[Islas del Destino] Sol, playa y descanso

[James Bond]

Cronología:

Keiko Akarui: Sueño con oir tu voz > este encuentro
Trama: Nuestro Tesoro > Encuentro: Sol, Playa y Descanso.





Keiko estiró hacia arriba los brazos cuando los rayos del sol la golpearon en la cara. Tras aquel gesto, bostezó perezosa y se tiró en la arena de la playa de una de las islas de aquel mundo cuyo nombre era Islas del Destino. Lo había encontrado en el mapa de los mundos de la base de datos de Tierra de Partida, y tras su última misión, decidió que necesitaba un pequeño descanso, así que el día anterior se fue de compras y luego emprendió el viaje hasta el lugar.

Y ahí se encontraba ahora, disfrutando de la playa, oyendo el sonido del mar golpeando la arena, sintiendo el sol en su piel. ¿Cuándo fue la última vez que había ido a la playa? Ni se acordaba, pero juraría que era muy pequeña cuando la llevaron la última vez pues su hermano pequeño iba a nacer aquel mismo año. Desde entonces, no había vuelto a pisar la arena. La muchacha trató de dormir para no pensar en cosas que la distrajeran de su día libre pero la arena le impedía cerrar los ojos por miedo a tragarla sin querer. Para colmo, se había olvidado de comprar lo más importante: una toalla. ¿O era la crema protectora?

En cualquier caso, necesitaba algo con lo que protegerse de la arena. Así que se levantó y se dispuso a ir al mercadillo que había en la isla principal que era en donde había alquilado la barquita de madera con la que había ido hasta donde se encontraba ahora mismo.

[Crystal]

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Freya acabó en Islas Destino por mera casualidad. Cuando escuchó a dos de los aprendices de Bastión Hueco hablar de un lugar como ese, se prometió que lo visitaría. Y sí, ahí estaba. Tomándose el día libre cerca del mar, que ya lo necesitaba. Sin embargo, no fue hasta que llegó a pisar aquel lugar, que se dio cuenta de que se había olvidado la más importante de las cosas que siempre se han de llevar a la playa.

Un flotador.

No es que la pelirrosa no supiese nadar, pero si alguien quería disfrutar y jugar en el mar debía hacerlo, sin duda, con un flotador. Así que tuvo que dirigirse al mercadillo de la isla principal para hacerse con uno.

Paseó entre los puestos, observándolo todo con mucha curiosidad. Cada mundo tenía una cosa especial, bien lo sabía, y en el ambiente de allí se podía respirar la amabilidad y el buen rollo. Realmente había escogido un buen sitio para ir a descansar. ¡Y quizás hasta podría coger algo de color para no parecer un fantasma de pelo rosa!

Cuando encontró un puestecillo donde vendían lo que anduvo buscando, no se lo pensó dos veces a la hora de gastar sus ahorros en un nuevo flotador. Ya tiraría el que tenía en su dormitorio. Lo guardó en la mochila, junto con las otras cosas que llevaba ya preparadas: crema, toalla, gafas... Todo en orden. Se despidió del vendedor y se dispuso a ir a la otra de las islas para poder estrenar su nueva adquisición.

¿Pero cómo iba a hacerlo si no tenía una barquita de aquellas que la gente usaba para cruzar?

Ni siquiera le quedaban platines para alquilar una. Necesitaba a alguien que la llevase.

[James Bond]

Keiko llegó al mercadillo de la isla principal sin problema alguno. Una vez llegó, comprobó que había muchos puestecillos a lo largo de la calle en los que se vendían desde bikinis hasta pequeñas neveras portátiles para la comida y la bebida. Cuando pensó en aquello, el estómago le rugió. Acababa de acordarse de que tampoco se había llevado comida. Había estado tan centrada en la idea de ir a la playa que se había olvidado de casi todo. Raro había sido que se hubiese acordado de comprar un bañador.

Pero era lo que había. La muchacha empezó a mirar y preguntar por los puestos. Al final, acabó comprando una toalla bastante bien de precio, y el diseño le había encantado. Según le comentó el vendedor era producto oficial de una película de animación que había sido un éxito en las Islas y contaba la historia de dos hermanas en un mundo de hielo.

