Angel. [Capítulos 1.1 - 1.5]

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Angel. [Capítulos 1.1 - 1.5]

Notapor GuinCoome » Jue Ago 26, 2010 4:50 pm

"La vida es el último de nuestros triunfos. O tal vez sólo el primero de todos."


Argumento:
Un grupo de adolescentes fallece en el trayecto de su viaje de fin de curso. Una vez muertos, se encuentran con unos siniestros personajes llamados Rhudon, cuya misión es enviar a cada uno a El Paraje (Cielo) o La Noche (Infierno), sin embargo, estos chicos no quieren conocer su destino y luchan por permanecer en el mundo en el que nacieron. A medida que pasa el tiempo, en los jóvenes van despertando extraños poderes. La trama se va complicando, destapando la amenaza del mismísimo Juicio Final, evento que tendrá lugar en tan sólo 7 días desde el de su muerte.
7 días para cambiar el mundo.

En resumen, es una historia de aventuras que trata el tema de la vida después de la muerte.

Estructura:
Cada fragmento de capítulo está protagonizado por un personaje distinto, y encabezado por un poema que se supone es suyo, y refleja su personalidad de una forma u otra. Esta idea de los poemas está cogida del manga Bleach, en el cual hacen lo mismo en cada tomo.

Capítulos:

-Angel.1:

Angel.1.1
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Angel.1.1[Giayrus]

“¿Y quién puede arrebatarnos nuestro destino, sino nosotros mismos?
La cuestión es que estamos empeñados en negar la debilidad del hombre.”

El aire apenas llegaba hasta sus pulmones. La presión del descenso rasgaba la percepción de todos sus sentidos. Nada comparado con la adrenalina. No podía evitar hacerse incómodas preguntas constantemente: aquello que estaba haciendo, ¿suponía la libertad? ¿No serviría de nada? No sabía cuál sería la reacción de los demás cuando descubrieran que se había marchado. Sin embargo, sabía muy bien que cuando descubrieran lo que se había llevado consigo no descansarían hasta encontrarle. Giayrus enderezó. Ya se acercaba al nivel del suelo. Sobrevoló los edificios y las figuras que recorrían las calles, hasta que decidió dejarse caer sobre una calle especialmente llena de transeúntes. Cuando llegó, replegó las alas y se posó en el asfalto recalentado. Era mediodía, y un sol de junio azotaba las calles, implacable. Aún así, para él la luz había dejado de ser segura. Debía esconderse. Las sombras serían sus aliadas para cuando patrullaran las calles en su busca.
Mientras recuperaba fuerzas tras el vuelo, se dedicó a observar a las personas que avanzaban de un lado a otro. Apenas había pasado tiempo desde su huida, y era poco probable que se hubieran lanzado ya a buscarle, así que decidió tentar a la suerte dando una vuelta por el lugar, esperando reconocer alguna cara. “Qué irónico”, pensó, ante la idea de estar dando una vuelta para recordar días felices al mismo tiempo que huía, arriesgando así todo.
Cuando se cansó de su recorrido, y cuando su nerviosismo le impidió seguir caminando relajado, levantó el vuelo para buscar un lugar en el que ocultarse, con una sensación de decepción recorriéndole por dentro tras haber recorrido las calles sin haber visto a nadie conocido.
Esa noche, se centraría en encontrar a una persona en concreto.

Angel.1.2
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Angel.1.2. [Daniel]

“Somos así de predecibles, siempre obsesionados con aquello que más odiamos.”

