzón y empalagoso no pasaba desapercibido. Casi me daban ganas de taparme la nariz, era bastante desagradable, pero me parecía un acto de muy mala educación así que tuve que aguantarme.

Mi nombre es Sr. Giorgio y soy uno de los encargados de la Isla de los Juegos. Si hay algo en lo que os pueda ayudar, podéis confiar en mí.

¿Así que Isla de los Juegos era el nombre de aquel lugar? Bueno, era apropiado. El Sr. Giorgio se nos quedó mirando, como si esperase que le dijéramos algo, especialmente a mí. Crucé miradas con él y arqueé una ceja, extrañada, al darme cuenta de que me observaba con mucha curiosidad.

Veréis, de hecho, estaba buscando ayudantes. ¿Os interesaría trabajar para mí? No sería nada difícil ni peligroso, y os obsequiaría con algunos... beneficios en este parque ―prosiguió―. Tomad estas invitaciones. Tengo mi oficina en el Circo, por si os interesa la oferta. Lo siento, pero no puedo explicaros nada sobre el encargo hasta que lo aceptéis. Es un asunto interno y algo delicado.

Lo pensaré —dije tras agarrar una de las invitaciones, mientras la guardaba en mi bolsillo—. Pero... Dices que no es difícil ni peligroso pero que es un asunto delicado... ¿Seguro que no es peligroso?

En cualquier caso, aquel tipo tendría que esperar, pues primero quería ir a la noria. Después de que se marchase, un burro apareció de entre las hojas de un arbusto, y comenzó a acosar a la tal Freya. Era mi momento. Aprovechando la distracción que suponía aquel animal (que por otra parte estaba vestido con un peto, lo cual me extrañó, pero preferí no pensar demasiado en ello) di un par de pasos hacia atrás lo más sigilosamente posible e intenté escaquearme sin que se diesen cuenta, rumbo a la noria.

Al llegar a dicha atracción, me percaté de que no tenía demasiado éxito. Lo cual era una suerte, por otra parte, porque no tendría que aguantar ruidosos y sucios niños correteando y haciendo de las suyas. Solamente había un chico, que parecía algo mayor que yo, esperando a que bajase la siguiente cabina. Me coloqué a su lado, de brazos cruzados, para esperar a la siguiente cabina yo también.

Hola ―saludó el chico, para mi sorpresa, teniendo en cuenta que estaba allí totalmente solo me había dado la impresión de no ser alguien sociable―. ¿Te apetece que subamos ambos o prefieres ir sola?

Eh... Bueno, vale —contesté—. Yo soy Maya. ¿Cómo te llamas tú?

Tras las presentaciones, subiría junto al chico a la cabina de la noria y, desde allí, intentaría explorar todo el parque con la mirada, intentando buscar algún lugar sospechoso que pudiera servir como guarida para un ladrón, o algo así.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Crystal » Mar Sep 08, 2015 1:04 pm

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Freya se acercó a Maya y Nicoxa para poder ver el cartel del parque. En principio era un recinto al aire libre que ocupaba toda la isla, excepto un trozo donde se encontraba el circo. Debajo de aquella representación estaba la lista de atracciones con una serie de indicaciones.

- Bar 8. ¡Come, bebe, fuma y juega al billar! Nadie te lo impedirá.
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- La Casa de las Riñas. ¡Peleas, solo peleas! Hay un jugoso premio esperando un ganador.
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- La Zona de los Destrozos. ¡Destruye todo lo que quieras! Muebles, arte, juguetes de hermanas…
- Mak quing. ¡La peor comida basura que puedas encontrar! No volverás a probar el brócoli.
- Montaña rusa. ¡Súbete a dar una vuelta por todo el parque! Puedes incluso arrojarte desde el asiento.
- Noria. ¡La atracción más divertida del mundo! Los vómitos no se limpian.
- Tiovivo. ¡Nuestros inanimados caballos te esperan! No se detiene, dará vueltas durante toda la noche.


Apenas había restricciones en aquel lugar. Estaba claro que la idea principal era divertirse, pero... ¿No era aquello demasiado exagerado? ¿Habría medidas de seguridad? No había ni un solo adulto allí, todo lo controlaban los niños. No habían colas e incluso eran ellos mismos los que se servían la comida y la bebida.

