por Dr. Claus » Sab Jun 05, 2010 5:32 pm
Capítulo 1
Un día más, me paso a contar situaciones extrañas que ocurrían por el entorno de mi consulta. Estoy conociendo un poco a mis compañeros de trabajo y la verdad es que tienen unas costumbres muy raras… lo peor de todo esto es que lo ven como algo cotidiano, normal y no les afecta para nada en absoluto.
***
- ¡Buenos días! - Dice el Dr. Claus alegremente con una sonrisa mientras entra por la puerta automática donde se encontraba la entrada al edificio. Hacía un fantástico día, un cielo azul y despejado con un sol radiante, se puede decir que hoy podría ser un día perfecto - Creo que hoy no irá mal la mañana - Pensó.
- Buenos días, Doctor - Saluda Red alzando el brazo. Éste está en el mostrador leyendo una revista, parece ser una porno, cosa rara por la mañana y en público, la verdad es que el tío no se corta para nada.
- Buenas - Saluda también Kiba. Está en donde lo vio el día anterior, en una de las butacas que había junto al mostrador de recepción, ya estaba vestido con la bata de doctor.
- ¡Que temprano habéis llegado hoy! Así me gusta, empleados puntuales - Afirma el Doctor.
- ¡Y tanto! Como que yo me alojo aquí - Responde Red cerrando la revista y posándola en el mostrador.
- ¡¿Pero qué…?! Pero ¿Y tú por qué vives aquí? - Le pregunta - Esto es un sitio público, no puedes estacionarte así como así, que parece que no tienes casa alguna - Le riñe.
El doctor se acerca hacia un armario pintado de blanco, que se encuentra detrás del mostrador donde estaba red, éste abre la puerta de la derecha y ve varias batas de doctor juntas colgadas de unas perchas donde se sostenían.
- Pero el anterior doctor me dejó que estuviera aquí. Aparte no tengo a donde ir… además, alguien deberá vigilarte la consulta por si ocurriera algún altercado, y yo soy ese hombre que puede protegerla - Le explica Red mientras se da la vuelta para mirarle.
- Entiendo… - Menciona Claus. Entre tanto coge una bata de las que hay colgadas, le quita la percha y la posa de nuevo donde estaba colocada y cierra el armario. - Creo que ya empiezas a abusar de mi confianza - Se estaba poniendo la bata metiendo un brazo por la manga y luego el otro hasta tenerla bien puesta. - Te lo dejaré pasar de nuevo, pero a la mínima que la líes, te largas. Y tú, Kiba ¿También estás aquí? - Le pregunta mientras acaba abrochándose el último botón de la bata de la parte superior.
- No me llames por Kiba, ahora me llamo Nisshoku – Le corrige – Ayer le pedí al juez del pueblo que me cambiara el nombre por este.
- Pero, pero… ¡No puedes cambiarte así como así el nombre! - Le dicta Claus - Aquí están todos locos - Pensó.
- Vaya, sabía que me dejaba algo por contar - Dice Red mientras camina lentamente fuera de recepción a la vez que ponía una pose de pensamiento con uno de sus brazos sujetando al otro y el segundo rascándose ligeramente la barbilla - Es que Kiba… ejem - Tose - perdón, Nisshoku - Corrige - Es un tipo que pertenece a una organización secreta, tan secreta, que ni el lo sabe ya… creo - Comenta mientras sigue dando vueltas en círculos en mitad de la consulta.
- ¿Qué? ¿Y que hace el aquí entonces? - Insinúa el médico al mismo tiempo que cierra el armario y mira fijamente a Kiba, el cual se le veía ahora más intimidado porque Red y Claus no dejan de mirarle.
- Pues sinceramente, no lo se, creo que trabaja aquí como tapadera, o porque simplemente no sabe que hacer y vino a trabajar aquí, desconozco su motivo - Declara Red, dejando de dar vueltas y volviendo a una pose erguida y normal.
- Madre mía… ¿Y por qué cambia el nombre?
- Será por motivos de seguridad, además de que es muy impredecible, no sabes cuando cambiara de nombre, si mañana, o pasado… Pero por lo general suele llamarse Kiba - Le explica el secretario.