Un oportuno bache arrancó a Daniel del sueño. Adormilado, se giró, buscando a Rob, su compañero de asiento, pero éste se había marchado. Pudo verle dos filas más adelante, charlando con algunas de sus compañeras, como era de costumbre. Tras estirarse, permaneció sereno mientras observaba la carretera que iba recortándose al paso del autobús, dejando atrás prados, rebaños y pequeños olivares. Enseguida, una sonora carcajada de Jonathan Juster le arrancó de su ensimismamiento y le devolvió al frío lugar en el que realmente estaba. Odiaba encontrarse en ese autobús, rodeado por aquel rebaño de personas, entre gente sin pasado ni futuro, cuyos chicos tenían por ley una pelota de baloncesto y una navaja y cuyas chicas entendían por aprecio el pasar una noche caliente en una noche fría. Había pocos individuos decentes en el instituto Saint Edisea. Básicamente, se trataba de un instituto que acogía a aquellos a los que los demás no lo hacían, ya fuera por el expediente escolar, por el historial delictivo, porque ya no quedaban más centros en el barrio o simplemente por degradación social. Los profesores contratados eran en su gran mayoría estudiantes en prácticas, que muy probablemente abandonaban la carrera tras la “experiencia Edisea”. Había alguno que se había aventurado a tratar con mano firme las filas del pequeño ejército del instituto, pero todos ellos sin excepción habían acabado adornando las callejuelas próximas al centro con su sangre o volviendo a casa por última vez en autobús, metro, a pie o en silla de ruedas, tras haberse encontrado al final de la jornada un bonito montón de chatarra quemada en la plaza donde se encontraba su modesto dos plazas.

“Los tiempos cambian, pero las personas insisten en permanecer en la prehistoria”, pensaba Daniel muy a menudo. Se había criado durante cuatro años en ese horrible lugar, y no cumpliría ninguno más. Estudiaría bachillerato en un sitio decente, ya estaba todo preparado. Por fin abandonaría la caverna que entendían por centro de enseñanza. Ese viaje de fin de curso sería el último contacto con aquella jauría en permanente busca de sangre. Realmente había sufrido durante aquellos cuatro años, teniendo que adaptarse en aquella jungla, teniendo que pasar por peleas sin sentido, yendo totalmente en contra de sus principios. Para él, luchar era simplemente una manera sin sentido que se había adoptado para demostrar lo hombre que se es. Sin embargo, luchar simplemente por eso era tener como único fin involuntario el rellenar camas en el hospital y los bolsillos de sus empleados.

Pero la amarga verdad… era que el Saint Edisea le había hecho pelear más de lo que hubiera podido desear nunca. Había luchado por él mismo y por su supervivencia en muchas ocasiones, cuando no le quedaba más remedio, lo cual le había dejado un mal sabor de boca, compuesto por desesperación, lágrimas y la sangre que terminaba por brotar de su interior tras ser apaleado. Eso sucedió durante los dos primeros años. A partir del tercero, supo evitar esa clase de conflictos de la forma más humillante posible: la supremacía. Había logrado ganarse el respeto al precio de ser visto como un demonio, lo cual le cerraba muchas puertas, más de las que podía soportar.
Sin embargo, había logrado mantener algunas relaciones, como con Rob, al cual consideraba su mejor amigo. Él era un chico muy extrovertido y sin miedos. Tal vez eso le hacía ser más popular entre las chicas. Este detalle en muchas ocasiones le había resultado un problema, pues los celos es algo muy difícil de dejar pasar, hasta para un proyecto autodidacta de gángster. En otras ocasiones, el ser amigo de alguna chica en concreto le había ayudado a no ser molestado por otros chicos, pues la chica podría ofenderse. Pese a todo, cuando alguien se le ponía delante, con la intención de causarle problemas, Rob mantenía la calma en todo momento. Él era, definitivamente, “el chico sin miedo”. En ningún conflicto salía mal parado, pues cuando el “machote” específico que buscaba bronca llevaba consigo más orangutanes, Rob contaba con la ayuda de Daniel. La mayoría de las peleas en las que más de uno se plantaba ante Rob terminaban por cancelarse en el momento en el que Daniel se presentaba. Muchos le temían, pues sabían lo que era capaz de hacer, tras años de formación entre luchas y sufrimiento sin concesiones.