Aun así, Freya se moría de ganas por probar la montaña rusa y se preguntó si alguien estaría dispuesto a hacerle compañía.

Antes de poder hacer cualquier pregunta, un hombre trajeado de negro se les acercó. Llevaba el cabello suelto bajo un sombrero de copa, y su expresión no inspiró demasiada confianza a la pelirrosa.

Bienvenidos. Os veo muy poco animados. ¿Hay algún problema?

Probablemente aquel fuese el único adulto del lugar. Sus pintas eran... bastante extrañas, y Freya nunca había visto nada parecido. Pero aquello no era lo único a destacar de él; tenía un aroma dulce, a la par que desagradable, que hizo que la aprendiza se llevase disimuladamente la mano a la nariz para tapársela.

Mi nombre es Sr. Giorgio y soy uno de los encargados de la Isla de los Juegos. Si hay algo en lo que os pueda ayudar, podéis confiar en mí.

''Isla de los Juegos... Suena bien.''

El Sr. Giorgio se quedó mirando a los cuatro aprendices, esperando algún tipo de respuesta por parte de ellos, pero Freya estaba demasiado ocupada en pensar lo bien que sonaba el nombre de aquel sitio. Un lugar con un nombre tan divertido no podría tener mucho peligro, ¿no?

Veréis, de hecho, estaba buscando ayudantes. ¿Os interesaría trabajar para mí? No sería nada difícil ni peligroso, y os obsequiaría con algunos... beneficios en este parque ―continuó―. Tomad estas invitaciones. Tengo mi oficina en el Circo, por si os interesa la oferta. Lo siento, pero no puedo explicaros nada sobre el encargo hasta que lo aceptéis. Es un asunto interno y algo delicado.

Lo pensaré —dijo, a la vez que todos recibían una tarjeta—. Pero... Dices que no es difícil ni peligroso pero que es un asunto delicado... ¿Seguro que no es peligroso?

Freya le echó un vistazo a aquel trozo de cartón. El nombre del Sr. Giorgio aparecía escrito con letra delicada y curvada en color morado. Por lo visto era un científico y coleccionista ubicado en el Circo. Aquel pase les permitiría entrar en la oficina con tan solo posicionarlo delante de la cerradura. Sencillo.

¿Beneficios en el parque? —se decidió a preguntar, después de haber guardado la tarjeta—. ¿A qué clase de beneficios se refiere?

Después de que el Sr. Giorgio se marchase, apareció desde unos arbustos cercanos un pequeño burro. Estaba cabizbajo y bastante deprimido y, además, alguien debía haberlo vestido.

Se acercó a Freya y empezó a rebuznar, cosa que a la aprendiz le pareció como si el pequeño animal estuviese sollozando. Después de que golpease su pierna, la pelirrosa se agachó para ponerse a su altura. Acarició suavemente la cabeza del burro, intentando transmitirle tranquilidad. Pero en seguida reparó en aquel tintineo de su collar, con el cual pudo descubrir que se llamaba Bianca y que gracias a ese cascabel sabría que se encontraba cerca de ella.

Bianca se viene con nosotros, ¿vale? —les comunicó a los demás. Aun siendo una pregunta, estaba claro que aunque se lo negasen, Freya se lo llevaría igual—. No podemos dejar a este pobre animal por aquí solo... Quizás esté asustado por todo el ruido de los niños...

»Un segundo, ¿dónde se ha metido la niña endemoniada de Tierra de Partida?
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Sito » Vie Sep 11, 2015 11:09 pm

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Las lindas aprendizas de la llave espada observaron el cartel que se situaba en la entrada del parque, para decidir a donde ir primero. Nicoxa intentaba no mostrarse demasiado emocionada pero le resultaba tan difícil...

- Bar 8. ¡Come, bebe, fuma y juega al billar! Nadie te lo impedirá.
- Circo. ¡Observa nuestros espectáculos o participa en ellos! Todos podéis ser artistas.
- La Casa de las Riñas. ¡Peleas, solo peleas! Hay un jugoso premio esperando un ganador.
- La Casa de la Vidente. ¡Leerá tu porvenir! Y a un módico precio.
- La Zona de los Destrozos. ¡Destruye todo lo que quieras! Muebles, arte, juguetes de hermanas…
- Mak quing. ¡La peor comida basura que puedas encontrar! No volverás a probar el brócoli.
- Montaña rusa. ¡Súbete a dar una vuelta por todo el parque! Puedes incluso arrojarte desde el asiento.
- Noria. ¡La atracción más divertida del mundo! Los vómitos no se limpian.
- Tiovivo. ¡Nuestros inanimados caballos te esperan! No se detiene, dará vueltas durante toda la noche.