- Ya veo… - Contesta el doctor mientras cierra la puerta del armario de donde sacó la bata - Creo que no podré fiarme del todo de él…
- Haces bien, yo es que tampoco lo haga - Le confirma el pasante - Si llegara ocurrir algún incidente… - Comenta. Va hacia el armario donde estaba el Doctor, éste abre la parte izquierda del mueble. El doctor abre los ojos como platos, no podía creer lo que veía. - Sí, esto es un Rifle 1077 modelo “crosman” CAL 4.5 Co. 2 M. 1007. Con repetidor semi-automático, cañón de acero estriado, 4.5 Mm de calibre, va a 193 m/s, hecho con material sintético, y de color gris, o lo que es igual, una auténtica belleza - Expone su arma Red, colocada boca arriba en el armario y debajo estaban los cargadores junto a las balas, un poco desordenados al estar todo junto en un lugar tan estrecho. Se dispone a sacarlo y se lo coloca cuidadosamente con una correa que tiene en las espaldas.
- ¡¿Pero tú por qué tienes un arma en la consulta?! Aquí salvamos vidas, no las matamos, por el amor de Dios - Pregunto Claus indignado.
- No sabría que decirte… este trabajo puede estresar, y disparar… - Ríe sádicamente.
- ¡Éste sitio es de locos! - Se echa las manos a la cabeza cuando grita el licenciado.
Sin venir a cuento, se oye un sonido de apertura procedente de la puerta automática. Aparece un tipo de edad joven, creo que a judgar por su altura y esa barba de dos días, puede tener alrededor de los veinte, o veintiún años.
- Hola a todos - emite con un tono de voz de forma tranquila, con acento latino como el de Ichi, pero tendía más a la de un chileno.
Un chico de tonalidad morena. Tiene el pelo ensortijado, negro como el traje de Red, que parecía no haberse enfrentado nunca a un peine o unas tijeras. Lleva gafas de vista con la montura de color negra. Y viste con una ropa muy veraniega, una camisa amarilla con estampado de flores, y pantalón corto que se le hacia ver sus peludas piernas.
- Venía a ver al nuevo doctor, me contaron por acá en estos Lares que ya llegó. ¿Quién es? - Pregunta el latino -
Nisshoku y Red señalan al Dr. Claus alzando sus brazos y señalándole con el dedo, enunciando al unísono:
- Es él.
El chaval se acerca, mientas el doctor sale de recepción hacia la entrada para ir a saludarle, pero este se adelantó, corriendo como un poseso va hacia él, se frena en seco, le coge de dos manos y se las junta, luego cierra con las suyas para expresar un gesto de admiración con un movimiento de arriba abajo un tanto cómico.
- ¡Oh, no puedo creérmelo! Así que usted es el doctorsito lisensiado famoso llamado Haus, un plaser, pequeño picarón, que ya me contaron sus grandes méritos - Habla con tono muy nervioso, se comporta como un fan histérico, no para de estarse quieto del sitio mientras sigue hablando - Ay que se me olvidaba, mi nombre es Felipe y…
- ¡Que no soy Haus, si no Claus, C-L-A-U-S! - Le deletrea. Éste le vocea con malas maneras, descargando su furia por el enfado retenido por los hechos anteriores.
- ¡Pero si…! ¡Agh!
De repente, Felipe da un grito de dolor, se puso rápidamente la mano derecha en el pecho, amarrándose fuertemente la camisa, empezó a sudar, casi a mares, su mirada se desvía a la nada, no para de dar alaridos de sufrimiento, intenta pronunciar algo con sus cuerdas vocales, pero le costaba respirar, su brazo izquierdo sufre un espasmo que lo deja rígido, va a explotar. Empieza a marearse el chico hasta que cae contra el suelo dándose un duro golpe sin más, quedando boca abajo en el suelo. El dolor ha cesado.
Nisshoku se acerca rápidamente a tomarle el pulso en el cuello, pone los dedos índice y medio de su mano izquierda en él, no nota nada de pulso, alza su mano derecha para hacer mostrar su reloj, mirando la hora. Efectivamente, Felipe ha muerto de un paro cardíaco.
- ¡Dios mío Claus, que lo acabas de matar, cuando hasta hace solo un momento decías que veníamos a salvar vidas, y no matarlos! - Exclama Red - ¡Eres un monstruo! - Le grita - Felipe tenía el corazón débil, y con cualquier minucia, como un susto, podía provocarle lo que le acabas de hacer ¡asesino! - Red va hacia el doctor le propina un duro puñetazo en su mejilla, este cae al suelo, y se queda sentado, intentando aliviarse donde le ha golpeado porque le dejó una marca colorada en la cara.
- Pero, pero… si parecía muy joven como tener ya esos problemas de corazón ¿cómo iba a pensar que le daría un infarto? - Solloza Claus mientras sigue intentando aliviarse la mejilla.