Estaba cansado de esa gente, y se sentía realmente agraciado por saber que, al fin, se libraría de Saint Edisea el año siguiente, y que todo lo que le quedaba por soportar del instituto y de su gente estaba en aquel autobús y se esfumaría en cuestión de una semana, en cuanto aquel viaje de fin de curso terminara. Sí, por fin todas sus agonías tocarían a su fin, y por fin podría llevar la vida que había querido llevar.
Lo bueno de pararse a pensar en un pasado que no quieres recordar es que, de ver tantos momentos que no deseas revivir, acabas por quedarte dormido.

Angel.1.3.March Out of the Darkness
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Angel.1.3.March Out of the Darkness[Ziral]

“Abrazar a la muerte tan sólo significa asegurar tu existencia.”

Su escrupulosa puntualidad le hizo ser el primero de todos en llegar, y provocó que tuviera que esperar a que los demás se presentaran en el lugar sagrado hasta que la conferencia comenzó. Aquel al que conocían como “Ser” se materializó frente a ellos en la forma en que siempre lo hacía, formando una extraña columna de neblina grisácea con silueta humana. Fuera quien fuera realmente, se comunicaba con ellos desde un lugar remoto, de un modo que no alcanzaban a comprender. Era una especie de transmisión telepática que sólo el mismo Ser podía entender y realizar. El hecho de que su existencia estuviera en manos de alguien a quien no podía localizar ni tocar hacía que Ziral se estremeciera de terror en cuanto veía un atisbo de enfado en aquella extraña figura, aunque resultaba difícil distinguir nada en él/ella. Su apariencia era claramente humana, pero en aquella neblina humanoide no se distinguía ningún rasgo distintivo. Además, su voz sonaba polifónica, con varios timbres de voz, lo cual sonaba como si varias personas estuvieran hablando al mismo tiempo.

-Entidad suprema.- dijo Ziral mientras hincaba una rodilla en el suelo a modo de referencia. Los demás repitieron el movimiento. Mientras observaba su figura, le pareció entender que Ser no apartaba la mirada de él, aunque no pudiera ver cuál era la expresión de su rostro.

-Falta uno.- apuntó Ser.- ¿Dónde está Giayrus?

Enseguida, los presentes comenzaron a mirarse entre ellos, buscando inútilmente a su compañero.

-Aún no ha llegado.- dijo uno de los presentes. Todos pudieron ver entonces cómo Ser negaba lentamente con la cabeza.

-He dejado de sentirle. Ha tenido que sobrepasar los límites de mi jurisdicción.- anunció.

La mente de Ziral se detuvo un instante. Giayrus siempre había sido muy solitario, no acostumbraba a tratar con ellos. Siempre había actuado de un modo muy individualista. Cumplía las normas que Ser le imponía, pero para él los demás apenas significaban nada. Siempre estaba centrado en sus asuntos, por encima de todo, y no dejaba que nadie atravesara su burbuja. Y resultaba que había escapado. Su rebeldía le había llevado, finalmente, a revelarse por completo.

-Menudo niñato.- comentó Justo.- Siempre actuando por su cuenta, y justo ahora le da el pronto y se va… Precisamente en el peor momento.

-En cualquier caso, no es un asunto que debamos atender ahora.- comunicó Ser.- Ahora mismo toda nuestra atención debe centrarse en Tarnagh.

-Yo tengo algo que anunciar al respecto.- interrumpió alguien. Todos volvieron las miradas hacia el que había hablado. Éste apartó la mirada hacia el suelo, con una seria expresión reflejada en sus facciones.- Las estrellas de Sephis han desaparecido.

Al instante, todos se alteraron y comenzaron a preguntar al respecto sin ningún orden.

-¡Basta!- dijo Ser, alzando la voz. Todos se estremecieron y volvieron a dirigir toda su atención hacia él, en un respetuoso silencio.

-Nadie sabe dónde están, ¿verdad?- preguntó, evidentemente sin esperanzas.- Esto sí es un problema.

-Seguro que ha sido ese crío inconsciente.- dijo Delta, escupiendo las palabras con infinito asco.- Probablemente pretenda entregarlas a cambio de inmunidad en el asunto.