Abrió los ojos como platos al leer la primera línea: ¿Beber? ¡¿Fumar?! ¡Si por ahí parecía que sólo había niños! ¿Quién podía ser el irresponsable que habría puesto algo así en un parque de atracciones? El pequeño disgusto que había cogido al leer eso sólo se le podría pasar si se subía en alguna atracción.

Casi se había olvidado de la razón por la que estaban en aquel mundo cuando el único hombre adulto que parecía haber en el parque —y que rezumaba un olor bastante... potente— se acercó a ellos. Tenía una pinta algo siniestra para Nico, que le examinó de arriba a abajo con la mirada, desconfiada.

Bienvenidos. Os veo muy poco animados. ¿Hay algún problema?

Había algunas lagunas en la seguridad del sitio que parecían obvias para la peliazul. Los niños iban como locos de un lado a otro, sin ningún tipo de control ni supervisión. Parecía que ellos mismos se encargaban de las atracciones y de suministrarse la comida, esperaba que tuvieran las manos limpias al menos.

Mi nombre es Sr. Giorgio y soy uno de los encargados de la Isla de los Juegos. Si hay algo en lo que os pueda ayudar, podéis confiar en mí.

Aprovechó la pausa que había hecho el sospechoso individuo para hacer algunas preguntas.

¡Hola señor Giorgio! Bueno somos nuevas por aquí y nos ha parecido un poco raro que no haya apenas adultos por ningún lado, ¿a qué se debe?

»¡Ah! También, ya que estamos... ¿A qué atracción nos recomiendas ir primero?

Esperaba que el encargado resolviera sus dudas. Por su parte él siguió hablando, parecía que iba a explicarles la razón principal por la que se había acercado a ellos.

Veréis, de hecho, estaba buscando ayudantes. ¿Os interesaría trabajar para mí? No sería nada difícil ni peligroso, y os obsequiaría con algunos... beneficios en este parque ―hizo una pequeña pausa mientras sacaba unos papeles―. Tomad estas invitaciones. Tengo mi oficina en el Circo, por si os interesa la oferta. Lo siento, pero no puedo explicaros nada sobre el encargo hasta que lo aceptéis. Es un asunto interno y algo delicado.

Lo pensaré —contestó Maya mientras todos iban cogiendo la invitación—. Pero... Dices que no es difícil ni peligroso pero que es un asunto delicado... ¿Seguro que no es peligroso?

¿Beneficios en el parque? —preguntó Freya, ella tenía exactamente la misma duda que pasaba por la cabeza de Nico—. ¿A qué clase de beneficios se refiere?

Nicoxa observó con detenimiento lo que ponía en la invitación. En ella aparecía el nombre del encargado y también mencionaba que era científico. Al leer eso sintió un escalofrío, por alguna razón le pareció una extravagancia más a añadir a su sospechoso aspecto.

Vale, gracias. ¡Lo tendremos en cuenta! —despidió al hombre con un gesto de la mano conforme se iba y se dirigió a sus compañeros—. Madre mía que siniestro todo... No me fio demasiado de él pero tampoco podemos desestimar su oferta tan a la ligera. Propongo darnos una vuelta por el parque y si no encontramos nada sospechoso volver a hablar con él, ¿os parece bien?

Al terminar de hablar unos arbustos empezaron a moverse. Nico se puso en guardia pero al ver lo que salió de ellos se relajó: ¡Un burro adorable con un cascabel colgado que se dirigía hacia los aprendices, en concreto a Freya! Se le veía algo tristón, ¿quizás porque estaba vestido de una forma que no combinaba bien los colores...?

No podía ser eso porque para empezar los burros no saben vestirse solos, lo cual generaba más dudas. Mientras la pelirrosa lo acariciaba para que se relajara descubrieron que se llamaba Bianca, gracias a un collar que llevaba colgado.

