Ronda #10 - Un lugar por el que obsesionarse
Publicado: Lun Jul 21, 2014 7:34 pm
De poco le valieron las excusas a Clu. Negó con la cabeza, tranquilo, y contestó a la pregunta de Ragun extendiendo sus brazos hacia él:
―Tus Maestros serán acogidos con los brazos abiertos, joven. No te preocupes por la falta de voluntad con controlarlos: MPD se encargará de ello.
Se acercó al muchacho y le tendió la mano, esperando a que se la tomara para agarrársela con fuerza. Después del firme apretón se apartó de Ragun y se dirigió hacia la ventana de cara al exterior, dándole la espalda al aprendiz de Bastión Hueco.
―Entonces es oficial. ―dictó el hombre, cerrando el trato de forma definitiva―. Nuestros mundos tienen una alianza.
Y por un momento, el mundo pareció oscurecerse más a ojos de Ragun.
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Light & Aleyn
La negativa a ayudar no fue del agrado de la esfera. Se mantuvo silenciosa y contemplativa mientras los usuarios le planteaban preguntas que quedaron sin respuesta, excepto la última formulada:
―Vuestro compañero estaba demasiado ocupado como para ayudar. Salió, y no volverá ―señaló la esfera―. Mencionó algo de su Llave perdida junto con su cuerpo.
»No queréis ayudar. Lo entiendo. Necesitáis un incentivo. Ahí lo tenéis...
Sin que pudieran preveerlo, una gran sombra surgió de la nada a sus espaldas y dos afiladas cuchillas surgieron en su dirección. Tron tomó su disco de inmediato y saltó hacia atrás mientras lo lanzaba, chocando con la criatura que amenazaba al grupo; esta rechazó el arma y la tiró a varios metros de distancia, lejos del programa.
Se trataba del Sincorazón. La esfera no se había tanto librado de ella, sino que la había retenido en aquel extraño espacio, probablemente con la intención de liberarla en un caso como aquel. Al fin y al cabo, se había transportado allí con ellos; era extraño que no hubiese surgido hasta el momento.
―Esta es vuestra motivación, ¿no es cierto? Los Sincorazón. Criaturas surgidas de los ISOs o los usuarios... Vosotros los queréis. Son vuestros.
El Sincorazón atacó con una de sus patas en dirección a Light y le alcanzó el brazo izquierdo y le provocó un corte profundo, desgarrándole parte de la ropa. La criatura avanzó hacia ellos moviendo las pinzas de sus bocas y flotando gracias al disco gravitatorio que no dejaba de girar y girar.
Sin embargo, Tron acudió a ayudar a los dos Portadores. Recuperó su disco llamándolo a distancia y se lanzó contra su pecho, atravesándolo parcialmente. El Sincorazón gritó y atrapó al programa entre sus extremidades, cortándole parte de su piel digital. Tron gritó de dolor y parte de su cuerpo comenzó a desintegrarse, en especial sus extremidades.
―¡¡Huid!! ―exigió el compañero de los jóvenes, retorciéndose entre los brazos de la mantis―. ¡¡Informad de este sitio a vuestros Maestros!! ¡¡A Quorra!! ¡Yo evitaré que...!
Otro grito de dolor por parte del programa. El Sincorazón lo lanzó en dirección a Aleyn, pero el cuerpo del programa chocó con una barrera invisible que brilló a su contacto. Tron cayó de bruces contra el suelo, con el Sincorazón dirigiéndose hacia él.
―Una barrera invisible. Siento haberla creado, pero es por el bien de la Red ―se delató la esfera, admitiendo la responsabilidad de aquello―. Su revolución está condenada. Lo sé; no es el primero que la lidera.
―¿Qué...?
―Sólo hay un modo de salvar este mundo: sellad la cerradura ―exigió de nuevo la esfera―. Selladla, o vuestro amigo morirá. Si no, perdéis el tiempo.
Una puerta digital se materializó detrás de los aprendices. Por mucho que intentaran quebrar el muro invisible que les separaba de Tron, no lo lograrían: la única manera de liberarle sería aceptar el pacto. Si no, podían retroceder hasta la puerta y huir de allí para informar a sus Maestros, y volver en otra ocasión.
Pero el tiempo apremiaba.
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Ban
Montar en una moto no fue suficiente para Ban: tuvo que atacar a la mujer que acababa de intentar asesinarle. Esta se estaba recuperando cuando recibió el ataque, por lo que los dos fugitivos ganaron un tiempo más que valioso para huir.
—Nunca habría imaginado que tú me salvarías. Gracias, supongo.
—Cállate.
Dark Light aceleró la moto directo a la salida del garaje, hacia el exterior. Sin embargo, Raven se recuperó lo suficientemente rápido como para echar a volar detrás de ellos, sedienta de venganza. Alcanzó a Ban y le clavó sus garras en la espalda, con los ojos brillantes e intensos.
―¡Tú eres mío!
El piloto intentó derrapar para librarse de ella, pero la maniobra le salió mal: derrapó lo suficiente como para chocar con la corta pared que les separaba con el exterior, y el vehículo volcó para caer hacia afuera. Una caída de cuatro pisos les esperaba.
La copia digital, por su parte, invocó unas alas delgadas y sin plumas al notarse en el aire; el Sincorazón se dejó caer. Se aferró con fuerza al cuerpo de ban y se aseguró de que se dirigiera contra el suelo de cabeza, más furiosa que hambrienta.
Fue Dark Light el que salvó de nuevo a Ban, aunque no de un modo ideal. Invocó su espada y lanzó una clase de hechizo contra el Sincorazón que seccionó una de sus alas, obligándole a girar en el aire. La mujer cayó de espaldas y Ban, aunque chocó contra el suelo, pudo usar el cuerpo de Raven como amortiguador.
—¿¡Estás bien!?
Dark Light bajó al nivel del suelo para ayudar a Oswald, mientras Raven se retorcía y quejaba de dolor en el suelo. La copia inspeccionó su cuerpo con cuidado.
—Los hombres de Clu estarán a punto de llegar. Les gusta capturar a los pocos Sincorazón que aparecen aquí —explicó Dark Light, levantándose y mirando a Ban directamente a los ojos—. ¿Qué haces tú aquí? Estaba rastreando a esta zorra. No esperaba ver a ninguno de los tuyos. La verdad es que me da igual: piérdete y déjame hacer mi trabajo.
Si estaba a punto de llegar gente, quizás sí fuese una buena idea moverse. Los ojos amarillos de Dark Light parecían tener poco interés en el Incorpóreo, pero quizás se dignase a contestarle algunas preguntas a la fuerza. O le dejaba marchar, o intentaba sacarle algo.
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