Estas palabras dispararon una enorme discusión entre los reunidos. Ziral se encontraba muy excitado. Sin embargo, trató de pensar con claridad. Todo aquello suponía una enorme amenaza. Mucho mayor que la que ya residía sobre las cabezas de todos en El Paraje. El individuo en cuestión era ese extraño chico, quien nunca había despertado aprecio en él. Si era cierto lo que sospechaban, entonces, definitivamente, se encargaría de acabar con su existencia de la forma más cruel posible.

-Bien, tenemos seis días para encontrarle. Rastread todas las zonas de transición, ¡todas! No quiero que os dejéis ni un bosque, ni una cueva, ni un chalet, ni un edificio sin peinar. Olvidad las formalidades, y alertad también a los Rhudon. Quiero estar en permanente contacto con ellos.

Tras dar las órdenes generales, se detuvo un instante a reflexionar. Ziral se encontraba más emocionado a cada segundo. Cada inspiración le cargaba por dentro con determinación, furia y desesperación. Tenía muy claro lo que haría si encontraba a aquel ingenuo muchacho.
Se vio obligado a detener sus agresivos pensamientos, pues Ser volvía a hablar para terminar de dar las indicaciones, asignando a cada uno una zona específica en la que buscar.

-Vera, África.

Ziral aguardó expectante a que le comunicara dónde se ubicaría él.

-Justo, te encargarás de los océanos.

Esperaba que el lugar destinado fuera donde se ocultaba Giayrus. Y esperaba sinceramente que fuera él quien había robado las estrellas de Sephis.

-Magno, América del Norte.- anunciaba Ser- Setzar, Europa.

Europa… Aquel era el lugar del que el chico procedía. El lugar en el que más probabilidades había de que se hubiera escondido. Y se lo había encargado a Setzar. Le parecía un desacierto. No pudo evitar sentir cómo una chispa de frustración se prendía en su interior.

-Delta, Oceanía.

Quedaban dos lugares, y eran América del Sur y Central, y ninguno de los dos le resultaba agradable. Sin duda, la suerte no estaba de su parte, ni siquiera en los que podían ser los seis días del Juicio Final. Dirigió la mirada a la otra que quedaba por nombrar, Aria, y deseó con toda la fuerza de su alma que a ella la destinaran a los dos lugares, y que a él se le permitiera registrar alguno de los continentes que eran demasiado grandes para una sola persona.

-Aria, tú te encargarás de América Central y del Sur.

Sus plegarias habían sido atendidas. Le resultaba extraña la idea de dar gracias a Dios, pues nunca había sido demasiado religioso, pero aquel que les estaba encomendando esa búsqueda era la representación de todas las figuras divinas en las que las incontables religiones creían.
Ser era, por llamarlo de algún modo, el Dios de su Universo.

-Ziral, tú te quedarás aquí y harás todo lo que se te encomiende. Tu principal tarea será mantenerme informado de los progresos de la búsqueda.

Ziral se quedó de piedra. No pudo evitar desviar la mirada hacia el suelo, mientras un helado sentimiento de frustración martilleaba su alma. Le habían encomendado la más humillante de las tareas. A él, que siempre ejecutaba todas las órdenes al milímetro, que siempre había sido el más fiel de los Ángeles de la Muerte. No podía tragar aquel insulto que le estaban lanzando a la cara, frente a todos sus compañeros. Sin embargo, sabía con quien trataba. Y sabía que lo único que le quedaba por hacer era tragarse el orgullo y asentir.

-Esto va para todos- prosiguió Ser, alzando la voz- Cada uno de vosotros se dirigirá a un punto de encuentro específico que se acordará ahora, a primera hora de la mañana. A las ocho de la mañana, tomando como referencia los horarios del lugar en el que os encontréis, cada uno estará en el lugar que se le indique, todos los días. Allí os reuniréis con Ziral y le informaréis de vuestros progresos. ¿Ha quedado todo claro?