Bianca se viene con nosotros, ¿vale? —sentenció Freya, Nico no tenía ningún problema porque le parecía monísima—. No podemos dejar a este pobre animal por aquí solo... Quizás esté asustado por todo el ruido de los niños...

¡No te preocupes bonita! —dijo para animar a Bianca, también acariciándola— Tendremos que vigilarla para que los niños no se metan con ella. Pero eso sí, no se te ocurra hacer tus necesidades aquí en medio, ¿eh? —advirtió medio en broma medio en serio al animal.

»Un segundo, ¿dónde se ha metido la niña endemoniada de Tierra de Partida?

Freya tenía razón: Maya se había escabullido sin que se dieran cuenta, qué traviesa...

Oh Dios, ¡capaz es de haberse ido al bar a fumar! —intentó no reírse pero no pudo evitarlo— Vale vale, lo siento. Seguramente habrán podido con ella las ganas de montarse en algo, así que vamos a buscarla. ¡Que ella tiene la capa!

»¿Y si empezamos por la montaña rusa? Así también podemos aprovechar para subirnos, je je...

Y así emprendieron camino hacia aquella atracción, puesto que Freya también se mostró de acuerdo.

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Sí, Freya también quiere ir hacia allí, ya lo hemos hablado xD
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Nell » Mié Sep 23, 2015 2:05 am

La primera en adelantarse para responder al Sr. Giorgio fue Nicoxa, quien aprovechó para hacerle preguntas. Este enarcó una ceja, quizá porque alguna le había extrañado, pero no lo comentó abiertamente. Sí, en cambio, respondió con sinceridad:

¡Cómo has podido subirte un carro y a un barco sin saber adónde ibas, jovencita! Si preguntas esas cosas por ahí, pensarán que eres más tonta que un burro. ―No abandonó aquella expresión sombría durante toda la conversación, lo que le dotaba de un aura deprimente a pesar de sus palabras―. Aquí apenas hay adultos porque esta es una Isla solo para niños, para su uso y disfrute. Yo no debería salir de mi oficina, ni dejarme ver demasiado en público, pero hoy ha sido una ocasión especial.

»Y personalmente, mi lugar favorito es el Circo. Siempre hay artistas de gran talento por allí.

El Sr. Giorgio correspondió a Maya con una amplia sonrisa, que en vez de confortar a quien creía una niña asustada, más bien daba escalofríos.

Nada peligroso, os lo garantizo. Si no, no se lo pediría a pequeñas como vosotras.

»Digamos que os proporcionaré acceso a servicios VIP ―respondió a Freya―. Atracciones de las que podáis disponer únicamente vosotras, un vale para la vidente, una marca mejor de tabaco… Os ofreceré aquello que queráis y esté a mi alcance ―resumió el Sr. Giorgio.

Sin embargo, en vez de marcharse sin más tras despedirse, dio un par de pasos y se detuvo, para volverse de nuevo hacia ellas. El grupo de aprendices le había llamado la atención y puede que por eso les hubiese ofrecido el trabajo; pero, además,

Por cierto, os daré un consejo: no os fieis de un chico que anda por aquí. Es castaño, con una camisa blanca y unos pantalones azules. Seguro que estará causando problemas, así que le reconoceréis rápidamente. Hacedme caso: alejaos de él.

Con esa nueva y enigmática advertencia, retomó su camino. Y el grupo se disgregó.


Maya


El chico asintió y, cuando la siguiente cabina se detuvo enfrente de ambos (dejando salir a cuatro niños enfurruñados), entró primero, se sentó y esperó a que Maya hiciera lo mismo.

Yo soy Ettore.

Ahí acabó la presentación. Probablemente la primera impresión de Maya había sido correcta: no era muy sociable.

Al cabo de unos segundos, la atracción se reanudó. Sin embargo, la velocidad era tan lenta que se hacía poco disfrutable, salvo por las vistas. Además, cada pocos minutos se paraba, para dejar salir y entrar a alguien (que probablemente se arrepintiera después). Desde luego, se podía poner en duda que de verdad hubiese vomitado alguien allí alguna vez.