- ¡Aún así lo has matado!
- Pero si no me dijiste siquiera que en el pueblo había una persona con esos problemas tan delicados, la culpa es tuya por no haberme avisado el primer día para prevenir estas cosas, inútil - Se le cambia la expresión de sollozo a una de enfado al doctor, encarándole al secretario cuando se levanta.
- ¿Queréis dejar de discutir y decirme que vamos a hacer con el cadáver? - Interrumpe Nisshoku de forma borde.
- Vale… - Suspira Claus - De momento podemos dejarlo en algún sitio escondido, si lo ven podemos buscarnos graves problemas… ¡ya sé! - concluye con un golpe de puño en su otra mano abierta para cogerlo - En la cámara de operaciones podemos ocultarlo.
- ¡No! Que yo duermo allí, luego me deja el olor a muerto y no puede ser.
- Pero no puedes… ains… es inútil decirle algo a este tío, ya cansa… - El doctor pone su mano derecha en la frente haciendo un signo de negación - Bueno, pues ponlo en otra cama, si seguro que habrá más.
- Siento desilusionarte de nuevo, pero solo tenemos esa, teníamos alrededor de diez, pero unos previos días a tu llegada los tuvimos que quemar.
- ¡¿Y eso porque?!
- A eso te lo respondo yo… verás. - Explica Nisshoku - Red se dedicaba a pintar muñecos con silueta en forma de diana en las colchas, y con eso se dedicaba a practicar puntería con su arma.
- ... ¿Entonces dónde lo dejamos? Si es que sois una panda de idiotas.
- Pues encima de ese futbolín - Le señala Niss. - Está junto a la puerta de tu despacho, por aquella esquina de allí, un poco más adelante de donde se encuentra la mesa y las butacas.
- ¿Desde cuando tenemos uno? Bueno, mejor no me lo respondas, a estas alturas ya es que me canso de sorprenderme. Y seguro que os dedicáis a jugar en horas de trabajo, no sé como os pagan por esto.
Red y Nisshoku cogen el cuerpo, uno por las piernas y otro por los brazos, y lo levantan a la vez para equilibrar el peso, al parecer pesaba demasiado, claro, si está muerto… de lo débiles que son, lo llevaron arrastrando por el suelo, no sin antes darle varios golpes con los obstáculos del suelo como la esquina de la pared que había antes de llegar al tablero y la mesa pequeña donde están los sofás. Tras eso, lo cogen con todas sus fuerzas y lo suben encima del futbolín, boca arriba.
De nuevo aparece otro chico y se encuentra todo el panorama de la consulta, un chico tirado encima del futbolín de cualquier manera, un doctor que no sabía ni como reaccionar en la situación, el secretario con un rifle a la espalda y otro ayudante vestido también con bata, los dos mirándolos como dos posesos, de repente el ambiente se volvió muy tranquilo, sin ruido alguno, pero muy tenso.
- ¡Nos ha descubierto, a este lo mato, así no habrá testigos! - Red reacciona ágilmente y coge el arma, y se pone en posición al muchacho apuntándole con la mira de esta en el pecho, y se dispone a apretar el gatillo.
- ¡Bang!
- ¡No! - Claus le realiza un placaje al secretario, haciendo que se desvíe el tiro de su objetivo, pasándole al chico rozando por el pelo.
El muchacho parece que ni se ha inmutado, esta bastante ensimismado, con una cara un poco perdida ante la situación. Es alto, de pelo lacio de color negro, con un flequillo algo largo que tira hacia delante, tiene ojos marrones, y viste con una camisa blanca de manga corta que le queda algo holgada por el cuerpo y pantalón de pana azul marino, donde tiene metidas las manos en sus bolsillos. Ante tal situación solo pudo decir:
- Doctor ¿puede atenderme? No me encuentro bien… - Pronuncia el joven con un tono monótono y desanimado, sacándose la mano derecha del bolsillo y colocándosela en la cabeza para rascarse el pelo.
El doctor se desmaya, cayendo de espaldas por la respuesta tan inesperada en tal situación, lo último que pronunció por sus labios antes de ello fue:
- La madre que te parió.
- Oh, vaya, se ha desmayado… - Volvió a hablar el joven con el tono monótono.
***
Me quedé inconsciente durante un buen rato, había perdido la mayoría de la mañana, aunque creo que me salía mas recomendable seguir así, todo el mundo de este pueblo está loco, o es sumamente raro, no se como el que estaba antes que yo conseguía tener esa paciencia con esta gente, y pensar que voy a estar aquí mucho tiempo, madre mía…
***
- Doctor ¡Doctor despierte! - Le grita al oído Red.