Como aún tenía varias cosas que comprar más, siguió mirando en los puestos. No tardó mucho en comprar una nevera, comida y bebida. Pero sentía que le faltaba algo. Algo por lo que se había preocupado antes. ¿Qué era...?

―¡Ah, ya me acuerdo!― exclamó Keiko, la cual fue al puesto más cercano―. Disculpe, ¿tiene crema de protección solar?
―Claro, son 800 platines― aquel precio le pareció un disparate a Keiko, pero claro, estaba en la playa y tenía que aguantarse con lo que había. Eso, o se dejaba tostar.
―Tome― aceptó la muchacha dándole las monedas al vendedor.

Cuando volvió a la zona de las barcas, vio que había una chica que no había visto cuando regresó para comprar aquellas cosas. La muchacha parecía estar en apuros, o por lo menos eso era lo que su expresión decía. Así que se acercó a ella.

―Disculpa, ¿te pasa algo?

[Crystal]

Empezó a pasear cerca del muelle, agobiada. Estas cosas le pasaban por no echar más dinero. Ahora se encontraba al otro lado y no podría cruzar. Y tendría que irse. Adiós playa, adiós bronceado, adiós descanso.

―Disculpa, ¿te pasa algo?

Aquella voz la sacó de sus pensamientos. Se giró para encontrarse con una chica a la que nunca había visto antes. Era realmente bonita, y su voz había sido como una melodía muy agradable ¿Sería una hogareña? Freya se cogió ambas manos e hizo un esfuerzo por contestar.

―N-No es nada... No tiene importancia...

Se volvió a girar y observó las islas en la distancia. Oh, cuánto anhelaba poder estar allí. Y todo perdido por una tontería. Pero... Quizás debería ser más pícara, aprovechar las situaciones. Quizás aquella chica de larga melena y ojos bonitos podía ayudarla. Solo necesitaba ser un poco más espabilada y menos inocente.

Pero decirle que se había quedado sin platines era un poco vergonzoso ¿No? Debía recurrir a otra cosa.

―Bueno, en realidad si la tiene. ¡He perdido mi barca! ―dramatizó, mirando a la chica de nuevo―. Y ahora no puedo cruzar. He venido a por un flotador y... Estas cosas me pasan por ser tan despistada. Pero bueno, no sé porqué te cuento yo mis problemas... Tú no puedes hacer nada...

[James Bond]

―N-No es nada... No tiene importancia...

La chica, cuyo pelo era de color rosa, se giró en dirección a las islas. Si ella decía que no tenía importancia, es que entonces era cierto.

―Bueno, en realidad si la tiene. ¡He perdido mi barca! Y ahora no puedo cruzar. He venido a por un flotador y... Estas cosas me pasan por ser tan despistada. Pero bueno, no sé porqué te cuento yo mis problemas... Tú no puedes hacer nada...

Keiko sonrió, comprendiendo a aquella chica, pues ella misma también había sido una despistada por no traerse las cosas que tenía haber llevado.

―No te preocupes. A decir verdad tampoco es que yo sea muy espabilada. Vine deprisa y corriendo y se me olvidó traerme la toalla, la crema, la comida... Así que te entiendo. Y claro que puedo hacer algo, si quieres, te llevo en mi barca.

[Crystal]

―No te preocupes. A decir verdad tampoco es que yo sea muy espabilada. Vine deprisa y corriendo y se me olvidó traerme la toalla, la crema, la comida... Así que te entiendo. Y claro que puedo hacer algo, si quieres, te llevo en mi barca.

Bingo.

―Oh, pero de verdad que no quiero ser una molestia... ¿De verdad que no importa?

Definitivamente, aquello de olvidarse las cosas era regla. Si más prisa tenías, más cosas te olvidabas. Pero Freya no era mala, y pensó en que si aquella chica era capaz de hacerle un hueco en su barca, ella le devolvería el favor de alguna manera. No iba a aprovecharse ''totalmente'' de ella.

―Bueno, está bien, está bien. Por cierto, soy Freya, un placer.