Cuando estuvo a una considerable altura, Maya pudo ver el parque en toda su extensión. Si había memorizado el mapa, apreciaría que no había nada fuera de lugar o que no estuviera indicado en él. Ni una cueva secreta, ni un rincón oculto. Podía llamarle la atención que el Circo pareciese un poco desierto; sin embargo, dado que las actividades se realizaban en el interior, era algo dentro de lo lógico.

Forzando la vista, vería a Freya y Nicoxa (gracias al contraste de rosa y azul) dirigirse a la montaña rusa, donde había una larga cola a la que tendrían que esperar hasta poder subirse.

Los niños formaban multitudes increíbles y era casi imposible distinguirlos entre sí, como para apreciar si alguno se comportaba de manera sospechosa. Vería que se congregaban principalmente en dos sitios: la Zona de los Destrozos y la Casa de las Riñas. En la primera, porque era de prever que a lo largo de la noche hubiesen roto los mejores objetos; en la segunda, en cambio, parecía estar a punto de empezar algo.

¿A quién estás buscando? ―le preguntó de repente Ettore.

Había visto claramente a Maya observar por la ventana y escudriñar las atracciones. No obstante, tras preguntar, pareció pensárselo mejor y explicó las razones de su deducción.

Yo también estoy buscando a alguien ―afirmó, dando aún por hecho que esa era la intención de Maya―. A mi hermana, Bianca. Se enfadó conmigo porque no quería venir aquí y se fue corriendo. Es una estúpida. En la Isla ya no tendremos que preocuparnos por adultos gruñones o profesores exigentes. A partir de ahora, solo estaremos ella y yo, haciendo lo que nos dé la gana ―se repantingó en el asiento―. Y ese burro tonto, si de verdad quiere adoptarlo.

Él también echó un vistazo por la ventana, aunque no se movió ni le puso tanto empeño como Maya. Al fin y al cabo, tenía toda la noche para encontrarla; mientras tanto, podía relajarse o divertirse.

Es una niña rubia con dos trenzas ―describió vagamente―. Si la ves, ¿podrías tirarle de una? Se lo merece. ―Solo entonces se fijó en que estaba hablando con otra chica de dos trenzas―. Pero yo no lo haría contigo, ¿sabes? Es solo que ella… pues es más pequeña y... ―Se ruborizó―. Da igual.

Permaneció el resto del viaje en silencio. Descendieron con la misma lentitud que en la subida y, al llegar al final, Ettore se bajó de un salto, aunque esperó a que Maya le siguiera. Se entretendría para hablar con ella de lo que quisiera, pero su intención era seguir buscando a la niña… con un poco más de diversión de por medio.

Voy a ir a la Casa de la Vidente. Le pediré que me diga dónde está Bianca ―aclaró. No parecía muy preocupado por su hermana, a pesar de estar buscándola. Parecía querer saber solo dónde se encontraba―. Si sigue enfurruñada, me iré a la Casa de las Riñas para jugar. He escuchado que hay un premio fabuloso para el ganador. ¿Quieres venir? Si te gusta, podría conseguírtelo. Soy bueno peleando.

Su nuevo amigo le ofrecía que le acompañara a dos lugares diferentes, esperanzado por su respuesta.

… un rufián y un ladronzuelo, eso es lo que…

¡La palabra del millón! Al darse la vuelta, Maya vería de quién procedía la voz: era el mismo hombre gordo que les había abierto la puerta a la Isla. Hablaba con una niña en voz baja, aunque la aprendiza había podido captar esa breve parte de la conversación. Se dirigían hacia el Bar 8.

Si le pedía a Ettore que le acompañara, se negaría. Él primero quería saber dónde se encontraba su hermana. Por lo tanto, tendría que decidir cuál era su prioridad.


Freya y Nicoxa


Como un corderito obediente, Bianca siguió a Freya allá donde fue. Aún gimoteaba, pero parecía modularse para no montar un escándalo.

Al llegar a la montaña rusa, se darían cuenta de que no había sido muy buena idea. La cola para subirse a la atracción era larguísima, aunque avanzaba rápido. Además, no se veía a Maya por ningún lado. Entre tanta gente y con lo pequeña que era iba a ser difícil encontrarla. El burro se pegó más a las aprendizas, arrinconado en medio de tanto niño entusiasmado por subir.

Y ocurrió lo que más temían, cómo no.

¡Eh, mirad, un burro!