Todos asintieron. Cada uno se encontraba más o menos satisfecho con el lugar que le había sido asignado. Sin embargo, había uno que no podía sentir mayor descontento. Ziral supuso que tantos años de fiel y ferviente servicio convergían en esa decisión: seguir estando bajo el constante mando de aquella figura impalpable.
Con resignación, apretó los dientes y preguntó:

-¿Cuáles son sus órdenes, señor?

Angel.1.4.Requiem Overture
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Angel.1.4.Requiem Overture[Balzer]

“Miro a mi alrededor y tan sólo alcanzo a ver mugre en el suelo y estrellas en el cielo. Pero ese es nuestro destino, al fin y al cabo. Ni siquiera después de la muerte podemos librarnos de ser simple escoria.”

Balzer releyó de nuevo la carta de su antiguo maestro. Reconocía la impresión de su alma en cada palabra. Podía oír su siempre calmada voz hablándole a través del papel. Él siempre queriendo hacer todo de una forma tan majestuosa. No pudo evitar sonreír mientras volvía a sentir su presencia. Tantos años habían pasado, y parecía que fuera el día siguiente a cuando habló con él por última vez.

Aquellos eran otros tiempos, en los que un Balzer bastante más inmaduro era instruido para dominar su Ryu. Cristo, el que fue su maestro, le ayudó a encontrar y controlar el poder que su alma escondía. Él era, sin duda, el mayor conocedor de aquella extraña habilidad interna. Mucha gente ni siquiera era consciente de que podía despertar un poder mucho mayor del que jamás había soñado, y éste se quedaba en su interior, oculto, para nunca llegar a ser destapado. Balzer era uno de los pocos afortunados que, además de conocer la existencia de aquel poder, había logrado despertarlo, y aprendido a manejarlo. Todo gracias a él. Gracias a Cristo, su antiguo maestro. Y ahora éste le convocaba para “su última voluntad”, la que decía que sería la prueba para despertar el poder definitivo del Ryu.

Contaba que había descubierto aún más barreras en el interior del alma, y que estas podían ser reducidas gracias a ciertos elementos. Sin embargo, también anunciaba que sólo habría cinco personas que podían beneficiarse de este poder. Una de esas personas sería el mismo Cristo, el cual, según anunciaba en la carta, ya estaba ejecutando el proceso sobre sí mismo. Por tanto, sólo podía haber cuatro candidatos más para recibir aquella “Última Bendición”, como Cristo la nombraba en su carta. Y para conseguir éste poder, deberían hacerse con una de las reliquias que detallaba. La primera que nombraba recibía el nombre de “Emblema de Zumira”, de la cual su maestro ofrecía una detallada descripción escrita, que, en resumen, esbozaba un colgante de oro con un zafiro incrustado. Las otras tres reliquias eran unas gemas llamadas “Estrellas de Sephis”. Así que debía hacerse con una de esas estrellas o con el Emblema de Zumira.

Una vez conseguida una de estas reliquias, el siguiente paso, según explicaba la carta, era dirigirse al edificio Tarnagh, en Vilailon. Allí, deberían realizar un proceso específico que Balzer no se detuvo a leer. Ya lo haría en su debido momento.

Para finalizar, Cristo deseaba suerte a sus ocho elegidos, sus más brillantes discípulos, a los cuales había designado para tratar de superar la prueba. Esto significaba que Balzer tendría competencia. La idea no podía resultarle más excitante. Cuando estudiaba con Cristo, eran cinco discípulos en total. Aún recordaba sus nombres, y sus caras. Y se encargaría de que estas no pudieran volver a ser reconocidas por nadie nunca más. Con tal de superar la prueba y obtener la última fase del Ryu, estaba dispuesto a acabar con quien fuera necesario. Y su antiguo maestro lo sabía perfectamente. Le resultó divertido el ver cómo le gustaba jugar con las vidas de la gente a su buen mentor. Probablemente, los otros seleccionados tendrían la misma mentalidad que él.

En la última línea del papel, sólo podía leerse escrita una sencilla frase, que despertó una incómoda sensación en Balzer.

“Tienes siete días.”