Normalmente le costaba más empezar una conversación, pero el hecho de tener que soltar aquella mentira le había beneficiado tanto para establecer una charla como para llegar al otro lado. No le gustaba tener que ocultar la verdad, o sea, mentir. Pero se dijo a si misma que aquella vez de verdad lo necesitaba.

Entonces esperaría a que la chica se presentase y se dirigiese a su barca para seguirla y emprender el corto viaje a la otra isla.

[James Bond]

―Oh, pero de verdad que no quiero ser una molestia... ¿De verdad que no importa?
―Por supuesto que no importa.
―Bueno, está bien. Por cierto, soy Freya, un placer.
―Keiko Akarui, lo mismo digo.

Keiko la guió hasta su barca y empezó a navegar hasta la isla de donde había venido. El viaje fue realmente corto, a pesar de que en el primer viaje a la joven de Villa Crepúsculo se le hizo largo. Una vez llegaron a su destino, Kei se bajó de su medio de transporte antes de dirigirse a Freya.

―¿Tienes algún sitio en el que ponerte, Freya? Si quieres puedo compartir mi espacio contigo.

Tanto si decía que sí como si no, Keiko se dirigiría al lugar donde había estado antes, echaría la toalla al suelo y se tumbaría encima de esta. En el caso de que Freya la acompañase, al echarse en la toalla Kei le preguntaría:

―¿Puedes echarme la crema protectora, Freya? Luego te la puedo echar yo si quieres― pidió Keiko a la muchacha.

[Crystal]

Ambas subieron a la barca, y no tardaron mucho en llegar a la isla. Fue un viaje corto, ameno, sin complicaciones. Aquella chica, Keiko, parecía haber hecho eso de remar alguna que otra vez. Bueno, era obvio si Freya contaba con que disponía de esa barca. Vaya estúpidez.

―¿Tienes algún sitio en el que ponerte, Freya? Si quieres puedo compartir mi espacio contigo.

La pelirrosa pensó que tampoco había tanta gente como para que no pudiese encontrar un espacio, pero no le pareció mala idea pasar más tiempo con ella.

―No, no tengo sitio aún. Así qué ¿Por qué no? Te acompaño.

Tanto Keiko como Freya estiraron sus toallas en la arena. Miró la toalla de su compañera, que le había llamado la atención: las dos chicas que aparecían en ella parecían sacadas de la típica película musical que arrasaba por navidades. Se encogió de hombros; ella había traído una toalla simple rosa. Quizás la próxima vez podría comprar una mejor.

Se quitó la chaqueta y se puso las gafas. Justo cuando estaba dispuesta a echarse y tomar el sol, Keiko habló.

―¿Puedes echarme la crema protectora, Freya? Luego te la puedo echar yo si quieres―le pidió.

Oh, claro, la crema. Lo había olvidado por completo. Aunque tomase el sol tenía que protegerse, puesto que tampoco quería acabar quemada. Asintió con la cabeza. Cogió el bote de la chica y cuando se preparara, le untaría el potingue aquel por toda la espalda con cuidado de no dejarse zonas; no quería dejarla como un dálmata. Mientras hacía aquello, pensó, que era la primera vez que compartía un momento como aquel con alguien. No había tenido amigas ni había ido a la playa con alguna otra persona que no fuese su hermano. Así que de alguna manera le alegró aquel detalle.

―Está bien, te toca ―le pasaría el bote a Keiko cuando hubiese acabado. Luego se dispondría a empezar una conversación, para intentar conocer a aquella chica más, o por lo menos para no estar calladas todo el rato―. ¿Vienes mucho por aquí? A esta isla, me refiero.

[James Bond]

La joven Freya no se negó a la petición de Keiko y la primera empezó a echarle el líquido por su piel y luego prosiguió extendiénselo con sus manos. Kei se sonrojó muchísimo cuando la pelirrosa empezó a esparcirle la crema por su espalda Poco después, la joven de Villa Crepúsculo se encontraba totalmente protegida por aquella crema.

