REMEMBERS

CAPÍTULO 1:Llegada a las islas

Cada vez que lo pienso sigo sin creer la historia tan bonita que he vivido en mi vida. Desde que llegué a las Islas del Destino hasta ahora siento como va pasando el tiempo y cada vez me veo más mayor, pero así soy feliz, aunque a veces me pregunto cual es el significado de la vida.

Yo llegué a las Islas del Destino cuando tenía tan sólo 5 años aproximadamente, antes de eso, lo único que recuerdo es que vivía en un sitio tranquilo, donde la gente hacía una vida normal y los chiquillos corríamos. Una noche, se volvió todo oscuro, y fuimos atacados por muchos seres como hormigas que, envolvían toda la zona con una oscuridad tenue, sólo sentía miedo y frío. De repente me desmayé y no volví a sentir nada hasta un rato que pasó. Después noté como una suave brisa rozaba mi pálida cara y comenzó a hacer calor.

Cuando recobré el conocimiento noté como alguien se aproximaba a mí y me tocaba el brazo. Esa persona dijo – ¿Estás bien? – cuando pronunció esas dos palabras me di cuenta de que era un niño. De pronto abrí los ojos y ví su rostro. Era un niño de más o menos mi edad que tenía los ojos azules y pelo castaño. Estaba sudando y tenía una espada de madera en la mano. El chico volvió a preguntarme - ¿Olle chica estás bien? – Como ya vi que no quería hacerme daño pues le contesté con voz ronca - ¿Dónde estoy?, ¿Qué me ha pasado? – me quedé totalmente en blanco. El chico me remiró y me dijo – Tranquila – hizo una leve pausa – Estás en las Islas del Destino, has aparecido de repente, no sé como – Yo le volví a preguntar, ya con un poco más de confianza -¿Quién eres? – El me volvió a mirar y repondió – Me llamo Sora, ¿y tú?- Yo me levanté y dije – Yo soy Kairi.

Así fue como conocí a Sora, que después me presentó a su amigo Riku.

Me quedé a vivir en las Islas del Destino y de vez en cuando ibamos a “la isla”, un paraíso para cualquiero niño, ya que nos dejaban ir solos.

Un día Sora y Riku fueron a explorar una cueva que había debajo de una cascada y que estaba disimulada por unas ramas, ellos creían que había algún monstruo dentro, entonces decidieron entrar pero me dijeron que no había nada, sólo una extraña puerta en el fondo.
Sora me llevó a la cueva donde, con unas piedras que había en el suelo, nos pusimos a dibujar en las paredes de la cueva, Sora me miró y dijo – Será nuestro lugar secreto, pero no se lo digas a nadie – Yo miré sus ojos decididos y respondí – Vale, no se lo diré a nadie – Desde ese día, ibamos siempre que podíamos a la cueva.

Unas de las muchas veces que fuimos a la cueva, Sora me pidió que le dibujara conmigo a su lado. Él me dibujó a mi y yo le dibujé a él. En ese momento noté como si me quisiera decir algo, creo que en ese momento me empezó a gustar aunque no lo quería reconocer.

Todos los días Sora y Riku se retaban a algo (carreras, lucha de espadas…) y casi siempre ganaba Riku, como era de esperar.

Noté como cambiaba mi vida y como disfrutaba en este paraiso “Islas del Destino”.