- ¡Qué! ¡Qué ha pasado! ¡No me pegues esos sustos coño! - Se levanta de un bote el doctor del susto que le ha metido.
- Tienes que atender a tu paciente, lleva toda la mañana esperándote ahí sentado. - Le comenta Niss mientras lee el periódico al lado del paciente que está sentado en el sofá.
- Oh, si, es verdad, tengo que trabajar ya, acompáñeme por favor al despacho.
El chico se levanta y se va caminando con su parsimonia hasta cruzar la puerta que conduce al despacho, el doctor le abre y le deja pasar primero, éste por consiguiente entra.
- Red, Nisshoku... - Pega un portazo en la puerta que hace retumbar la sala, haciendo caer al suelo el cuerpo de Felipe.
El despacho no es nada del otro mundo, es algo viejo. Nada más entrar por la puerta se ve una mesa de oficina con dos sillas delante en la que tiene encima un ordenador de pantalla plana, al lado su impresora por la parte izquierda, y en la derecha una torre llena de papeles apilados, al parecer aún le queda por hacer muchos informes. Luego en el fondo tiene un armario con estanterías llenas de libros antiguos de medicina, y justo al lado está el medidor para la altura y peso, son del tipo que usa manualmente. Luego en la parte derecha de la habitación se encuentra la camilla donde se suele atender a los pacientes. Y en la parte izquierda hay otro armario, pero más pequeño, tapado con un cristal, lleno de herramientas y algunas medicinas, como el estetoscopio, la luz de doctor, etc.
- Siéntese aquí, por favor - Le ofrece amablemente el doctor que se acomode en la silla que está en frente de su mesa.
El chico se sienta y el doctor se sienta en su silla mecánica de ruedas de color azul.
- ¿Cómo se llama? Es para hacer el registro.
- Me llamo… Alex - Pronuncia bajo de forma tímida.
- ¿Y bien, Alex? Dígame cual es su problema. - Le pregunta mientras abre el armario de cristal para coger el estetoscopio y ponérselo.
- Verá… es que me duele todo el cuerpo…
- Eso serán las agujetas hombre, será de hacer ejercicio. - Le responde el médico - Aunque no lo parece…
- No es de eso, fíjese bien - Señala con el dedo índice de su mano derecha, y lo dirige a su hombro opuesto- Ay... - gemía con su tono monótono - También en la rodilla… ¡Ay...! y en la cabeza… ¡Ayayay…! Y en cualquier parte del cuerpo, doctor, no se que hacer, pero es muy terrible… - Alex tampoco es que pareciera que sufra, porque lo dice todo con una desgana y esa parsimonia…
- Pero no me jodas…- Claus se da cuenta de que todo lo ha hecho con el mismo dedo, es decir, que lo que le duele es el dedo, y no el cuerpo - ¿Tenía que haber un tonto del pueblo, que le pasara lo mismo que al del chiste, que en verdad lo que tiene es el dedo roto? Dios, esto es el colmo, lo que me faltaba por ver aquí, lo acabo de presenciar, no sé si descojonarme de la risa o llorar de la desesperación - Dijo echándose las dos manos a la cabeza y apoyando los codos contra la mesa.
- Doctor ¿al final me podrá curar? - Pregunta el paciente, parece que no se ha percatado ni de lo que ha dicho el doctor.
- Sí, hijo, sí… anda ven, que te voy a vendar el dedo con el que me has señalado donde te duele.
Claus saca de nuevo del armario de cristal una venda y una crema para hinchazones, se lo pone, tras eso le envuelve el dedo, y para cerrar la venda le pone una tirita.
- A ver… - Se vuelve a tocar con el dedo el cuerpo - Oh… gracias doctor, me ha curado, se lo agradezco mucho, es usted el mejor. - Le alaba Alex, pero con su tonito.
- Sí, sí, lo que usted diga…
El doctor acompaña el paciente hasta la puerta, donde se despide de él.
- Adiós doctor, y muchas gracias, para cuando me vuelva a ocurrir otro altercado no dudaré en llamarlo. - Se despide el chico mientras se va alejando de la consulta y haciéndole un gesto de despedida.
Sí, sí, ojalá nos veamos otra vez, jajajaja… - Ríe falsamente el Dr. Claus, despidiéndole también - Espero que no vuelva… - declara por lo bajo - Red, recuérdame que otro día no te impida disparar cuando venga alguien así.