―Gracias Freya, ahora me toca a mi echarte, jujujujuju...― dijo Keiko poniendo una sonrisa picantona y se dispuso a echarle la crema a la pelirrosa.
―¿Vienes mucho por aquí? A esta isla, me refiero― preguntó Freya, parecía que trataba de entablar conversación.
―Es la primera vez que vengo aqui. Encontré este sitio en una guía turística y ayer emprendí el viaje para llegar hasta estas islas. ¿Y qué me dices de ti?

[Crystal]

―Gracias Freya, ahora me toca a mi echarte, jujujujuju...―empezaba a temer que aquello no hubiese sido buena idea.

Mientras la chica recubría de crema la espalda de la pelirrosa, contestó a la pregunta, continuando la conversación.

―Es la primera vez que vengo aqui. Encontré este sitio en una guía turística y ayer emprendí el viaje para llegar hasta estas islas. ¿Y qué me dices de ti?

―Más o menos igual. Unos amigos me hablaron de ello ¡Y tadán! Aquí me encuentro...

Cuando hubo acabado, se estiró en la toalla como quiso hacer un un primer momento. Y esta vez nadie la interrumpió. El sonido de las olas era relajante, y si Freya cerraba los ojos acabaría quedándose dormida. No era mala idea, pero no había echado sus platines en la compra de un flotador nuevo para dejarlo sin usar.

Comprendió que no sería justo si dejase a aquella chica sola allí, ante la mirada de algunos pervertidos. Quizás si se despistaba acabaría mal, y no parecía una chica muy... fuerte, que digamos.

―Quizás es una tontería, contando que nos hemos acabado de echar crema y hay que esperar a que se absorba y blah, blah ―hizo un gesto con la mano, restándole importancia―. Pero bueno ¿Te apetece ir a jugar un rato al agua?

Tanto si decía sí, como si se negaba, Freya ya no se sentiría culpable, porque al menos se había ofrecido. Cogería el flotador y lo hincharía, con bastante esfuerzo, ella sola. Tras recuperar un poco el aliento, y esperando no marearse, se dirigiría corriendo al agua y se tiraría de cabeza en cuando viniese una buena ola.

[James Bond]

—Más o menos igual. Unos amigos me hablaron de ello ¡y tadán! Aquí me encuentro...
—Ya veo— respondió la muchacha, terminándole de echar la crema—. Bien, ya está listo.

Keiko se echó en la toalla para tomar el sol, aunque no tuvo apenas tiempo para ello. Freya volvió a hablar a la castaña.

—Quizás es una tontería, contando que nos hemos acabado de echar crema y hay que esperar que se absorba y blah, blah. Pero bueno. ¿Te aptece ir a jugar un rato al agua?

Keiko se mostró pensativa. Sí, era totalmente cierto que necesitaban esperar un rato para que la crema hiciera efecto y así su piel no se dañase, pero por otro lado, realmente necesitaba darse un chapuzón, aunque fuera para lavar sus manos. No le hacía ninguna gracia que con los restos de crema que se le habían quedado, se le pegase la arena, y luego encima costaba un montón quitarla.

—¡Está bien!— la muchacha se levantó rápidamente de su toalla, mostrando una gran vitalidad— ¡la última que llegue a la orilla tendrá que darle un masaje en los pies a la ganadora!— dijo realmente animada, echando a correr hacia la orilla.

[Crystal]

—¡Está bien!— Freya se volteó para comprobar que la chica se había animado— ¡la última que llegue a la orilla tendrá que darle un masaje en los pies a la ganadora!

Ni de coña. A saber qué entendía Keiko por masaje de pies.

La pelirrosa intentó llegar al mismo tiempo que su acompañante a la orilla, para que pensase que había sido un empate y así librarse de futuros masajes. La confianza era buena hasta un punto: no le importaba echarle crema solar, pero no iba a ser ella quien le hiciese un masaje de pies.

No tardó en pillar una buena ola y se zambulló sin pensarlo dos veces. El agua estaba fría, pero no le importó; con aquel calor realmente apetecía algo así. Abrió los ojos, aún sabiendo que le escocerían más tarde, para ver la cantidad de seres de colores que se encontraban en aquellas aguas. Le pareció hermoso.