Los últimos cuatro chicos de la fila, y recién llegados por detrás de Freya y Nicoxa, comenzaron a hacerle gestos de burla y a cogerle de las orejas, impresionados por su longitud. Bianca tiró, intentando deshacerse del agarre y ponerse a salvo a los pies de Freya. No obstante, ninguno de los chavales se cortó en seguir molestando al animal, pese a la presencia de sus «dueñas».

¿Dónde lo habéis conseguido? ―les preguntó uno.

¿Vais a montar con él? ¡Qué tontas! ¡Eso está prohibido! ―Sorprendentemente, era cierto. Junto a la entrada al vehículo, había una señal con la silueta de un burro y una equis tachándolo. Además, le habían añadido un aviso:

Si encuentras uno, ¡devuélvelo al Circo!


¡Nosotros os lo cuidamos! ―corearon dos, mientras uno le sacaba la lengua al burro.

Podían arriesgarse a subir a la atracción con el burro, confiando en que no hubiese ningún encargado mirando. Salvo el Sr. Giorgio, no habían visto a nadie supervisando a los niños, y este mismo había especificado que su presencia era un hecho extraño. O bien, como les habían propuesto los chicos, podían dejarles el burro a su cargo y que se lo devolvieran terminaran el recorrido. Y no podían olvidar que ese cartel pedía la devolución de cualquier burro abandonado al Circo… como el que ellas tenían.

Si en vez de prestar atención a los maleducados de atrás, ponían la oreja a los chicos de delante, captarían más información interesante entre sus murmullos sobre el parque, que podría servirles para decidir su próximo destino:

Al Tiovivo no te acerques. Alguien ha vomitado y lo han parado. Mañana lo volverán a poner en marcha, cuando esté limpio. Aunque creo que alguien ya se lo ha tragado por una apuesta, ¡ja, ja, ja, ja!

Dicen que hay una vidente capaz de predecir el futuro, pero que pide un precio imposible de pagar. ¿Qué se habrá creído? ¿Quiere que le pegue una paliza? Aunque tampoco tengo mucho interés por saber qué va a pasar. Lo que importa es el ahora, ¿no?

En el Mak quing también han vomitado, tío…

Un collar. Es solo un collar de mierda, que brilla un poquito y ya está. Es lo que me ha dicho Priscilla. Sabe cosas, porque se codea con la gente de aquí.

Eres más tonto que el burro que dicen que hay atrás.

Su objetivo era el ladrón de la partitura, no hacer ninguna de aquellas actividades. ¿Cómo iban a encontrarlo entre tanto niño, sin ninguna pista?


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Lo siento, porque en vuestra parte sois dos y aún así es bastante floja. Intentaré compensaros en la siguiente ronda, ¡pero necesito que me deis algo de chicha!


Fecha límite: 26 de septiembre.
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Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición

Notapor Sito » Lun Sep 28, 2015 1:20 am

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Mientras se dirigían hacia la montaña rusa Nicoxa pensaba en las palabras del Sr. Giorgio. Deberían tener en cuenta las ventajas de las que les había hablado y estar atentas por si ven al chico que había descrito: castaño, con camisa blanca y pantalones azules. Se preguntó qué podía tener de problemático aquel chaval si todos los otros niños del parque estaban haciendo lo que les daba la gana sin ningún tipo de control. No creía que pudiera ser peor que todos esos.

Le rascó las orejas a Bianca al mismo tiempo que caminaban y finalmente llegaron a la atracción. Había una cola larguísima, así que se apresuraron a ponerse al final y vigilaron que nadie se les colara. Apenas un instante después llegaron cuatro chicos algo insoportables y la pobre burra se puso más nerviosa.

¡Eh, mirad, un burro!

Qué haces, ¿hablar a un espejo?

Los recién llegados empezaron a burlarse de Bianca, a tirarle de sus grandes orejas... La burra intentaba deshacerse de ellos encogiéndose en las piernas de Freya. El cabreo de Nico sólo iba en aumento al ver a esos imbéciles maltratando al animal, incluso con ellas delante. Tenían la suerte de ser niños porque de no ser así se habrían llevado una bofetada cada uno. Al final no pudo más y se interpuso entre ellos y Bianca.