El Doctor estaba a punto de cerrar la consulta para terminar el día cuando un último cliente cruzó la puerta. Se trataba de un hombre alto, con una intensa mirada de superioridad. Su traje, de color carmesí contrastaba con el rubio de su cabello que, aunque corto, dejaba caer su flequillo hacia delante.
- Sponsor... - Claus reconoció al hombre según apareció por la puerta.
- Veo que habéis oído hablar de mí por aquí - el extraño miró a ambos lados antes de añadir - Aún así... Necesito su ayuda, Doctor. Usted es el único que puede proporcionarme algo de vital importancia...
- ¿De qué se trata? - el dueño de la consulta tomó de nuevo asiento en su silla y encendió el monitor de su ordenador para realizar una búsqueda.
- He oído que esta es una de las pocas consultas que siguen recetando cualquier tipo de sustancia para cualquier problema.
- Qué rápido se extienden las noticias - ironizó Claus - No hace más que dos días que hemos abierto este local.
- ¿Rápido? - rió sádicamente - Claro, es fácil cuando tienes un neón que lo anuncia en la puerta.
- Puto Red - maldijo - ¿Quién le ha mandado…?
- Igualmente - chasqueó los dedos - Necesito algunos botes de los venenos conocidos como Dream y Nightmare.
- ¿QUÉ? - Claus se empezó a poner algo tenso - No, amigo, no... No sé quién le habrá dicho eso, pero nosotros no trabajamos con... Nosotros no...
Sponsor volvió a chasquear los dedos, murmurando que le parecía una lástima que no le fueran a ayudar. Tras él apareció de la nada una lúgubre figura enmascarada que llevaba una katana en la espalda.
- ...Samurái, ya sabes qué hacer - Sponsor ya olía su victoria sobre aquel médico mientras el frío acero del arma vacilaba frente al cuello de Claus.
- ¡Espera! - sollozó - ¡Vale! ¡Te lo daré! - salió corriendo hacia el almacén, de dónde volvió con un maletín lleno de probetas - ¡Aquí tienes! ¡Pero no me mates!
Sponsor comprobó la mercancía y, por un instante, rió para sus adentros.
- Por fin. ¡Por fin podré hacer un Game como el de hace cinco años! ¡Muajaja!
- Ahora, hablemos de negocios - el Doctor se reajustó su estetoscopio - Cincuenta frascos de Dream y otro medio centenar de Nightmare asciende muy por encima de los ocho mil. Concretamente, ocho mil ciento treinta y dos. Si es usted tan amable...
- ¿Quién ha dicho que vaya a pagarlo? - Samurái desenvainó su katana.
- Na...Nadie... Que le aproveche, señor...
Sponsor se disponía a abandonar la sala cuando pisó algo por accidente: el cuerpo de Felipe que aún estaba tirado sobre el suelo.
- Oh, un cadáver... - se ilusionó Sponsor - No le importará si me lo llevo, ¿verdad?
- Mejor si nos quitas el muerto - rió falsamente, algo asustado por sus adentros - ¡Todo para ti!
- Será un placer investigar con este cuerpo...
Sponsor se dispuso a alzar el cadáver cuando éste empezó a moverse de una forma alocada.
- ¡Frijoles! ¡Es que ya no respetan a los narcolépticos, weones! ¡Era sólo un desmayito nomás!
- Eso tiene fácil solución - dijo Samurái tras atravesarle con su katana - En fin, tirando.
- Discúlpenle, tiene estos impulsos asesinos. Bueno, ahora que ya está muerto, me lo llevo.
Sponsor sale por la puerta automática con una risa de loco que se va alejando lentamente hasta perderse en el horizonte.
***
En fin, creo que me estoy dando cuenta que este pueblo no es normal, ni ninguno de sus habitantes ¿Como puede ser que haya tipos tan estúpidos como aquel tipo con el dedo roto? o ¿Como puede venir un tipo como ese a pedirme algo que ni siquiera sabía que existía, si, le mentí en aquel momento y no le di su "Nightmare" o su "Dream" Le di un zumo de mora y en otra solo había una gaseosa que hacia burbujitas, les quité las etiquetas y ya está, no se ni como coló. Espero que no vuelva...
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Para compensar el tiempo que deje esto atrás, me he dedicado a completarlo un poquito todo, y daros varios extras a cambio de esto, el capitulo son de 9 paginas, y en comparacion con el anterior se nota la diferencia de escritura.
Silla!
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<--------- Gracias Zero