Angel.1.5.Suburban Knights
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Angel.1.5.Suburban Knights[Vinst]

“Podemos tener toda una vida de batallas vencidas, pero jamás superaremos la humillación de una derrota.”

-Capitán, tenemos una señal masiva en la zona EURC9.

-¿Cuántos sujetos?

-Cincuenta y cuatro, señor.

-Joder, ¿qué ha pasado?

-Al parecer, se trata de un accidente de tráfico. Un autobús ha volcado por una gran cuesta.

Vinst suspiró.

- La misma gilipollez de siempre. Otro irresponsable al volante. Solo que con cincuenta pasajeros. Este tipo de situaciones siempre me pone de los nervios.

-¿Capitán?

Vinst se incorporó de su sillón y miró con semblante serio al informador.

-Me encargaré personalmente. Quiero ocuparme de que ese bastardo reciba la más calurosa de las bienvenidas en La Noche.

-Tal vez puedas dedicarme unos momentos antes de marcharte.

Vinst se giró, alzando instintivamente los puños en señal de defensa. Frente a él, acuclillado en el alféizar de la ventana de su despacho, se encontraba un hombre que no sobrepasaría los veinticinco años, mirándole seriamente. Vestía un elegante traje negro, con una corbata roja. Su pelo era negro azabache, y lo lucía bien peinado.

En un rápido movimiento, Vinst agarró su lanza, la cual se encontraba apoyada en su escritorio, y apuntó al recién aparecido, amenazante. Esto pareció resultar divertido al extraño, pues en su cara se dibujó rápidamente una sonrisa.

-Tienes quince segundos para explicarte.- dijo secamente. Sostenía el arma firmemente, sin miedo. No en vano era el capitán de los Rhudon desde hacía cincuenta años.

-Vamos, no te pongas así.- dijo el hombre trajeado, con aire divertido. –Vengo de parte de Ser.

Vinst pareció dudar durante un instante. La mano le tembló levemente. Sin dejar de apuntar con la lanza, preguntó:

-Te escucho.

-Preferiría que sólo me escucharas tú.- sentenció el otro, haciendo un gesto con la cabeza hacia el informador, el cual se encontraba en la puerta, paralizado, sin saber qué hacer.

-Déjanos solos, Aylius.- ordenó Vinst, sin apartar la mirada del misterioso personaje. El joven, que sólo había entrado para informar a su capitán, se retiró sin decir una palabra, cerrando cuidadosamente la puerta.- ¿Quién eres?- preguntó de inmediato.

El otro hombre bajó de la ventana de un salto y se posó sobre la moqueta que cubría el suelo del despacho.

-Me llamo Ziral. Trabajo directamente para Ser.- Vinst permaneció callado, dirigiéndole una penetrante mirada.- Seré breve. Hay problemas. Uno de los nuestros ha desaparecido, y probablemente se haya llevado consigo unas importantes gemas. Estas gemas son esenciales para la existencia de los mundos. Siendo claros, si fueran arrastradas por la corriente equivocada, sería el fin de la paz entre estos.

-Espera…- Vinst bajó el arma, y frunció el ceño.- ¿Te refieres a las Estrellas de Sephis?

Ziral se mostró asombrado ante estas palabras.

-¿Qué sabes de ellas?- le preguntó, dirigiéndole una inquisidora mirada.

-Hace tiempo me hablaron de ellas. Unas gemas que debían ser protegidas a toda costa…

-Exacto. Son tres gemas. Si no las recuperamos en un plazo de seis días contando éste, tendremos problemas. Problemas que también te conciernen a ti y a todos aquellos por los que luchas.

-¿Y quieres que las busque por ti?- preguntó Vinst, con un tono ligeramente elevado.

-Mis compañeros están buscándole por todo El Fluir. Mis órdenes son informarte.

Se produjo un breve silencio, durante el cual los dos hombres intercambiaron serias miradas.

-Te pido en nombre de Ser que informes a todo el plantel para que busquen al individuo en cuestión y me informen de inmediato.- dijo Ziral, esbozando una falsa sonrisa.

Vinst comprendía la seriedad de la situación. Debía asumir responsabilidades.