Vamos a ver qué estáis haciendo QUÉ ESTÁIS HACIENDO —acercó su rostro al de uno de los niños hasta que apenas les separaban unos centímetros. Ella le miraba con los ojos entrecerrados—. ¿A ti te gustaría que me pusiera a tirarte de las orejas y a reírme de lo enanísimo que eres? ¡¿EH?! ¿No verdad? Pues dejadla en paz que ella no os ha hecho nada —hizo un gesto con la mano para que se alejaran—. Ale fus fus.

Sin embargo los otros niños que acompañaban al que había sufrido la ira de Nicoxa siguieron hablando, con algo más de calma (o eso parecía creer Nico)

¿Dónde lo habéis conseguido? ―preguntó uno de ellos, ella prefirió no contestar.

¿Vais a montar con él? ¡Qué tontas! ¡Eso está prohibido! —¿Cómo que prohibido? Nico se giró para visualizar mejor la entrada de la atracción y comprobó que era cierto: una señal decía que los burros no podían subir y que si encontraban alguno lo llevaran al circo. Lo primero que pensó era en lo absurdo que le parecía que esa señal fuera exclusiva de burros; ni perros ni gatos ni jirafas ni nada ¡justamente burros! ¿Acaso era algo normal ver a esos animales deambular a sus anchas por el parque? Miró a Freya preocupada, no iba a ser tan sencillo subir.

¡Nosotros os lo cuidamos! ―comentaron dos a la vez, mientras uno le sacaba la lengua al burro.

¡Sí hombre! —empezó a reir—. Antes la tiro por un barranco que dejarla con vosotros —ahora la lengua se la sacó ella a los niños— No te preocupes linda que estaba exagerando —susurró al animal para que no se preocupara.

Freya, tía... —empezó a decir— Creo que no vamos a poder subir las tres, y dejar a Bianca aquí sola o con estos diablillos no es una opción. Pero por otro lado ya que hemos venido hasta aquí sería una pena que ninguna de las dos se suba... —esbozó una sonrisa traviesa.

»¿Y si echamos a suertes quien sube y quien se queda aquí esperando con ella? —Freya se mostró de acuerdo, así que Nico dio una palmadita de alegría. Tenía que ganar y subir...— Venga, ¿pares o nones? ¡Yo pares!

Las dos aprendizas hicieron una cuenta atrás y sacaron sus dedos a la vez. Nicoxa había sacado seis dedos y Freya, por el contrario, cuatro. La peliazul abrazó a su compañera para que no se sintiera mal, controlando su euforia, e hizo un gesto de victoria con uno de los brazos con los que la abrazó sin que se diera cuenta.

Bueno los juegos de azar son así, ¡lo siento! —en verdad le daba rabia que no pudieran montar las dos juntas; en esa clase de cosas se disfrutaba mucho más si ibas con gente que si estabas sola, pero las circunstancias eran las que eran.

Estuvo haciendo cola un ratillo (en el que recabó bastante información de los chicos de delante) hasta que al fin pudo subir, emocionada. Esperaba pasarlo bien aun así ya que nunca en su vida se había montado en esa clase de cosas. Tras acabar el ansiado trayecto, y si no había ocurrido nada raro, se reuniría con Freya.

Mira que no me mareo con los barcos pero esto... —lo pintó como una experiencia desagradable para no presumir demasiado—. Bueno... creo que deberíamos centrarnos en la misión, que con todo este ambiente casi se me olvida —era bastante irónico que lo dijera precisamente ella—. ¿Qué te parece si vamos a ver a la vidente esa y le hacemos algunas preguntas? Una podría preguntar algo sobre el ladrón que buscamos y la otra sobre el paradero de Maya —no se había olvidado de ella, todo lo contrario: la necesitaban para encontrar al ladrón y como no apareciera pronto tendrían que ponerse a buscarla en serio.

Y luego si quieres podemos ir al circo, por si acaso la bruja esa nos quiere timar, y le pedimos ayuda al Sr. Giorgo —se agachó para ponerse junto a Bianca— ¡Y así te llevamos con tus amiguitos! ¿Te apetece?

Escucharía lo que Freya tuviera que decir, aunque esperaba que se mostrara de acuerdo y fueran juntas a ver a la vidente.

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Todo lo de Freya está pactado y hablado con anterioridad
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