Después de un ratejo, Freya emergió dentro de su flotador, se apartó un poco el flequillo de la cara, y buscó a Keiko, preguntándose dónde había ido a parar la chica.

—Ha sido empate, estoy totalmente segura de ello.

[James Bond]

Las dos chicas corrieron hasta la orilla todo lo veloces que fueron capaces. Ambas parecían estar muy igualadas en cuando a lo que velocidad se refería, quizás Keiko fuera un poco más ágil, pero en un pequeño momento de despiste, la pelirrosa la adelantó.

La muchacha trató de recuperar el terreno perdido pegando un gran salto justo en el momento en el que Freya se zambulló en una ola que venía de frente. Kei cayó en una mala postura. Seguramente le picaría durante algún tiempo, pero al menos el agua amortiguo el golpe. Lo malo era, que se le había metido a la joven de Villa Crepúsculo un montón de agua en el oido derecho, provocando que oyera de forma más débil lo que Freya le dijo.

—Perdona, ¿puedes volver a repetir?
—Ha sido empate, estoy totalmente segura de ello— le repitió la chica.

Bueno, parecía que nadie iba a ganarse un relajante masaje de pies. Así que Kei asintió y se estiró en el agua, quedando casi sumergida en ella, exceptuando la cabeza, la cual mantenía a flote.

—Podría quedarme aqui durante un buen rato, ¿no crees?

[Crystal]

—Podría quedarme aqui durante un buen rato, ¿no crees?

La pelirrosa se quedó un ratejo embobada, mirando al agua. Las formas que hacían las olas la tenían embelesada. Entonces recordó que había algo... pendiente. Algo que se había dejado a medias en Bastión Hueco. Se mordió el labio, sabiendo que ahora tendría que sacarse una excusa de la manga para poder volver. Desearía no haberse acordado, porque si aquello le rondaba la cabeza, no podría estar tranquila hasta solucionarlo. Le sabía mal pero...

—Uf, espera, creo que voy a salir un segundillo del agua —dijo, mientras nadaba hacia la orilla—. Voy a comprobar algo.

No tardó en llegar, y se aseguró de que la chica no la miraba para recoger con rapidez sus pertenencias. Ni siquiera reparó en que se había olvidado el flotador en la toalla de Keiko. Se había aprovechado de ella, y ahora volvía a hacerlo. No, no se había portado justamente. Pero no estaría tranquila hasta llegar a Bastión y solucionar aquello.

—Lo siento...

Corrió, envuelta en su chaqueta de capucha gatuna y con la mochila a sus espaldas, y pilló el bote amarrado a la plataforma. Empezó a remar hacia la otra isla que se veía en la lejanía. Recordó como había empezado el día, cuando no disponía de uno de esos botes. Se preguntó como se tomaría Keiko el hecho de que le hubiese ''robado'' la barquita, pero ya no había vuelta atrás. Se dijo que al llegar a tierra, buscaría algún lugar lo bastante oculto como para ponerse la armadura y coger el glider para llegar lo antes posible al castillo.

En el fondo no parecía mala chica... Bueno, espero que nos volvamos a encontrar.

[James Bond]

—Uf, espera, creo que voy a salir un segundillo del agua. Voy a comprobar algo— dijo Freya.
—Sin problemas.

Keiko se quedó en el agua durante un buen rato. Aquello la ayudó a relajarse y poner su mente en orden. Se sentía tranquila y en paz, tanto que se quedó dormida.

Cuando Kei abrió los ojos, en las Islas ya se estaba poniendo el sol, y comprobó que la corriente la había arrastrado lejos de la orilla. Como no había nadie cerca, la jovencita invocó su Glider y se montó en el, surcando el cielo. Al llegar a la isla donde había estado, Keiko comprobó desde arriba que su pequeña barca no estaba y que Freya parecía haberse ido. Mientras la hubiera devuelto al señor que las alquilaba le importaba bien poco que se la hubiera cogido sin permiso, así que se puso la armadura y voló hacia arriba, hasta el inserticio entre los mundos...