-¿Cuál es el fugitivo?- preguntó finalmente.

-El murciélago.- Ziral sacó una carpeta del bolsillo interior de su chaqueta y se la entregó.- Ahí vienen algunas fotos.

-Bien. Nos ocuparemos de ello. Movilizaré a gran parte del plantel.- anunció el capitán. La determinación podía leerse en sus ojos.

-Haz lo que creas conveniente.- le respondió Ziral.- Pero no olvides lo que está en juego.- tras pronunciar estas palabras, volvió a encaramarse al alféizar de la ventana y saltó, cayendo así hacia las calles de Valeilon. Poco después, Vinst pudo avistar una figura alada surcando los cielos.

Se detuvo a reflexionar mientras sentía una extraña sensación revolviéndole el estómago. Después de tantos años, aquellas gemas volvían a aparecer en su vida. Sabía que tarde o temprano terminaría por pasar, pero se había estado preparando para ello. El edificio en el que se encontraba era una muestra de ello.
Con la carpeta bajo el brazo y la lanza envainada a la espalda, salió del despacho, dispuesto a comunicar las nuevas órdenes. Iba a distribuir a los Rhudon por todos los rincones de El Fluir. Encontraría las Estrellas de Sephis, y salvaría al mundo. Aquello no era algo nuevo para él.
Y sabía muy bien por qué zona iba a empezar a buscar.
Última edición por GuinCoome el Mié Sep 22, 2010 7:49 pm, editado 4 veces en total
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Re: Angel. [Capítulos 1.1 - 1.5]

Notapor Light » Dom Sep 19, 2010 6:21 pm

Ya he leído todos los capítulos. Mi opinión es que (a mi al menos) no me gusta la idea de hacer un fic desde el punto de vista de varios personajes. 1 ó 2, pero más, a mi me confundiría mucho. Eso le quita las ganas al lector de seguir leyendo, ya que es confuso, cuando empiezas a conocer a un personaje, rápidamente te cambian a otro que comienza totalmente distinto
Para mi gusto le falta dinámismo y acción ^^
Puntos favorables, que el argumento y el tema son sobresalientes para mi gusto
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Re: Angel. [Capítulos 1.1 - 1.5]

Notapor ita » Dom Sep 19, 2010 7:02 pm

Hace mucho tiempo que no leo algo (en el FanPlace) que me mereciera la pena, pero tu historia me ha llamado la atención, así que te dejo una crítica. No soy muy buena con estas cosas, pero espero que te sirva para mejorar.

Repites muchas palabras, vete con cuidado.
Deberías usar más puntos y a parte, para separar el texto.
En ocasiones falta cohesión.
La historia, por ahora, es un poco caótica, con tantos personajes que, por ahora, no tienen relación entre ellos (aunque queda claro que en un futuro la tendrán).
Tal vez deberías describir más.

Y bueno, creo que escribes bastante bien y espero seguir leyendo tu historia, pues el argumento me parece algo original (por lo menos viendo lo que abunda en el FanPlace actual, claro ^^) y, para mi, el relato tiene buena pinta.

Espero que no te moleste nada de lo que haya comentado. Y espero ver más de ti pronto por estos lares.
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Re: Angel. [Capítulos 1.1 - 1.5]

Notapor GuinCoome » Dom Sep 19, 2010 7:16 pm

Light escribió:

ita escribió:


Muchas gracias por vuestras críticas. Si soy sincero, puse aquí estos capítulos básicos para intentar corregir los errores desde el principio. La historia necesita varios protagonistas, y si resultan caóticos estos capítulos sin conexión, es mejor corregirlos desde el principio; marcar un orden diferente, ampliar la presentación de cada personaje, o retocar algún detalle en específico que ya habéis anotado.
Intentaré mejorarlo desde el principio para llevar por buen cauce el libro en sí. Esa era mi intención cuando lo posteé, conocer mis errores, pues el principio de un fic es fundamental; o te engancha, o fuera.
Por eso, muchas gracias.
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